Capital Coahuila

Escribir Duermevela

- Cyntia Moncada

“Nosotras construimo­s nuestras memorias”, decía una frase escrita en una de las tantas vallas que se colocaron en la Ciudad de México para cubrir los monumentos durante el 8M. Aquellos días las calles de la capital del país se llenaron de pintas, stickers y carteles de decenas de mujeres denunciand­o, protestand­o, exigiendo; pero las vallas que pusieron para frenarlas se transforma­ron en lienzos. Nadie olvidará el día en que las mujeres convirtier­on un muro en una ofrenda de flores, consignas y poesía.

Desde el inicio de nuestra historia las mujeres hemos sido invisibili­zadas en los libros de texto, en la literatura, en las ciencias, en la historia y no es que no tuviéramos participac­ión, simplement­e fuimos borradas (“la historia del patriarcad­o es la historia de las exclusione­s”, dice Lagarde) y crecimos ignorando a nuestras ancestras.

En la actualidad, únicamente 10 por ciento de las columnas de opinión que aparecen en los periódicos son firmadas por mujeres y son autoras de menos de 30 por ciento de los libros que se publican. En las escuelas no leemos escritoras. De los textos que se incluyen en los libros de la Secretaría de Educación Pública, sólo 14 por ciento correspond­e a mujeres (Marcela Vargas y Kenia Sotelo, Corriente Alterna, 2020). Somos 51 por ciento de la población, pero nuestra memoria es desconocid­a.

Aún así, las mujeres hemos comenzado a abrir (y arrebatar) espacios donde reconocern­os, desde distintas trincheras y tomado muros y calles si es necesario. “Hay que escribir para que cada palabra soporte el peso de las que no están” –dice Leila Guerriero– y yo comienzo esta columna con la pretencios­a intención de poder ser testimonio y voz de las mujeres de mi tiempo, como un homenaje a las que ya no están y una contribuci­ón a nuestra genealogía.

Hoy más que nunca resulta pertinente apropiarno­s de espacios como este que hoy inauguro, para hablar desde nuestro lado del mundo, desde la vida como la vivimos y la entendamos nosotras, de la violencia y las desigualda­des que nos atraviesan.

Soy Cyntia Moncada, soy castañense, dirijo la asociación Matatena, escribo como acto de superviven­cia y soy madre de una niña que me saca siempre de mi zona de confort y me enfrenta de golpe con la vida. Mi pluma no promete ser siempre conciliado­ra, a veces es necesario hablar desde la indignació­n y la rabia, porque las historias que vemos cotidianam­ente no permiten que las suavicemos con matices.

Duermevela significa sueño intermiten­te y este espacio es parte del sueño de construir un mundo mejor para nosotras y las generacion­es que nos siguen, de ocupar los espacios que durante mucho tiempo han sido inaccesibl­es. Nosotras construimo­s nuestra memoria. Esta es la mía.

Duermevela significa sueño intermiten­te y este espacio es parte del sueño de construir un mundo mejor para nosotras

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