VILLANAS LEGENDARIAS
Diana Bracho, Laura Zapata, Jacqueline y Chantal Andere se desprenden del glamour y exponen su talento artístico a través de personajes antágonicos que han dejado huella en la televisión.
Diana Bracho, Laura Zapata, Jacqueline y Chantal Andere recuerdan las maldades que las consagraron en la TV.
lA MALA MÁS BUENA
La determinación, disciplina y talento de Diana Bracho son las herramientas que le han permitido sobresalir en la actuación por años.
Viene de una familia tradicionalmente artística: su papá fue el director Julio Bracho mientras que su madre, Diana Bordes, era bailarina. Estudió Filosofía y Letras, pero siempre tuvo claro que su pasión era actuar. “Mi padre me hizo sentir una persona independiente y que no por ser mujer era inferior, por eso tenía que estudiar y prepararme... aunque él no quería que fuera actriz”, nos confiesa la intérprete.
Fue el productor Carlos Sotomayor quien descubrió su fuerza escénica para interpretar a su primera villana, Evangelina Vizcaíno, en
Cadenas de amargura (1991). “Ese proyecto fue un regalo de la vida. Carlos me dijo: ‘¿Oye, no te importa ser la antagónica de la historia?, creo en ti’ porque existía el prejuicio de que las protagonistas eran las bonitas; leí la historia y no lo pensé ni un segundo”, platica.
A partir de entonces se convirtió en un emblema del antagonismo. Si por algo se caracteriza la primera actriz es por su capacidad camaleónica. La vimos interpretar una mujer sin temor a nada con tal de cumplir sus objetivos en el melodrama
Caprichos (1993), utilizó el humor negro y sarcasmo en Heridas de amor (2006) con Bertha de Aragón y también le dio vida a Gabriela Elizondo en Fuego
en la sangre (2008), en donde hacía sufrir al personaje de Adela Noriega.
Está en la naturaleza de Diana continuar con su trabajo como intérprete. “Mientras esté viva, quiero hacer personajes que vayan con mi edad, no es fácil envejecer. Tengo el cuello arrugado, se me cayó el cachete pero no me voy a atormentar con eso porque voy a ser muy infeliz, mejor me enfoco en lo que tengo en estos momentos; por ejemplo: la experiencia y la libertad”, nos comenta.
“Mientras más arriesgado y distinto a mí es un papel, más me gusta”. Diana Bracho no teme a hacer teatro, cine o televisión, tampoco a ser la protagonista o la villana siempre y cuando el personaje le implique un reto.
Entre Diana Bracho y las villanas que interpreta hay una gran diferencia, ella es humilde y sencilla. “No me encasillo en algo. Luego escuchas a actrices que presumen algo que hicieron hace 40 años. Eso me da flojera, para mí el éxito es interno, cuando das lo mejor de ti, no por cuánto rating tuviste. Actuar es divertirse, romper con convenciones, hacer las cosas que la vida no te permite”, finaliza.
ADVERSA Y PERVERSA
Las malas intenciones que tienen los papeles que realiza Jacqueline Andere, hacen que los televidentes la adoren. Consolidó su carrera como la protagonista de innumerables telenovelas que hicieron historia en la televisión mexicana como Cartas sin destino (1973) o El maleficio (1983), pero actualmente se le reconoce como una de las máximas villanas de nuestro país. “En los últimos 20 años sólo he hecho malvadas y la verdad las disfruto más. Creo que como actriz les puedes sacar mejor partido. Pienso que los personajes antagónicos quedan en el gusto del público, las recuerdan muchísimo”, comenta.
A Andere se le distingue como una ‘joya de las telenovelas’, con 81 años de edad y 66 de trayectoria, reconoce que para humanizar a un personaje maligno se necesita de ciertas virtudes: “Antes que nada tienes que ser buena actriz, en segundo, no hacer a una persona falsa, aunque sea exitoso el proyecto, una villana tiene que ser humana, debes buscar el por qué es así, marcarle antecedentes, que es lo que nunca tienen. A mí no me gusta hacer papeles de caricatura, no los soporto”.
Jacqueline Andere asegura que las malas marcan la pauta en las historias, y agradece la oportunidad que le han dado para crear los distintos papeles de este tipo, ya que le han permitido desenvolverse en su profesión y conocer su capacidad para interpretar. De igual forma considera que parte de su éxito se debe a sus directores. “Una buena dirección hace la diferencia. Si te dicen las cosas claras, debes confiar, si te dan la libertad de aportar como actriz es a todo dar, pero hay que respetar el trabajo de todos porque cada uno, los productores, los escritores y técnicos, saben lo que hacen”, añade.
Ernesto Alonso, Valentín Pimstein, Carla Estrada, Nicandro Díaz, José Alberto Castro y Salvador Mejía, son algunos de los reconocidos productores con los que ha hecho mancuerna en la pantalla chica.
Por años, Andere, ha sido la culpable de hacer enojar, sufrir y llorar a millones de televidentes, pero de igual forma, se ha ganado el cariño del público que la sigue en cada uno de los proyectos en los que participa. “Llevo mucho tiempo en esto y a veces siento que ya soy un mueble más de la casa de las personas (risas). La gente me dice: ‘Señora Jackie, ¿cuando la vemos en otra telenovela?’. La verdad es que me tienen mucho afecto, y que la gente te reconozca a pesar de que eres la mala de la historia es padrísimo”, concluye.
