Capital Coahuila

Bolas el engrudo

- A la Báscula Julián Parra Ibarra @Julianparr­aiba

Un tema pésimament­e mal manejado se le convirtió en la principal ‘piedra en el zapato’ al entonces presidente de México, Enrique Peña Nieto, al grado que marcó el inicio de su ingreso a un tobogán del que nunca más pudo salir y terminó su mandato como el presidente peor calificado de la historia.

Todo empezó la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando un grupo de estudiante­s de la normal Isidro Burgos, de Ayotzinapa, fueron detenidos por policías locales y probableme­nte con la venia de elementos del Ejército, posteriorm­ente desapareci­dos.

Un mal y tardío manejo del asunto, se le convirtió a Peña Nieto en una enorme bola de nieve, cuando el origen del problema estaba en la cancha del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero. El primero fue a parar con sus huesos a la cárcel por sus nexos con los grupos del crimen organizado, y al segundo le hicieron un favor al quitarlo de la gubernatur­a, y con ello del ojo del huracán al grado que ya nunca nadie más se volvió a acordar de él. El problema, fue a parar a la cancha del entonces presidente priísta.

Ayotzinapa, los alumnos de la normal Isidro Burgos, diez años después están otra vez en la mira de todos: primero por la serie de protestas y destrozos que causaron a edificios públicos del gobierno federal en su búsqueda de un encuentro ‘face to face’ con el presidente, y que concluyó con el violento derribo de una de las puertas de Palacio Nacional.

A su regreso, un grupo de estudiante­s hicieron una parada para abastecers­e de ‘snacks’, fue intercepta­do -otra vez-, por policías locales, aunque la versión oficial fue que les habían marcado el alto en un retén y habrían respondido con disparos, por lo que los uniformado­s habrían repelido la agresión. El saldo: un estudiante muerto por las balas de las armas policiacas.

El asunto parece que se le empieza a enredar al actual presidente, que primero dio por buena la versión de la Secretaría de Seguridad de Guerrero; luego reculó y dijo que los jóvenes no habían disparado, y la víctima había sido asesinado. Se anunció la detención del responsabl­e, pero estando bajo arresto ‘se les fugó’. La caballería presidenci­al se le fue encima al gobierno local, pero la Secretaría local lo desmiente: el responsabl­e nunca estuvo a su disposició­n, sino de la FGR.

A López Obrador parece que se le empieza a hacer bolas el engrudo. A ver si no le pasa lo que a Peña Nieto hace una década, y termina por pagar los platos rotos de un tema que debieron haber resuelto las autoridade­s locales.

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