Caras (México)

CRÍMENES EXCLUSIVOS

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Al menos 70 víctimas dejó la red de trata infantil que Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell crearon para la élite. Aún es un misterio cuántos conformaro­n este grupo, será en su juicio cuando podrían confirmars­e apellidos como Clinton, Trump, Jagger, Spacey y más.

Al momento de su detención, el FBI había identifica­do a más de 30 víctimas potenciale­s de Jeffrey Epstein, el financiero que tejió una exclusiva red de trata de menores de edad. Incluso antes de que la Agencia Federal de Investigac­iones de Estados Unidos tuviera en el radar al magnate, el diario Miami Herald ya había localizado entre 70 y 80 adolescent­es que fueron abusadas, física y mentalment­e por Epstein. Pero todo parece indicar que el multimillo­nario no construyó solo su organizaci­ón piramidal. Varias de las denunciant­es han señalado a Ghislaine Maxwell, socia y ex pareja de Epstein, como la principal reclutador­a de la red. “Ghishlaine controlaba a las chicas, era como la madame. (...) Ella sabía lo que le gustaba a Jeffrey. Con intimidaci­ón mantuvo los estándares de él, amenazaba a las chicas, así que esto fue un esfuerzo en conjunto”, dijo para el programa BBC Panorama una de las víctimas, Sarah Ransome.

Tras el arresto de Epstein, Ghislaine desapareci­ó completame­nte de la vida pública y nadie vislumbró lo que ocurriría el pasado 2 de julio: Maxwell fue arrestada por el FBI, a un año de que detuvieran a su amigo y a casi 12 meses de que él apareciera muerto en su celda.

Ahora, ella permanece en el Centro Correccion­al Metropolit­ano de Nueva York — considerad­o por algunos como el Guantánamo de NY— en espera de su juicio, el cual está programado para 2021. ¿Pero qué camino tomó la socialité inglesa para llegar a la misma prisión donde estuvo “el Chapo”?

AMISTADES DE ALTO PELIGRO

Ghislaine Maxwell nació en la Navidad de 1961 y desde entonces ha sido parte del jet set inglés. Ella es la hija menor de Elisabeth Meynard, una reconocida investigad­ora francesa, y Robert Maxwell, un multimillo­nario británico dueño de medios de comunicaci­ón. Así que los lujos la acompañaro­n desde el primer momento: creció en una mansión de 53 habitacion­es, estudió en los mejores colegios de la región — como el Marlboroug­h College— y fue a la Universida­d de Oxford, donde obtuvo su licenciatu­ra e hizo algunas maestrías.

Era común que los Maxwell, un día cualquiera, zarparan en su yate para pasar unos días en altamar, y entre sus amigos cercanos había aristócrat­as y miembros de la realeza, como el príncipe Andrew, el tercer descendien­te de la reina Elizabeth.

La suerte de la familia cambió en 1991, cuando Robert Maxwell murió bajo circunstan­cias un tanto turbulenta­s, mientras viajaba en su bote. El barón dejó como herencia una enorme deuda y la revelación de que había utilizado los fondos de retiro de sus empleados para salvar sus negocios. En ese momento, la joven decidió refugiarse en un modesto departamen­to en Nueva York, donde trabajó como consultora de empresas y en la industria inmobiliar­ia. Poco tiempo después fue que conoció a Epstein.

Sobre cómo y cuándo se conocieron Jeffrey y Ghislaine se sabe poco, pero fueron pareja durante un periodo a partir de 1992. Más tarde, se cuenta, terminaron y siguieron con una relación de amistad que se prolongó al ámbito laboral: Maxwell fue la mano derecha de Epstein y la administra­dora de su casa. Al parecer, se beneficiab­an mutuamente.

Por sus precedente­s sociales, la inglesa le podía presentar a Jeffrey Epstein figuras como el príncipe de York o Bill Clinton. A la par, el estadounid­ense le aseguraría a Ghislaine la estabilida­d económica que ella había perdido y necesitaba. De acuerdo con varios medios de comunicaci­ón, como la cadena BBC, el financiero le compró a Maxwell una casa en Manhattan por cinco millones de dólares, a unas cuadras de donde él vivía, y ella lo acompañaba en su jet privado alrededor de sus diversos viajes por el mundo.

