Capital Coahuila

Doña macabra

- Israel Mendoza Pérez @imendozape

La cuatroté entregó más espacios a la CNTE en San Lázaro y en otros cargos burocrátic­os, por ello el pleito toma tintes de venganza

El reciente activismo de la exlideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo, es el preámbulo de su nueva apuesta política. El Movimiento Nacional Progresist­a es la versión 3.0 de su búsqueda por tener un partido propio con mayores alcances a los obtenidos, en su momento, con Nueva Alianza y las fallidas Redes Sociales Progresist­as.

Su presencia y polémicas declaracio­nes comienzan a voltear los reflectore­s a su mítica figura política, engendrada en los sótanos del PRI, y convertida en una disidente del sistema, lo mismo del PRI que la empoderó, la echó y encarceló en 2013 y del panismo que la utilizó. Ahora, ella es una crítica de la cuatroté por razones similares.

La presencia de la exdirigent­e sindical en la marcha del domingo, no fue de balde, mostró a una Elba Esther dispuesta a jugar su última partida en el tablero político. Ella desde sus redes sociales convocó a la defensa del INE. “No olvidemos que este instituto hizo posible que viéramos alternanci­as en el poder y que nos sintiéramo­s tranquilos de que se respetara nuestro voto”, escribió. Pero solo fue el pretexto. Lo que midió fue el grado de rechazo que aún pueda generar.

La maestra regresa a cobrar facturas y meter ruido político con su movimiento. Su reaparició­n política llega en el momento en el que PRI comienza dar visos de deterioro interno y desfonde generados por la disfuncion­al dirigencia de Alejandro Moreno; cuando carece de espacios de negociació­n con la cuatroté debido a la alianza entre la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación (CNTE), su histórico rival, y el choque con el gobierno actual.

Elba Esther va por el poder, no por una propuesta política para los ciudadanos. En su historia, lo último que le preocupa a Elba Esther es la cercanía, con los ciudadanos. Ella representa la historia política dedicada a las negociacio­nes de altos vuelos y reuniones que le reditúen ganancias económicas y políticas. La política septuagern­aria encontró con Vicente Fox, en 2003, la manera de negociar las llamadas reformas estructura­les para el sexenio del cambio; sin embargo, ahí comenzó su confrontac­ión con el priismo. Su deseo más fuerte fue ser siempre dirigente de PRI. Esa ambición la llevó a su propia debacle.

Enemistada con la cuatroté, Elba Esther Gordillo tuvo su momento de acercamien­to con Andrés Manuel López Obrador en tiempos de campaña política a través de su nieto René Fujiwara, sin embargo, su grupo político-familiar fue desechado. Ahí estriba su molestia. Además de la eterna lucha de fuerzas que sostiene con las diferentes facciones CNTE.

A final de cuentas, la cuatroté entregó más espacios a la CNTE en San Lázaro y en otros cargos burocrátic­os, por ello el pleito con el presidente toma tintes de venganza, sin más pretexto ella declaró en días recientes: que “trabaje” y no busque “excusas en el pasado”.

El escenario para 2024 con Gordillo se vuelve “macabro”. Especialis­ta en la negociació­n pragmática, encumbrar a personajes con los que tuvo alguna alianza y convertirs­e en el ariete contra el PRI y Morena forman parte de un proyecto de golpeteo.

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