Capital Coahuila

Conviccion­es

López Obrador y Anaya, la política

- Rubén Aguilar Valenzuela @Rubenaguil­ar

El presidente López Obrador desde que inició su mandato, en imitación de algunos de sus antecesore­s, ha utilizado organismos del Estado para golpear y perseguir a quienes considera sus enemigos políticos.

En eso se asemeja a otros presidente­s que ya en el poder, en contra de lo que hayan podido decir como candidatos, no resisten la tentación de usar el aparato en sus manos, para deshacerse de quienes consideran les generan problemas o se interponen en su camino.

Desde la mañanera, como siempre lo hace, el presidente ha juzgado y condenado por supuestos actos de corrupción, no probados, al panista Ricardo Anaya, que compitió con él en la elección presidenci­al de 2018.

Este, a imitación del ahora presidente, desde el inicio del actual gobierno se ha dedicado a recorrer pueblos y ciudades del país y después subir videos de esas visitas y encuentros. Él ha dicho que estos llevan 70 millones de reproducci­ones.

Ahora es el único de los que quieren ser candidatos a la presidenci­a de la República, para la elección de 2024, que

Por lo pronto Ricardo Anaya, el primer exiliado político que sale del país, evita que el presidente, sin pruebas, pero dueño del poderoso aparato de Estado, lo lleve a la cárcel. Por ahora ha dicho que desde el exterior continuará con su trabajo político.

dedica la mayor parte de su tiempo a ese propósito. El presidente no quiere que sea candidato, por eso le inventa actos de corrupción.

Es también lo que ha hecho el dictador Daniel Ortega en Nicaragua, que tiene en prisión a siete de los que se habían apuntado como candidatos, para la elección presidenci­al del próximo noviembre.

En este circo dirigido por el presidente, desde las mañaneras mantiene activa la función, y en ellas va a seguir juzgando y condenando a Anaya, cada vez que considere le es rentable políticame­nte y abone a su decisión que no sea candidato.

La FGR, una vez más, hace el ridículo y no ha podido montar un caso creíble contra Anaya. Ya ha corregido dos o tres versiones de supuestas acusacione­s de

Emilio Lozoya que inculpan a Anaya, pero que no tienen lógica en el tiempo y tampoco en los hechos por los que se le acusa.

El presidente en su desesperac­ión y amargura, nada le sale bien, puede intentar acciones fuera de la ley, pero hasta ahora las institucio­nes de la República le han parado todo lo que se ha propuesto llevar adelante fuera de la ley. En este caso tampoco lo va a lograr porque no hay delito que perseguir.

Por lo pronto Anaya, el primer exiliado político que sale del país, evita que el presidente, sin pruebas, pero dueño del poderoso aparato de Estado, lo lleve a la cárcel. Por ahora ha dicho que desde el exterior continuará con su trabajo político.

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