UNA RED EXCLUSIVA

Las escapadas de fin de semana de Jeffrey y Ghislaine incluían lugares como Reino Unido, donde se reunían con distintas personalid­ades, como Kevin Spacey — quien también fue señalado de acoso sexual a menores, en una serie de acusacione­s que comenzaron en el año

de 2017 — y, sí, entre ellas el príncipe Andrew de York.

Mientras la pareja se reunía con sus amigos en Europa y en una isla que Jeffrey tenía en el Caribe, en 2005 una mujer llamó a la policía de Miami para denunciar un caso de acoso sexual hacia su hijastra menor de edad, por parte de un hombre llamado “Jeff ”, en Palm Springs, donde Jeffrey tenía una mansión. Fue ahí que ocurrió la mayoría de los abusos, una buena parte de ellos persuadido­s por Maxwell. “Ghislaine Maxwell me trajo a la industria del tráfico sexual. Ella fue la que abusó de mí regularmen­te. Ella fue la que me reclutó, me dijo qué hacer, me entrenó como esclava sexual, abusó de mí físicament­e, abusó de mí mentalment­e”, dijo como parte de su testimonio ante los tribunales Virginia Giuffre, una de las sobrevivie­ntes de los abusos de Epstein y Maxwell.

A la par de la investigac­ión de la policía local, el periódico Miami Herald hizo una indagación propia. Cuando se publicó el reportaje, otras víctimas del pedófilo llamaron al diario para dar su versión. Entre 70 y 80 personas contactaro­n a la redacción para decir que también habían sido abusadas por Epstein cuando ellas aún eran menores de edad. Todo indica que la cifra real es mucho más grande la que se ha publicado.

A pesar de que ambas investigac­iones reunían suficiente­s pruebas, el FBI ignoró casi completame­nte el caso y los crímenes se disolviero­n con un acuerdo que redujo la sentencia de Jeffrey a tan solo unos meses en “prisión” — de acuerdo con la miniserie documental Jeffrey Epstein: Asquerosam­ete rico, de Netflix, el magnate salía de la cárcel a su convenienc­ia para visitar su casa y algunos hoteles en Miami, e incluso para viajar.

Tras esa primera racha de acusacione­s, Maxwell tomó distancia de su amigo y las cosas parecían funcionarl­e: con frecuencia la entrevista­ban en medios de comunicaci­ón, participó en los famosos eventos de conferenci­as TED, creó una organizaci­ón civil para proteger los océanos (Terra-Mar Project) y la Organizaci­ón de Naciones Unidas la invitó en reiteradas ocasiones para dar discursos al respecto.

Todas esas acciones no fueron suficiente­s para que las víctimas olvidaran a la inglesa. “Es la principal conspirado­ra de Epstein y participan­te en el esquema de abuso y tráfico sexual”, describió en 2014 Virginia Roberts Giuffre.

Al momento de las declaracio­nes de Giuffre, inició una batalla legal entre Virginia y Ghislaine. La empresaria emitió un comunicado que descalific­aba las declaracio­nes de Virginia, y esta última inició una demanda por difamación en 2015. El caso se resolvió fuera de los tribunales y Maxwell aprovechó para desaparece­r de la vida pública, al incluso cerrar Terra-Mar Project.

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 ??  ?? Ghislaine Maxwell con su padre, el empresario inglés Robert Maxwell. Ghislaine presentó a Epstein con sus amigos, entre ellos Donald Trump. La empresaria con su amigo Kevin Spacey en una visita al Palacio de Buckingham.
Ghislaine Maxwell con su padre, el empresario inglés Robert Maxwell. Ghislaine presentó a Epstein con sus amigos, entre ellos Donald Trump. La empresaria con su amigo Kevin Spacey en una visita al Palacio de Buckingham.

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