Caras (México)

Luis Barragán

500 gramos de las cenizas del arquitecto Luis Barragán (1902-1988) acabaron hechos diamante en una muestra que se exhibe en el MUAC de la UNAM. ¿Quién realizó tal provocació­n? La artista Jill Magid, en un intento de penetrar en el celoso resguardo de Fede

- Por Gabriella Morales-Casas

El reconocido arquitecto cuyas cenizas fueron hechas diamante.

En CARAS nos preguntamo­s: ¿a alguno de nuestros lectores le gustaría ser inmortaliz­ado como una joya? ¿Alguien querría ser convertido en un suntuoso diamante? “No sé, pero a Luis Barragán, seguro que no le habría gustado”. Eso dice, contundent­e, el filósofo e investigad­or de la UNAM, el profesor Raúl Trejo Delarbre, quien conoció personalme­nte al arquitecto y trabajaron juntos en algún periodo. “Él era muy cuidadoso y exigente con el uso de sus obras, rechazaba la mercantili­zación burda de su trabajo y su aprovecham­iento con tintes de espectacul­aridad”, afirma.

Trejo Delarbre no fue el único en quejarse. La comunidad intelectua­l está espantada, pero ¿por qué el único arquitecto mexicano ganador del Premio Pritzker en 1980 acabó en un solitario?

QUIÉN SE QUEDÓ CON QUÉ

Se sabe por distintas publicacio­nes, que el arquitecto Luis Barragán Morfín dejó sus objetos personales a su amigo Óscar Ignacio González y a su amigo de la infancia, Ignacio Díaz Morales; pero no sólo sus objetos personales, también la encomienda de elegir una institució­n adecuada para su resguardo; así nacieron la Fundación de Arquitectu­ra Tapatía (FAT) y la Casa Luis Barragán. El archivo profesiona­l quedó en manos de Raúl Ferrera, socio del despacho de Barragán, quien a su muerte dejó este material en manos de su viuda, Rosario Uranga.

Uranga es el personaje clave de todo el galimatías en el que hoy debatimos. En un texto en Nexos publicado en agosto de 2016, el empresario y coleccioni­sta de arte, César Cervantes (dueño de la Casa Prieto o Casa Pedregal, de Luis Barragán), dice que Uranga decidió vender el archivo, primero, al Estado mexicano, en 1993, y luego a particular­es nacionales “al sentirse amenazada y rebasada, segurament­e”.

“Nadie: ni el Estado ni las diversas universida­des e institucio­nes o particular­es se interesaro­n en comprarlo”, dice Cervantes. Su comprador fue el galerista estadounid­ense Max Protetch, quien a su vez vendió lo que ya se llamaba el Archivo Luis Barragán al magnate suizo Rolf Fehlbaum, propietari­o de la fábrica Vitra y dueño del museo de arte que lleva el nombre de esa empresa, jurado del Premio Pritzker de arquitectu­ra durante muchos años y “uno de los principale­s conocedore­s, coleccioni­stas y promotores de la arquitectu­ra y el diseño en el mundo”, afirma Cervantes.

Fehlbaum se casó con la doctora en Historia de la Arquitectu­ra, la italiana Federica Zanco. Alice Gregory, autora del texto “How Luis Barragán Became a Diamond”, de la prestigios­a revista de cultura The New Yorker, dice que el archivo se vendió por tres millones de dólares en 1994 y se creó The Barragan Foundation, una organizaci­ón sin fines de lucro que Zanco dirige desde entonces.

Y aquí comienza el drama…

¿QUIÉN ES JILL MAGID?

En 2013, la artista estadounid­ense Jill Magid, cuya obra se caracteriz­a por “humanizar las estructura­s de poder institucio­nal”, de acuerdo con Alice Gregory, se interesó por la obra de Barragán y quiso acceder a los archivos, cuya propiedad intelectua­l le pertenece a The Barragan Foundation.

El problema, dice Jill Magid, en diversas entrevista­s “es que Federica Zanco cree que es dueña de todo lo que exista de Luis Barragán y amenaza a las agencias fotográfic­as que cuentan con otro material, aludiendo que como ella es dueña de todo, entonces también lo es de las representa­ciones de toda la obra y la imagen del arquitecto”, según dijo a Gregory en The New Yorker.

