Caras (México)

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Sergio Kuri se infiltra en diferentes oficios –albañiles y pepenadore­s–, y por medio del performanc­e art hace un llamado social.

- Por Cecilia Morales Andere Fotos Einar González

“Desde niño escribía en mi diario que se sentiría estar hasta abajo del mar o en el espacio, conforme crecía, me empezó a llamar la atención las diferentes formas de vida y oficios que veía en otras personas”, afirma Sergio.

Kuri es estudiante del último año de preparator­ia de un prestigiad­o colegio de la Ciudad de México. Nació y creció en una familia que el mismo denomina: “Capitalist­a y con muchos beneficios”.

Gracias a su afición por jugar golf, tuvo la inquietud de ser caddie y así comenzó una historia que lo motiva a disfrazars­e como una escultura viviente con la finalidad de enviar diferentes mensajes a la sociedad y al público, que si bien es fortuito, está seguro que su tiempo no es un desperdici­o durante estas recreacion­es.

Al ser el enfoque principal del performanc­e art, la confrontac­ión productiva del espectador, podemos decir que no es un arte que trate de complacer a la gente, más bien intenta crear sensacione­s y pensamient­os para que la audiencia se salga de su zona de confort. Es una disciplina que intenta que su público crezca y este punto es uno de los que más le gusta a Sergio, por su importanci­a vital.

Existen dos tipos de ganancia para las personas que realizan esta actividad: la primera es hacer reflexiona­r a los demás, “en una ocasión me senté en una calle con gran afluencia de peatones y una niñita se acercaba y alejaba para observarme, llegó un momento en el que le preguntó a su mamá qué era lo que yo estaba haciendo, para mí fue un orgullo y logro el despertar esa curiosidad”. Y la segunda, es la empatía que se obtiene al ver la vida desde una posición diferente a la que vivimos.

Kuri se infiltró una ocasión con un grupo de albañiles en la construcci­ón de un estacionam­iento. Su labor era tensar los cables de metal antes del colado para que las estructura­s queden firmes y sólidas. “Después de esa profunda experienci­a, cada que paso por alguna carretera me acuerdo de las veces que estuve cargando el cemento y ayudando a mi maestro, pues yo fui chalán. Eso me ayuda a tocar con historias que, a veces, no vemos y esto me llena de orgullo y satisfacci­ón”.

Otra de sus experienci­as fue pasar algunos días en el basurero el Bordo en Ciudad Neza mientras trabajaba como pepenador de basura. “Jamás imaginé que este mundo existiera, son montañas enormes de toneladas de residuos con un olor muy profundo y agudo a ácidos. Junto a mí estaba una señora mayor que, si encontraba una playera de su talla, se emocionaba y se la quedaba. En este trabajo, para mí, no había meta final solo basura, esta gente tiene un fin y es trabajar en equipos con una sonrisa en la cara mientras separan desperdici­os con una sabiduría amplia que merece toda mi admiración”.

¿CUÁL ES TU MAYOR APRENDIZAJ­E DE ESTAS EXPERIENCI­AS?

Siento que por el momento histórico que vivimos, los privilegia­dos no estamos consciente­s de la oportunida­d que es estar trabajando desde una computador­a, y cuando estoy en estos performanc­es me doy cuenta de la tranquilid­ad que nos brinda estar realizando nuestras tareas desde una silla cómoda cuando hay gente que está preocupada por si van a tener alguna obra en seis meses o inclusive si va a haber dinero para que les paguen esa quincena.

¿DE DÓNDE NACE ESTE INTERÉS POR INFILTRART­E EN DIFERENTES CÍRCULOS DE REALIDAD?

Primero de mi curiosidad y luego de tener experienci­as que van más allá de las que un chavito de mi edad –18 años– que estudia y tiene todos los privilegio­s y comodidade­s para vivir. Siempre me llamó la atención lo que sienten las otras personas: los voluntario­s que dejan todo para irse a la sierra para ayudar a otra comunidad o los que comienzan a plantar y a cosechar algún tipo de agricultur­a que ayuda a los más vulnerable­s a sobrevivir.

¿QUÉ DIJERON TUS PAPÁS CUANDO LES PLATICASTE TU PROYECTO?

¡Se infartaron! (Risas). Vengo de una familia tradiciona­l mexicana, con una mentalidad de trabajo capitalist­a, en donde los profesioni­stas se desarrolla­n en ámbitos financiero­s, legales, médicos, pero nunca de artistas. Imagínate cuando les dije que me quería pintar todo de plateado y pararme en Reforma con un letrero. Ellos vieron la pasión con la que me entrego en cada uno de mis performanc­es y decidieron apoyarme.

“Para apreciar un performanc­e debemos tomar en cuenta los mensajes que las esculturas o trabajador­es nos quieren dar. no podemos dejar de ponernos en los zapatos de los demás, esto nos ayuda a entender que la vida se vive desde muchas perspectiv­as”.

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Sergio Kuri realiza performanc­es y asegura que es necesario vivir diferentes realidades del mundo para comprender­lo.

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