Mikel cierra campaña seguro y ácido contra Sheinbaum
La lluvia intempestiva que caía sobre la Magdalena Mixhuca parecía retrasar a los tricolores. No eran aficionados de la Selección Mexicana sino simpatizantes y militantes del PRI, que dejaban ver su músculo político en la CDMX.
El objetivo era sencillo: llenar el Palacio de los Deportes para el cierre de campaña del aspirante a la Jefatura de Gobierno, Mikel Arriola Peñalosa.
Los incondicionales asistieron, principalmente la CROC, CTM, CNOP, petroleros y los harineros. No faltaron simpatizantes natos ni los “acarreados”, a quienes desde el Metro se les veía llegar. “A ver, los que vienen con Giovanni, no se me separen”, decía uno de los operadores.
Una hora de lucha libre y media de la Sonora Dinamita entretuvieron a los 25 mil que abarrotaron el domo de la Ciudad Deportiva.
Entonces sí, los estelares aparecieron en el ring. “A siete meses nadie hubiera pensado que estaríamos donde estamos, a punto de sacar a PRD y Morena”, presumía el presidenciable José Antonio Meade, más seguro que cuando hablaba de encuestas a su favor.
Su discurso casi desgañitado duró 10 minutos, y entonces, ante esos cientos de banderas blancas que ondeaban entre el público, aparecía Arriola quien, con ligera modestia, ratificaba las palabras de su antecesor en el micrófono.
“Hace seis meses, cuando arrancábamos, muy pocos creían en esta campaña. Contábamos con seis por ciento de las preferencias electorales y aún estábamos en un lejano tercer lugar.
“¿Y qué pasó? Con ustedes creamos la campaña más exitosa de la historia de la ciudad; estamos a ocho puntos de Morena”, pronunciaba con ahínco.
Y no podían faltar las críticas a Sheinbaum, ininterrumpidas por cinco minutos y más duras que de costumbre: “Nunca te hiciste el antipoding, el problema no sólo es tu consumo sino a quién le compras la marihuana ; formas parte de la cadena criminal que ha lastimado a nuestras familias”.
Hacia el final, un grupo de jóvenes con jerseys del Colegio de Bachilleres 2 luchaba por acercarse a Mikel, a donde lograron llegar al concluir el acto, para que entre los vitores y las serpentinas se colocara uno de esas camisetas y cantara con ellos: “¡huelum!, ¡huelum! A la cachi cachi porra…”.