TERNA MALICIA
E“Yo nací artista, soy exagerada desde que era bebé. A mi mamá le daba pavor regañarme y desde niña hacía muchos berrinches (risas)”, confiesa la actriz.
Si algo disfruta la intérprete, es que le ha permitido ser la mala del cuento. “Me encanta la maldad y los desplantes que hacen estas mujeres; que golpean, que matan. Ser la villana te da la posibilidad de hacer algo que en tu vida obviamente no harías”, agrega Laura Zapata, quien desde chica tenía claro que su vocación estaba en el ámbito de las artes.
Comenzó en el teatro, sin embargo, demostró el potencial que tenía para ser una gran actriz de la pantalla chica desde 1974, cuando participó en Mundo de juguete, su primer proyecto televisivo. Al poco tiempo despegó su carrera como la rival de las protagonistas gracias a Valentín Pimstein. “Siempre me dio el papel de la mala, algo vio en mí. Fueron como seis o siete telenovelas con él y creo que hicimos un gran equipo: Valentín como productor, Beatriz Sheridan de directora, el gran escritor Carlos Romero y yo de antagonista (risas)”, platica a CARAS.
“Se necesita de un ‘ do de pecho’ muy especial y de mucha fuerza a la hora de interpretar, para mantener al personaje activo, y más en las telenovelas de antes que eran 200 capítulos. Con las villanas tocas todos los géneros en un solo personaje; por ejemplo, comedia, drama, tragedia y eso es increíble, pero también es un gran reto y una responsabilidad enorme”, añade.
La actriz ha participado en más de 15 exitosos melodramas como María Mercedes
(1992), Esmeralda (1997) Rosalinda (1999) y
La intrusa (2001), en los cuales realizó toda clase de maldades. “Creo que las malas son las más inteligentes, ellas manejan la trama y marcan la agenda de toda la telenovela. Además de que son las guapas, las elegantes, las bien vestidas y las que hacen el mal… son las más divertidas. Pero eso sí, el personaje me tiene que atrapar y enamorar, lo tengo que leer y decir ‘soy yo’ para que acepte crearlo”, nos comenta Zapata.
Aunque ha obtenido varios galardones a lo largo de su trayectoria, reconoce que su mayor logro es tener la aceptación de los televidentes que siguen su carrera. “Me encuentro a mucha gente que me dice, ‘ yo la odiaba, pero la amo’. Creo que ha sido un trabajo con personajes muy lindos pero, definitivamente, el mejor premio es el cariño del público”, finaliza la primera actriz.
iNSTINTO MALIGNO
Decidió seguir los pasos de su madre, Jacqueline Andere. Gracias a su tenacidad, talento y confianza en ella misma, supo crear su propio nombre en la industria del entretenimiento. “Tenía este tema de llegar al nivel de mi mamá. Al principio sí fue difícil, pero afortunadamente las cosas salieron bien, empecé a trabajar mucho y la gente hablaba bien de mí… aunque había quien pensaba que era un capricho, finalmente se dieron cuenta de que no era así, era algo para lo que nací, creo que viene del gen”, nos platica Chantal Andere.
Tan grande era su sueño de ser actriz, que a los 17 años fue –a escondidas de sus padres– a hacer un casting. “Me fui a formar a Televisa San Ángel, había como 250 niñas. Julissa me dio una escena, me la aprendí y pasé a hacerlo... en la noche me marcó a mi casa y me dijo, ‘quiero que seas la villana’. Yo no sabía en lo que me metía (risas), empezamos a grabar y cuando regresan mis papás, les dije. Mi padre estaba un poco enojado y me decía que no me manejaba sola, mi mamá en el fondo pensaba ‘qué cool vieja, que fue a hacer su prueba sola’ pero al final me dieron chance y la novela y mi personaje fueron un éxito brutal”, comenta.
Dulce desafío ( 1988), fue la telenovela que la consagró como una antagónica de la televisión. Incluso recuerda una anécdota que vivió por consecuencia de Rebeca Centeno, su personaje. “Una semana antes del final, fui con mi mamá al súper y una señora me agarró a golpes con una lechuga orejona. Me quedé helada. Ella tenía como 50 años y fue un shock para mí que me agarraran a lechugazos (risas). Llegamos a mi casa y siempre he sido muy sensible, entonces mi papá me dijo: ‘ Te acaban de dar el mayor halago que te van a poder hacer el resto de tu vida, porque alguien se compró tanto el personaje que tuvo la necesidad de agredirte ligeramente con una verdura, eso es hacer a una buena villana’”.
A partir de entonces, las oportunidades para aparecer como la adversaria no dejaron de llegar. Y en cada uno de los papeles, la actriz se sale de su zona de confort para llegar a los niveles más altos de la actuación. “Trato de que mis interpretaciones sean distintas. Me parece que las actrices que siempre quieren tener el look que les gusta para su vida no funcionan. Por ejemplo, nunca me pintaría el pelo de rojo, pero hay personajes que sí… y pues ni modo, me lo pinto y no pasa nada. Siempre me ha gustado sacrificar algo y así como sacrifico ir al cine con mi familia o a una reunión con amigos, creo que es importante hacerlo en la parte física”, finaliza.