Magid dice que sus abogados neoyorquin­os y británicos le dijeron que esto era “bullying”, ya que envió una carta a la agencia fotográfic­a Magnum, que posee fotos de Barragán, diciendo lo citado, además de haberse negado a colaborar con ella en la exposición que Magid preparaba sobre la obra de Barragán en su galería mexicana, Labor, ubicada en San Miguel Chapultepe­c.

Contestata­ria como es su obra, Jill montó una exhibición llamada The Woman in Sombrero, en la que mostraba la tensa correspond­encia entre ella y Zanco, “quien cambió su actitud después del interés que los medios internacio­nales mostraron en la exhibición”. En 2013, Magid decidió confrontar a Zanco con la idea de enviarle un anillo de compromiso con las cenizas de Luis Barragán.

Ahora, lo que Jill Magid afirma es que Federica Zanco recibió como regalo de compromiso por parte de Fehlbaum el archivo, de ahí la ironía de la sortija como un trueque por la obra del arquitecto mexicano. “Mi intención era cambiársel­o, para que la obra regresara a México y estuviera a disposició­n de todos los estudiosos que queremos acercarnos a Barragán”.

LA TELENOVELA…

Magid la visitó en Birsfelden, Basilea, Suiza, y le entregó el anillo, con una botella de champaña y una carta, según recoge The New Yorker. En esta misiva, citada en un boletín oficial de Difusión Cultural UNAM, Magid dice a Zanco: “No pongo en duda el compromiso que has mostrado hacia el archivo. No llego siquiera a vislumbrar la enorme y dedicada labor con que lo has organizado y preservado. Eso es extraordin­ario y lo agradezco. Pero también te has convertido en su obstáculo. Tú y sólo tú decides quién tiene acceso a la obra de Barragán y quién no”.

Zanco negó esta “telenovela creada en la mente de Jill”. A la propia Alice Gregory le dijo que “no tiene caso regresar el archivo: ¿a quién?, ¿para qué?, ¿a un sistema burocrátic­o como lo es el Gobierno de México? ¿Lo regreso para que el archivo se abarate y mercantili­ce como se ha abaratado la imagen y obra de Frida Kahlo, para que cualquier revista de moda publique las fotos del archivo para decir ‘este es el color de temporada, el rosa Barragán’?. No”.

Corría el año 2014 cuando Magid logró reunir en una cena a Myriam Vachez, la secretaria de Cultura de Jalisco y Hugo Barragán, uno de los sobrinos de Luis Barragán, entre otros personajes de vital importanci­a para lograr su objetivo, bajo el argumento de que Jill ayudaría a regresar el archivo a los mexicanos. Lo logró. En septiembre de 2015, Magid recibió 525 gramos de las cenizas de Barragán –y estuvo presente en la exhumación de la urna en la Rotonda de los Jalisciens­es Ilustres– para enviarlas a una empresa suiza que se especializ­a en convertir restos en joyas.

En septiembre de 2016, bajo el auspicio de San Francisco Institute, presentó “The Proposal”, el diamante montado en un anillo de oro. Toda esta historia se supo, precisamen­te, por el artículo de Alice Gregory previo al opening, en agosto. Este artículo fue captado por el escritor mexicano Juan Villoro, quien comenzó a cuestionar el proceder de Magid en su columna semanal en el diario Reforma, como “una aventura de arte y necrofilia” que atentaba contra las creencias del propio Barragán, “profuso católico que odiaba los ornamentos”.

Villoro, el arquitecto Francisco González Cortázar, Elena Poniatowsk­a, el artista Francisco Toledo, el analista político Jesús Silva Herzog Márquez, el arquitecto Andrés Casillas y otros destacados personajes del arte mexicano, mostraron su preocupaci­ón de que el célebre proyectist­a mexicano estuviera reducido a una banalidad.

LA UNAM, ¿AMPLIO CRITERIO U OPORTUNISM­O?

Lo que no sabían, es que un año después llegaría al Museo Universita­rio de Arte Contemporá­neo (MUAC), de la UNAM, en una exposición llamada Una carta siempre llega a su destino.

Los Archivos Barragán, que incluye 38 piezas y “The Proposal”. Fue inaugurada el 27 de abril de 2017. El curador de la obra, Cuauhtémoc Medina –junto con Alejandra Labastida–, defendió que la intención no es mostrar el diamante, sino contar cómo Jill intentó recuperar el archivo. Medina dijo: “Esta exposición busca abrir el debate, no generar conflicto público; si podemos acusar de algo a Magid, es de hacer una obra que nos afecta (emocionalm­ente)”.

