Capital Coahuila

Los cambios de planes

- Julián Parra Ibarra @Julianparr­aiba

La construcci­ón del Tren Maya es un de las tres obras icónicas del actual gobierno federal -junto con la refinería de Dos Bocas, y el aeropuerto ‘ Felipe Ángeles’-, mismas que por diferentes motivos han resultado polémicas y cuestionad­as por amplios sectores de la población.

En el primero de los casos, aunque el proyecto inicial fue sostenido hasta donde se pudo por el gobierno de la autoprocla­mada cuarta transforma­ción, en las últimas semanas ha tenido que ser modificado el trayecto originalme­nte trazado, debido a la oposición sobre todo de ambientali­stas y comuneros de las regiones por donde pasaría la obra.

Hace un par de semanas se anunció que la vía del Tren Maya ya no pasará por Campeche capital, y una semana después se dijo lo mismo del cambio de ruta, que ya no pasará por Mérida, la capital yucateca.

Porque no son ‘como los de antes’, de acuerdo con funcionari­os de Fonatur, se ha desechado la idea de expropiar tierras. Aunque dicen que quienes se han opuesto al proyecto no tienen propiedad sobre estas porque están en un área federal, y los derechos de vía son federales y no prescriben, señalan que las personas que habitan en las zonas afectadas tienen derechos porque están asentadas ahí desde hace 20 años. Y, se ha tenido qué cambiar la ruta del Tren Maya.

Allá, dicen, no tienen propiedad, pero sí les da derechos el hecho de estar asentados ahí durante más de dos décadas. Tuvieron qué hacer modificaci­ones.

Y uno se pregunta ¿Por qué en La Laguna a rajatabla se quiere imponer el proyecto de ‘Agua Saludable para La Laguna’, cuando acá sí hay propietari­os no sólo de la tierra, sino de los derechos de agua de la que se piensa echar mano para alcanzar los 200 millones de metros cúbicos anuales que se requieren para que esta obra funcione? Además, los ejidatario­s de aguas debajo de la presa Francisco Zarco, deberán ceder ‘ voluntaria­mente a fuerzas’ 10 por ciento del agua a la que tienen derecho. Y son los últimos –o quizá los únicos– que no han sido escuchados.

Ojalá de algo sirvan esas mesas de diálogo que se están realizando a propuesta del presidente, y se logre conciencia­r sobre todo a los funcionari­os federales que desde el centro del país –lo bueno es que no son ‘como los de antes’, no son iguales’– quieren decidir el futuro de La Laguna y de los laguneros, de los que aquí vivimos. Porque eso es lo que está en juego, nuestro futuro y el de esta próspera región.

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