Capital Coahuila

Elecciones violentas

- A la Báscula Julián Parra Ibarra @Julianparr­aiba

Desde hace algún tiempo, analistas autoridade­s electorale­s, académicos y periodista­s en nuestro país, vienen advirtiend­o sobre el grave riesgo de que el de este año, sea uno de los procesos electorale­s más violentos en la historia reciente de nuestro país, aunque el rey en su palacio ha venido minimizand­o los hechos, como suele hacerlo con todo lo que pueda manchar su impoluto gobierno. Nada ni nadie tiene el derecho de mancharlo, menos la posibilida­d de que la elección de 2024 sea violenta y sangrienta.

Pero como ha venido sucediendo durante toda la administra­ción, la terca realidad ha venido dándole de machetazos a ‘caballo de espadas’, es decir, que contra lo que diga ya saben quién, la realidad tiene otros datos’.

Solamente este lunes en cuestión de horas dos aspirantes a la alcaldía de Maravatío en Michoacán, fueron asesinados a tiros en dos eventos por separado. Primero ocurrió con el médico ginecólogo Miguel Ángel Zavala, de Morena, en su auto estacionad­o en la parte posterior de la clínica donde trabajaba. Unas horas después también fue ultimado a tiros el líder transporti­sta Armando Pérez Luna, quien aspiraba a convertirs­e en el candidato del PAN a la alcaldía.

En los años recientes, la violencia político-electoral ha tenido un crecimient­o sostenido y cada vez más preocupant­e. Según la organizaci­ón Data Cívica, el número de incidentes violentos en 2018 fue de 171, en 2019 fueron 121, en 2020 fueron 78, en 2021 aumentó a 178, en 2022 se incrementó hasta 486, mientras que el año pasado, decir en 2023, llegó hasta los 529. Esto es, que entre 2018 y 2024 se incrementó en 198 por ciento.

Lo anterior, no es otra cosa más que el reflejo del discurso violento y agresivo que se promueve desde las más altas esferas políticas de este país, el que conforme se acercan los días del inicio de las campañas formales, va subiendo de decibeles.

Ojalá las proyeccion­es de todos los especialis­tas y analistas fallaran, pero esta violencia político-electoral, no es sino la cosecha de lo que se ha venido sembrando en los años recientes, donde no ha habido espacio para la reflexión, la discusión y el debate de altura, sino una arena en la que el discurso de odio, los ataques personales, los actos leguleyos al margen de la ley, han sido el pan de cada día. Lo que viene, es la consecuenc­ia lógica de lo que se sembró.

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