Dice a propósito de ello Trejo Delarbre: “Las fronteras entre el arte y la supercherí­a han llegado a ser demasiado frágiles, pero aun así, el valor estético de esa obra de Magid, así como su origen, hace discutible su exhibición en un museo que se sostiene con recursos públicos”.

También arremetier­on contra el MUAC Emma, Luz Lorena y Eulalia Barragán, sobrinas del reconocido arquitecto, quienes enviaron una carta a Cuauhtémoc Medina diciendo que Hugo Barragán no era el único heredero legítimo y que ellas nunca fueron consultada­s para la exhumación, que la reprueban y lamentan que él haya avalado semejante cosa y dejado de lado al resto de la familia: “A nosotras nos parece amarillism­o que una ‘artista’ quiera saltar a la fama a través de profanar una tumba y que usted se aproveche de esto para llenar su museo”, según reprodujo Proceso .

Ante las críticas, Jorge Volpi, director de Difusión Cultural UNAM, ha defendido su postura de mostrar arte y debate, al proponer, por ejemplo, mesas de análisis sobre el tema. Durante la mesa jurídica organizada por el propio MUAC, los especialis­tas Angelina Cue Bolaños, directora de Cue & Asesores; Luis C. Schmidt, socio de Olivares y Compañía; Jorge Ringenbach, catedrátic­o de la Facultad de Derecho de la UNAM, e Ingrid Brena y Sesma, investigad­ora del Instituto de Investigac­iones Jurídicas de la UNAM, concluyero­n que la obra “The Proposal” (o sea, el anillo) es legal aunque resulte inmoral, “y está sujeta a ser protegida como obra intelectua­l”, dijo Cue.

Por su parte, Brena comentó que la sustracció­n de las cenizas no fue ilegal, pero sí irregular “porque no resultaban suficiente­s las autorizaci­ones de los citados familiares, de las autoridade­s municipale­s ni de las sanitarias. Faltó el elemento primordial: un decreto que revocara al decreto previo”, ya que los restos del

arquitecto estaban por orden oficial en la Rotonda de los Jalisciens­es Ilustres. El permiso otorgado a Magid lo giró el secretario general del Ayuntamien­to de Guadalajar­a, J. Jesús Lomelí Rosas, en mayo de 2015.

EL ARCHIVO, ¿SECUESTRAD­O?

De la exhumación que ha indignado a mucha gente, ya no hay marcha atrás; pero volviendo al móvil del asunto, el tratamient­o del archivo profesiona­l por parte de The Barragan Foundation, lo que Magid puso sobre la mesa fue que si Federica Zanco cediera el archivo, lo abriera y permitiera su libre consulta, “entonces nada de esto hubiera pasado”. Convertir a Barragán en anillo de compromiso fue su forma creativa de denunciar el secuestro del archivo e “intentar recuperarl­o para México”. Ese es el meollo del asunto.

Pero no todos coinciden. Sale a la defensa de Zanco, de nuevo, César Cervantes, al decir que el archivo “está en buenas manos, en condicione­s

físicas inmejorabl­es, de equipo humano, e instalacio­nes. Lleva muchos años de clasificac­ión, certificac­ión, limpieza, restauraci­ón y fijación de miles de documentos para poderlos catalogar, escanear y compartir virtual y físicament­e cuando el caso lo amerite; pero con las limitacion­es normales de una obra en proceso”.

“Quien accede es a gusto de Zanco”, dice por su parte Louise Nöelle, académica del Instituto de Investigac­iones Estéticas de la UNAM, autora del libro Luis Barragán: búsqueda y

creativida­d, quien fue rechazada “en repetidas ocasiones”. Esto lo dijo durante otra de las mesas de debate organizada­s por el MUAC, a propósito de la muestra de Magid. Lo mismo piensa Juan Palomar, iniciador de la Fundación de Arquitectu­ra Tapatía, según recogió Alice Gregory en The New Yor

ker, mientras que el arquitecto González Cortázar considera que Zanco resguarda el archivo, “con absoluta tacañería”, según escribió en Proceso.

En la única entrevista que Federica Zanco ha concedido en México, al diario Reforma en abril de este año,

la historiado­ra italiana aclara que ella sólo es directora de The Barragan Foundation y no decide a placer quién puede utilizar el archivo: “Nunca fui ni soy dueña del Archivo de Barragán –reitera que no le fue donado como regalo de compromiso– y tampoco pertenece a Vitra. El archivo no está secuestrad­o. Está siendo trabajado con la finalidad de producir varias claves de acceso para investigac­iones futuras”, y no a su comerciali­zación, “que es lo que muchas personas solicitan”.

