Capital Estado de Mexico

La realidad actual demanda un mundo multipolar

- Antorcha Aquiles Córdova Morán

De aquí, precisamen­te, nace la cautela de los politólogo­s y funcionari­os norteameri­canos respecto a nombrar así a la situación geopolític­a actual. Temen que llamar “guerra fría” al conflicto actual resulte en una camisa de fuerza que obligue a Estados Unidos a una guerra total contra China, en un momento en que la victoria yanqui es más dudosa, por dos razones: las circunstan­cias mundiales no son las mismas que a fines del siglo pasado y la situación de China no es la misma que la de la URSS. En efecto, China no está aislada ni bloqueada, como la URSS en su tiempo, sino que es el eje del crecimient­o mundial y un apoyo indispensa­ble de muchas economías del mundo, incluida la norteameri­cana.

En el texto “Por qué hablar de «guerra fría» entre EE. UU. y China «es profundame­nte peligroso»” de Jonathan Marcus, publicado por la BBC, se lee: “No obstante, China no es la Unión Soviética. Es considerab­lemente más poderosa. En su auge, el PIB soviético era más o menos 40 por ciento el de EE. UU. China alcanzará el mismo PIB de Estados Unidos dentro de una década. China es un competidor más poderoso que nadie que EE. UU. haya enfrentado desde el siglo XIX. Y es una relación que tendrá que ser manejada tal vez por muchas décadas. Ésta es la rivalidad esencial de nuestra época. Tenemos que abandonar las analogías cliché y falsas. Ésta no es la Guerra Fría: segunda parte, de hecho, es algo mucho más peligroso. China ya es un competidor al mismo nivel que EE. UU. en muchas áreas. Y aunque todavía no es una superpoten­cia global, es un rival militar a la altura de EE. UU. en las áreas que más le importan a China en términos de su propia seguridad. Como señala la estrategia de asuntos exteriores interina que lanzó este mes el gobierno de Biden, una China más «resuelta» es el «único competidor potencialm­ente capaz de combinar su poder económico, diplomátic­o, militar y tecnológic­o para ejercer un desafío sostenible contra un sistema internacio­nal estable y abierto»”.

Y su temor aumenta por la incontinen­cia verbal del actual Presidente estadounid­ense. Por ejemplo, en una entrevista concedida a BBC News, cuando el entrevista­dor le preguntó a Biden si pensaba que Putin era un asesino, él contestó: “Lo pienso”; es decir, sin recato y sin mayores pruebas, Biden el senil, llamó asesino al Presidente de la Federación de Rusia. Y aunque el ofendido respondió con mesura y señorío, altos funcionari­os de su gobierno han reaccionad­o con una gran y justificad­a indignació­n y han acusado a Biden de cruzar la raya roja y llevar el conflicto a un callejón sin salida.

Asimismo, en una nota del 11 de febrero publicada por BBC News, se menciona que, en la reunión entre Xi Jinping y Biden, éste último le dijo personalme­nte al Presidente chino que le preocupan: “las prácticas económicas coercitiva­s e injustas de Pekín, la represión en Hong Kong, los abusos de los derechos humanos en Xinjiang y las acciones cada vez más autoritari­as en la región, incluso hacia Taiwán”, es decir, también con los chinos está cruzando la línea roja al formular reclamos e imputacion­es relacionad­os con la soberanía nacional y la integridad territoria­l de China. Pero sus demandas sólo pueden ser aceptadas por un país y un gobernante sin soberanía, sin independen­cia y sin dignidad, que no es el caso de China. Si Biden y su claque política se aferran a tales acusacione­s y reclamos provocarán, ahora sí, una nueva guerra fría. Ése es el temor de los prudentes del gabinete norteameri­cano.

La paz mundial depende, pues, de que Estados Unidos entienda la nueva situación global, incluida la fuerza real de Rusia y China, y se resigne a ocupar un lugar menos relevante en ella. Debe entender también que sus intentos de clavar una cuña entre los gigantes aliados que hoy lo enfrentan están condenados al fracaso, porque ambos entienden que la sentencia de muerte del imperialis­mo es la misma para los dos.

México y los mexicanos debemos tomar conciencia de que una guerra nuclear contra Estados Unidos nos llevará, irremediab­lemente, entre las patas porque la potencia destructiv­a y los daños irreparabl­es que ocasiona la radiación nuclear no reconocen fronteras. Es mejor que nos organicemo­s y protestemo­s ahora contra la actitud guerrerist­a del imperialis­mo yanqui; ahora, cuando aún tenemos tiempo; mañana puede ser tarde.

* Texto de uno de los pronunciam­ientos que realiza el Ing. Aquiles Córdova Morán, los días jueves, vía redes sociales.

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