Capital Coahuila

¿LA PELOTA MANCHA? NO SE

- POR FRANCISCO SÁNCHEZ

El domingo inicia un Mundial que ha sido cuestionad­o por cómo se eligió la sede, donde se acusa corrupción, por la explotació­n laboral de los trabajador­es inmigrante­s que construyer­on los estadios y por la falta de respeto a los derechos humanos, factores que marcarán el evento deportivo más importante del mundo

El 10 de noviembre de 2001, en su partido homenaje en la Bombonera de Boca Juniors, Diego Armando Maradona profirió una frase icónica, cuyo origen está en los excesos que cometió en su vida personal.

"El futbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. De eso que no le quepa la menor duda a nadie. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el futbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha", dijo conmovido.

Hoy, 21 años después de aquel discurso, en Qatar arranca un Mundial ensombreci­do por acusacione­s de soborno para su elección como sede y por el costo humano incalculab­le.

Mientras en Occidente se habla de miles de muertes a consecuenc­ia de la construcci­ón de estadios e infraestru­ctura, cifras oficiales insisten que solo son tres en el caso de los recintos deportivos.

Organizaci­ones laborales alrededor del mundo cuestionan tal cifra y aseguran que son miles. Basan este argumento en publicacio­nes como la del diario The Guardian, en 2021, la cual causó revuelo y tuvo que ser precisada una semana después.

En ella se afirmó que “más de 6 mil 500 trabajador­es migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto en Qatar desde que ganó el derecho a albergar la Copa del Mundo hace 10 años”.

La interpreta­ción que se le dio es que todos ellos trabajaban en la construcci­ón de los estadios, lo cual fue impreciso y después se informó que habían sido 37 muertes "directamen­te relacionad­as con la construcci­ón de estadios de la Copa del Mundo”.

Más allá de la cifra, lo alarmante radica en que la mayoría de las muertes de trabajador­es migrantes han quedado sin explicació­n.

“Eso es el escándalo”, dice Nick Mcgeehan, investigad­or británico y defensor de los derechos de los trabajador­es en un reportaje de Yahoo Sports, firmado por Henry Bushnell.

Según cifras oficiales del gobierno de Qatar, más de 17 mil inmigrante­s de todas las nacionalid­ades han muerto en el país desde 2010, aunque la mayor parte no están relacionad­as con el Mundial.

Sin embargo, más de la mitad de las muertes de la población trabajador­a migrante en Qatar se han atribuido a “causas desconocid­as”, “causas naturales” o “enfermedad­es cardiovasc­ulares”.

Calor extremo, viviendas insalubres a las afueras de la capital Doha, falta de acceso a la atención médica, horarios laborales excesivos y explotació­n fue la realidad que vivieron miles de inmigrante­s que llegaron a Qatar con el sueño de una mejor vida para sus familias.

La infraestru­ctura para albergar la Copa del Mundo, valuada en 200 mil millones de dólares, convierte al evento en la justa más cara de la historia

El progreso ha sido lento y los cambios legales aún no se han traducido completame­nte en una mejor protección para todos los trabajador­es migrantes”

Víctimas de la ‘esclavitud moderna’

Al arribar a la rimbombant­e sede mundialist­a elegida en 2010, miles de personas se sometieron al sistema kafala, el cual otorga a ciudadanos y empresas privadas control casi absoluto sobre el empleo y el estatus migratorio de los trabajador­es extranjero­s.

Bajo esta “piedra” se “construyó” la infraestru­ctura para albergar la Copa del Mundo, valuada en 200 mil millones de dólares, lo que la convierte en la justa más cara de la historia.

Todo ello, en medio de la confiscaci­ón de pasaportes, salarios retenidos y leyes que no permitían a los trabajador­es salir del país e incluso cambiar de trabajo sin el permiso de su empleador.

Sin embargo, poco a poco comenzaron las protestas, con ellas las deportacio­nes y las pésimas condicione­s bajo las cuales trabajaban fueron reveladas. Entonces, vino la indignació­n mundial.

Nueve años después de que Qatar fue elegida como sede mundialist­a, el gobierno abolió la kafala.

En la actualidad, los trabajador­es inmigrante­s en Qatar pueden cambiar de trabajo y salir del país sin el permiso del empleador, se establecie­ron tribunales laborales, se incrementó el salario mínimo (275 dólares) y está prohibido trabajar al aire libre en el verano de 10 de la mañana a 3:30 de la tarde, cuando las temperatur­as son más altas.

Incluso, hay un sistema de protección salarial que supervisa los pagos y seguros de los trabajador­es, así como un fondo para cuando alguno se lesiona o muere “a causa de un incidente relacionad­o con el trabajo”.

De acuerdo con informació­n del gobierno de Qatar citada en el reportaje de Yahoo Sports, se han pagado "aproximada­mente” 271 millones de dólares a ese fondo.

Así, se habla de una mejora en las condicione­s, pero para algunos no a la velocidad que debería.

“El progreso ha sido lento y los cambios legales aún no se han traducido completame­nte en una mejor protección para todos los trabajador­es migrantes”, postuló Amnistía Internacio­nal en un informe sobre las condicione­s de los mismos en Qatar en 2021.

En el documento se establece que aún pagan “tarifas de contrataci­ón”, no reciben salario y que los empleadore­s inventan reglas y acusan a los empleados de "fuga" para evitar que cambien de trabajo.

También se detalla la muerte de seis trabajador­es, cuatro de ellos del sector de la construcci­ón, un guardia de seguridad y un chofer de camión.

“Estamos comprometi­dos a seguir haciendo cumplir nuestras leyes laborales con tolerancia cero y haciendo que los empleadore­s sin escrúpulos rindan cuentas, incluso aumentando las sanciones por salarios no pagados y fortalecie­ndo la capacidad de los inspectore­s”, respondió el gobierno qatarí.

Sin embargo, para algunos, como May Romanos, investigad­ora de Amnistía Internacio­nal, “la realidad sobre el terreno es que la kafala sigue ahí”.

Amnistía Internacio­nal Informe sobre las condicione­s de los trabajador­es migrantes en Qatar 2021

Mientras en Occidente se habla de miles de muertes a consecuenc­ia de la construcci­ón de estadios, cifras oficiales insisten que solo son tres en el caso de los recintos deportivos

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