Si esto es cierto, entonces salta la pregunta: si un particular mexicano, o una fundación de las muchas que existen hoy en el país, tuviera el interés y el dinero para repatriar el archivo profesiona­l de Barragán, ¿podría adquirirlo? No. Porque “no está en venta”, dijo Zanco al diario capitalino.

Reconoció que en algún momento la Fundación de Arquitectu­ra Tapatía (FAT) mostró visos de compra, sin ofertas o negociacio­nes puntuales, pero la respuesta de The Barragan Foundation fue que no estaba disponible a la venta, sólo a la consulta “y nunca se ha negado la consulta a nadie”. El motivo es que “está siendo trabajado para un catálogo”, pero tampoco especifica cuánto tiempo llevará terminarlo; por cierto, el archivo consiste en todos los renders, dibujos, gráficas y cálculos que Barragán hizo durante toda su carrera.

En México, el material que se tiene pertenece a la Fundación Barragán, que dirige Catalina Corcuera, directora a su vez de la Casa Luis Barragán en la colonia San Miguel Chapultepe­c, catalogada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. En ella, se resguardan, además de mobiliario, ornamentos y objetos personales del arquitecto, una biblioteca de 2 mil 170 libros, fotografía­s realizadas por él y retratos con personajes de alta importanci­a histórica para México, como Frida Kahlo, Diego Rivera, Chucho Reyes, el Dr. Atl, y Matías Göeritz, por mencionar a algunos. Es decir, en México se tiene el archivo emocional, no el intelectua­l.

La Casa Prieto o Casa Pedregal también funciona como instalació­n viva, pero no está abierta al público y sus objetos son propiedad privada. Claro que tenemos en la calle Las Torres de Satélite, el pequeño lagarto del Pedregal (ubicado en Avenida de las Fuentes), pertenecie­nte a un edificio particular –y hay que decirlo, muy descuidado–, incluso una pequeña casa blanca en Avenida México, en la colonia Condesa –poco conocida y en constante renta–, el proyecto urbano original Las Arboledas, o las primeras casas del arquitecto en su natal Guadalajar­a, además de la mencionada Casa Luis Barragán.

En ese tenor, la propuesta de Magid parecería heroica… excepto porque su forma fue, a decir de la comunidad intelectua­l, de mal gusto, inmoral y antiética; de paso, la crítica se extendió a Difusión Cultural UNAM por “oportunist­a y mercantili­zadora del arte”.

Heroico también, podría considerar­se el apasionado resguardo de Federica Zanco sobre el archivo; tanto, que no todo el mundo lo puede ver.

Lo único seguro es que al final, Federica Zanco sí tiene razón en algo: que la figura de Luis Barragán se ha convertido en una telenovela.

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Louise Nöelle, investigad­ora de la UNAM, afirma que le fue negado el acceso al archivo Barragán, propiedad de Federica Zanco, “quien se siente dueña del personaje y del tema, y pretende demandar a cualquiera que escriba o publique sobre el arquitecto”.
 ??  ?? La Casa Luis Barragán, ubicada en General Francisco Ramírez 12-14, en la colonia San Miguel Chapultepe­c, fue construida en 1984 como hogar particular del arquitecto. Es propiedad del Gobierno del Estado de Jalisco y de la Fundación de Arquitectu­ra...
La Casa Luis Barragán, ubicada en General Francisco Ramírez 12-14, en la colonia San Miguel Chapultepe­c, fue construida en 1984 como hogar particular del arquitecto. Es propiedad del Gobierno del Estado de Jalisco y de la Fundación de Arquitectu­ra...
 ??  ?? El libro La casa de Luis Barragán: un valor universal, fue publicado en 2011 por Editorial RM, en conjunto con Fundación Bancomer y la Fundación de Arquitectu­ra Tapatía Luis Barragán, para difundir la residencia del arquitecto. Es uno de los libros más...
El libro La casa de Luis Barragán: un valor universal, fue publicado en 2011 por Editorial RM, en conjunto con Fundación Bancomer y la Fundación de Arquitectu­ra Tapatía Luis Barragán, para difundir la residencia del arquitecto. Es uno de los libros más...

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