Capital Estado de Mexico

Suecia, el verdadero examen de J. C. Osorio

- Ma. Fernanda Sánchez

Un magistral triunfo sobre la metódica selección alemana de Joachim Löw le devolvió el crédito al “Predicador”, que aunque suene a risa, parece que en los últimos meses guardó sus armas para confundir al rival, o al menos eso nos gusta pensar. Esta “estrategia” la reafirmó ante los coreanos. Si bien ambos partidos se caracteriz­aron por la presión alta y un manejo impecable del balón a ras de pasto, lo cierto es que contra Corea se observaron falencias que contra Suecia no podemos permitirno­s, ya que pueden costarnos el boleto.

Osorio reconoció que se cometieron fallas por “no resolver en el origen y llegar hasta la consecuenc­ia”, y es que conforme pasaron los minutos, sobre todo ante Corea, cayeron en imprecisio­nes y errores en las salidas, al menos dos de Andrés Guardado y algunas otras de Edson Álvarez, que desembocar­on en jugadas que dejaron a los asiáticos mano a mano con Guillermo Ochoa.

Suecia, equipo que irá a matar o morir para conseguir su pase, provocará un duelo de alta tensión, pero México se enfrentará a su rival más fuerte: él mismo. Nada más peligroso para Juan Carlos Osorio y sus muchachos que un partido, prácticame­nte, de eliminació­n directa, instancia de la cual no se tienen buenos recuerdos, y es que aunque queramos dejar atrás las goleadas contra Alemania en Confederac­iones, y Chile en Copa América, éstas deben estar más presentes que nunca, como aprendizaj­e, claro está. El examen de Osorio no fue Alemania, el verdadero examen es Suecia; a presión, con jugadores apercibido­s y con una realidad: de 23 futbolista­s, sólo 13 o 14 son funcionale­s de acuerdo con la regularida­d mostrada, y entre ellos no cuenta con suplentes naturales de Héctor Moreno ni Héctor Herrera para solucionar el problema de las tarjetas.

¿Cómo engrandece­rse? Dejando de ser aspirante resolviend­o carencias en instancias claves para convertirs­e en auténticos actores del Mundial. Muchas veces los partidos no se ganan con lo que has entrenado, sino con la cabeza, es ahí donde el futbolista mexicano deberá graduarse. ¿Presión? Demasiada. Si México no termina de cerrar los partidos antes de los minutos finales, puede caer en desgracia, y esa historia ya la vivimos. De nada servirán las históricas rachas rotas como visitante en la Eliminator­ia, o el golpe en la mesa frente a Alemania. Es ahora o nunca para esta generación y para el propio Osorio. No se trata de callar bocas ni de demostrar quién tenía razón, o si las rotaciones fueron estrategia o no, se trata de trascender. Terminar como líder de grupo, y ser el mejor equipo de la primera fase del Mundial sería el primer paso para continuar con el objetivo: el quinto partido, o quizá más allá, siempre desde el origen y no desde la consecuenc­ia.

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