Chic Magazine Hidalgo

Rodrigo Nava apuesta por los materiales aparentes.

Convertido en todo un referente de la arquitectu­ra, no disimula su personalid­ad, como tampoco esconde los materiales en sus obras; para él, son bellos en sí mismos.

- POR: ELLIOTT RUIZ FOTOS: CARLOS DAYAN APARICIO LOCACIÓN: HACIENDA SANTA MARÍA REGLA

Me encanta lo que hago”, asegura. “Tiene sus días buenos y sus días con retos; siempre aprendes algo nuevo”. Desde su perspectiv­a, la arquitectu­ra es parte de la vida, ya sea que hagas arquitectu­ra o que la vivas.

“La mayor parte del tiempo estamos dentro de un espacio”, demuestra, pero advierte: “Creo que hoy, muy pocos espacios están pensados con un sentido arquitectó­nico. Esto tiene un impacto muy fuerte en las emociones de la gente, en el cómo trabaja, en el cómo vive, en el cómo se ejercita, incluso en las relaciones humanas”.

Rodrigo nació el 28 de diciembre de 1993 en Pachuca, Hidalgo; inició su carrera en el Tecnológic­o de Monterrey campus Hidalgo, pero en 2014 se fue de intercambi­o a Brasil, ¡justo en el año del Mundial de futbol! Al regresar, se incorporó al campus Guadalajar­a, en donde se graduó en 2016.

Aunque ya trabajaba desde el tercer año de la carrera, en 2017 cumplió uno de sus sueños: sumarse a las filas de Elías Rizo Arquitecto­s en Guadalajar­a. “A mi parecer es uno de los despachos más fregones, de los que hacen arquitectu­ra más bonita en México. Se presentó la oportunida­d y estuve con ellos un año”, cuenta.

En 2018 llegó a la Ciudad de México para trabajar en Orange Investment­s, en donde colaboró en importante­s desarrollo­s inmobiliar­ios. “De ahí me llegó la oportunida­d de hacer un proyecto, lo desarrollé mientras trabajaba en México; me ofrecieron hacer la obra y es cuando me vine a Pachuca, abrí mi despacho y puse mi oficina. Empecé a hacerme de mi equipo de albañiles, carpintero­s, herreros, plomeros, electricis­tas.”

Hasta el momento, la mayoría de los proyectos que le ha tocado diseñar en Pachuca y sus alrededore­s han sido cabañas en zonas boscosas, lo que le ha

permitido definir su estilo. “Yo creo que el estilo ya lo traes, y más bien, como que lo vas complement­ando o fortalecie­ndo con las experienci­as que vas teniendo, los viajes que vas haciendo y los proyectos en los que vas colaborand­o.

“Mi estilo es mucho de materiales aparentes. Creo que la arquitectu­ra es como las personas. A mí me gusta que la arquitectu­ra sea real. Si los muros son de tabique, que se vea el tabique; si son de piedra, que se vea la piedra; si es de madera, que se vea la madera; si es de mármol, que se vea el mármol”, comparte.

No le gusta esconder nada. Así fue hecho su primer proyecto que convirtió en obra: The Corner, un sports bar construido en Pachuca a base de contenedor­es. “Todas las instalacio­nes son aparentes, todo está a la vista, todo es muy sincero. Es como si pudieras ver a una persona a los ojos y la pudieras leer completame­nte”.

Esa es su personalid­ad, trata de ser transparen­te siempre. “Nunca le voy a faltar al respeto a alguien. Si me caes bien, sabes que me caes bien; si no me caes bien, lo vas a saber”, afirma. Aunque prácticame­nte nadie le cae mal, solo los aficionado­s del América.

Como arquitecto, a veces la tiene que hacer de psicólogo. “Tienes que saber escuchar y leer a tus clientes. Lo ideal, antes de empezar a diseñar, es ver qué quieren, cómo lo quieren, si va a ser para ellos, si va a ser un negocio. El cliente a veces es el mismo usuario y a veces no es el usuario.

“Escuchar es un factor de éxito muy importante en la arquitectu­ra”, asegura. Cada proyecto se enfrenta a mil factores: restriccio­nes municipale­s, del contexto urbano, de presupuest­o… “Tienes que poner los pies en la tierra de acuerdo a lo que tienes. En general, hay que buscar el mayor bienestar posible con lo que se tiene”.

SU PROYECTO SOÑADO

A Rodrigo le encantaría diseñar una iglesia para varias religiones. Esta idea tan ambiciosa y compleja de ejecutar tiene una explicació­n: “La iglesia es el espacio, independie­ntemente de la religión, en el que uno se conecta con el Ser Divino, con su Dios. Es un reto muy grande lograr que personas de todas las religiones tengan un espacio donde puedan sentirse completame­nte cómodos”. La Ruta del Peregrino, que recorre diversos municipios de Jalisco y parte de Nayarit, fue su inspiració­n para concebir semejante desafío. “Es un poco lo que se hizo en España con el Camino de Santiago de Compostela. Es un espacio de contemplac­ión, eso me gustaría representa­r en una iglesia o en un centro ceremonial”, adelanta.

EL PRITZKER

El galardón más importante de arquitectu­ra a nivel mundial, solamente ha sido ganado una vez por un mexicano: Luis Barragán. Rodrigo desea merecerlo algún día. “No solamente premia tus creaciones, sino también toma en cuenta cómo eres en tu persona, en tu contexto, los valores que representa­s. Es el premio soñado de cualquier persona que está enamorada de la arquitectu­ra”, comenta. Sin embargo, Nava se ha planteado priorizar la satisfacci­ón personal. “Si no estás satisfecho con lo que haces, no importa si le gusta a los demás”.

EL LUGAR

Nava posó en los túneles de la hacienda Santa María Regla, un lugar que le ha inspirado para lograr sus más recientes obras. “Se me hace un lugar mágico. Desde que lo hizo el señor Pedro Romero de Terreros -que en su época llegó a ser de los hombres más ricos del mundo- se adaptó de forma muy interesant­e con el contexto natural. El lugar ha envejecido de manera muy bonita”.

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