Capital Estado de Mexico

LA REINA ROJA

LLEGA AL TEMPLO MAYOR LA CONSORTE DE PAKAL

- DAVID GUTIÉRREZ

En la madrugada del 1 de junio de 1994 el arqueólogo mexicano Arnoldo González Cruz halló, al interior del Templo XIII, de la antigua ciudad de Palenque, Chiapas, un sarcófago monolítico con los restos óseos de Tz’akb’u Ajaw (consorte del gobernante maya Pakal), uno de los más interesant­es personajes de la antigua Mesoaméric­a, que sería conocida como la Reina Roja, por poseer todos los atributos contenidos en una tumba real, así como por el color rojo del cinabrio (mineral) con el que fueron cubiertos sus restos.

Por primera vez, el Museo del Templo Mayor (MTM), en pleno corazón de la Ciudad de México, recrea el entierro de Tz’ak-b’u Ajaw, con la mayor parte del ajuar con el que fue inhumada, en la exposición temporal La Reina Roja. El viaje al Xibalbá, donde el visitante podrá ingresar a la cámara mortuoria del Templo XIII que fue destinada hace mil 346 años al reposo eterno de la esposa del gran gobernante Pakal.

“El Museo del Templo Mayor se engalana al recibir los objetos que formaron parte del ajuar mortuorio de Tz’ak-b’u Ajaw, para que puedan ser admirados por nuestros visitantes. A través de los objetos que presentamo­s, podemos adivinar la intensa emoción de lo que ocurrió el 13 de noviembre del año 672, cuando Palenque despedía, colocándol­e una máscara en el rostro, a su señora”, señaló Patricia Ledesma, directora del MTM.

Con la intención de mostrar la sacralidad que envolvió las exequias (ceremonias religiosas que se celebran por un difunto) de esta alta dignataria maya del periodo clásico, un grupo de especialis­tas museográfi­cos, se dio a la tarea de reproducir, con materiales modernos, las dimensione­s exactas del sarcófago; de acuerdo a los informes arqueológi­cos, la osamenta de la Reina Roja ocupaba casi todo su espacio, de una longitud de 1.60 metros.

Además, un escultor colaboró en la creación de un maniquí hecho con fibra de vidrio, que simula las caracterís­ticas físicas de Tz’ak-b’u Ajaw, quien además fue madre de los dos gobernante­s mayas que siguieron a Pakal.

Es de resaltar que sobre la figura están dispuestos la mayor parte de los elementos que integraron el ajuar funerario de la época, como la máscara facial de malaquita (piedra verde) y el collar de la Reina Roja.

“Destacan los materiales utilizados, así como la maestría de las manos mayas para darle forma al mineral, el textil y la concha, que en conjunto materializ­aría una compleja iconografí­a relativa al poder y la cosmovisió­n de la cultura maya”, resaltó.

Se suman otras piezas restaurada­s como el elaborado tocado que representa al dios Chaac (formado por 103 teselas de jadeíta, 14 piezas de concha y 14 pequeños fragmentos de caliza), el k’ub pectoral de varias hiladas de cuentas de jadeíta y concha, una diadema doble frontal, un par de orejeras y una valva de Spondylus, en cuyo interior se encuentra una figurilla de piedra caliza.

“Todos esos objetos con que fue encontrada la preparaban para iniciar el largo viaje rumbo al Xibalbá, el inframundo maya, el equivalent­e al Mictlán de los mexicas”, explicó Diego Prieto Hernández, director del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH).

Recrean la cámara mortuoria donde fue encontrada la soberana maya de Palenque, junto con su ajuar original

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La exposición La Reina Roja. El viaje al Xibalbá permanecer­á en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor, en la Ciudad de Méxco, hasta el próximo 9 de septiembre

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