Mi padre, mi maestro
ADRIANA LÓPEZ BERBER y RAMÓN LÓPEZ SEPÚLVEDA nos abrieron la puerta del taller en donde crean las maravillosas obras de arte que expresan sus emociones y su pasión.
ADRIANA LÓPEZ BERBER y RAMÓN LÓPEZ SEPÚLVEDA nos abrieron la puerta del taller en donde crean las maravillosas obras de arte que expresan sus emociones y su pasión.
COMO PADRE, TRANSMITES LA PASIÓN POR LO QUE HACES SIN DECIRLO, PLANTAS SEMILLAS EN TUS HIJOS QUE FLORECEN EN ESAS MISMAS GANAS DE EXPRESAR LO QUE SIENTEN Y LLEGAR A SER MÁS CREATIVOS.”
En el corazón de la ciudad se encuentra uno de los monumentos más representativos de todo el Estado de México, la Catedral de Toluca; este ex convento franciscano de la Asunción impone el primer cuadro de la capital mexiquense por sus hermosos pilares de estilo neoclásico, sus estatuas y por supuesto sus brillantes vitrales que filtran los amaneceres de una manera espectacular; esa luz que hace destacar el detallado trabajo artístico es lo que nos llevó a Ramón López, un arquitecto de profesión y especialista en vitrales que ha marcado legado en el estado y sus alrededores por sus maravillosas obras en fotografía, pintura, diseño arquitectónico y claro, su trabajo en vidrio; un talento y pasión que heredó a su hija Adriana López, mejor conocida como la diseñadora de joyería Adri Berber.
Ramón estudió la licenciatura de Arquitectura y ejerció la carrera en los años 80 en el área gubernamental como jefe de obras en el DIF, para después crear un taller de vitrales por la necesidad de tener una expansión en la creatividad, liberar sus sentimientos y la emoción que cualquier artista o persona creativa necesita. Este taller le permite pensar de manera libre, pues Ramón cree que para poder ser creativo se necesitan dos cosas; manifestar los sentimientos y liberar las emociones; él menciona que desde pequeños nos enseñan a no expresarnos libremente, pero para un artista o un creativo es lo primordial. “Los trabajos que me representan un reto se convierten en una satisfacción cuando los completo, hay obras que no tienen que ver con el tamaño y en esos, desarrollas mucho más, ese es el reto que yo veo que cumple Adriana, se plantea proyectos que resultan en retos nuevos para ella y en parte para mí porque me obliga a ver las cosas de manera diferente o entender nuevos materiales que complementan la innovación de Adri con mis 30 años de experiencia”.
Adri es mejor conocida como Adriana Berber pues lleva el apellido de su mamá Irma Berber en sus piezas, sin embargo, la vocación y el amor por el vidrio lo heredó de su papá; desde pequeña ella sabía a qué quería dedicarse, todos sus juegos eran relacionados con el diseño, desde la casa o la ropa de sus Barbies hasta el momento que conoció la joyería. “Fue maravilloso descubrir mi vocación a tan temprana edad, decidí arquitectura porque no había un grado académico de joyería así que decidí ir con la madre del diseño que es la arquitectura, pero mientras estudiaba la licenciatura, ya estaba tomando cursos de metales y desde la prepa trabajé en el taller de mi papá en donde me dejaba experimentar en el horno”.
Al salir de la carrera, Adri fue invitada a la incubadora de empresas del Tec de Monterrey en donde nació su empresa pero desgraciadamente un suceso de salud detuvo su proyecto, esto fortaleció la relación familiar con su hermana Irma, su mamá y su
papá. “Después de esta situación yo no sabía si seguir con el proyecto de joyería, comencé a trabajar en una constructora pero mi pasión siempre me regresaba a las joyas porque lo que siempre me encantó es el proceso del taller y crear piezas únicas en donde le pones un pedazo de tu alma y transmites emociones a cada pieza”.
El posgrado de joyería contemporánea evolucionó la creatividad en Adri y se desarrolló en dos líneas que conviven mucho; Verver es una línea de joyas que fusiona abstractamente lugares, conceptos
y personas de la ciudad con causas sociales. “Para mí, la joya solo es el pretexto para hablar de cosas más importantes, una herramienta de comunicación para quien está haciendo cosas en el ámbito educativo o ambiental pueda usarlo de plataforma a través de la joya”. Su otra línea, Adriana Berber, nació al conocer a la diseñadora textil Lula Montés, con quien conoció los procesos artesanales del bordado mazahua, eso la motivó a recuperar el legado de los artesanos mexiquenses. “En el Estado de México tenemos una riqueza impresionante pero hay poca difusión, así que yo busco ser el enlace entre el diseño contemporáneo y la parte artesanal”.
“Cuando nació el proyecto de rescate artesanal, yo le preguntaba a las artesanas si sus hijos continuaban con el legado de la creación de obras de tradición y siempre me decían que no, entonces me di cuenta que estamos a una generación de perder las técnicas de nuestros antepasados porque las nuevas generaciones no tienen interés y eso reduce la apreciación y consumo por lo tradicional, es por eso que nació BÚÚ, una asociación para sensibilizar a los niños otomíes y a los demás sobre la obra creativa y el consumo local.”
“TRABAJAR CON MI PAPÁ ES MUY COMPLICADO PORQUE SOMOS IGUALES Y A VECES CHOCAMOS, PERO EN LA PARTE CREATIVA FLUIMOS MUCHÍSIMO PUES EL BAGAJE CULTURAL HA SIDO EL MISMO Y EN ESO EMPATAMOS”.
“Mi mamá siempre ha apoyado los proyectos de mi papá y los míos, ella es el enlace que une a nuestra familia”.