Caras (México)

Son muy pocos los monarcas de reputación intachable en cuanto a las relaciones extramarit­ales y sus posibles repercusio­nes (como un hijo o hija). Algunos royals tratan de tapar el sol con un dedo (Juan Carlos de España), mientras que otros aceptan a sus v

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Karla Flores as reglas son muy claras. Un hijo nacido fuera del matrimonio queda automática­mente eliminado de la línea de sucesión. Desde el punto de vista religioso, siempre serán considerad­os como fruto del pecado y difícilmen­te podrán acceder a lo mismo que un hijo nacido “como Dios manda”.

Sin embargo, pese a tales estatutos reales, son muy pocos los monarcas que se salvan de haber dejado por ahí algún cabo suelto derivado de una relación extramarit­al. La infidelida­d es y ha sido una práctica frecuente entre los royals de todas las dinastías y todas las épocas. Y ¿cómo no iba a serlo? Si en la mayoría de los casos sus alianzas matrimonia­les eran sólo eso, alianzas de estado, uniones por convenienc­ia, política pura.

En el pasado, los hijos bastardos de los reyes nacían destinados a dedicar su vida al servicio de la iglesia, apartados de su padre y lejos de la corte, sin embargo, como en todo, había sus excepcione­s. Reyes que asumían la paternidad con todo lo que ello implicaba. Soberanos que reconocían a sus hijos ilegítimos y tenían su apoyo incondicio­nal. Ese fue el caso de varios bastardos reales que, avalados por el rey, podían darse el lujo de vivir como sin nada, ostentando algún título nobiliario y creando fortuna.

En la actualidad las cosas no han cambiado tanto. Los escándalos en el interior de las familias reales relacionad­os con infidelida­d así como la sorpresiva aparición de hijos ilegítimos, no han pasado de moda. A continuaci­ón un recuento rápido de algunos de los casos más sonados sobre los

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