¿QUÉ HACEMOS CON LOS NIÑOS?
Las clases presenciales no comenzarán este agosto y los niños se conectarán a distancia.
Ya experimentamos trabajar en casa mientras los niños atienden clases vía televisores, computadoras y celulares. Sobrevivimos. Pero es un reto para las familias, y definitivamente más para las mujeres, quienes en México seguimos asumiendo, por estereotipo de género, más trabajo no remunerado que los hombres, además de cumplir con nuestros empleos remunerados.
¿Es compatible tener a los niños en casa y mantener un trabajo que nos dé ingresos?
El valor diario de las labores de las mexicanas era de 60 mil millones de pesos, antes de covid, según el Observatorio Internacional de Salarios Dignos y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos; solo 33.3 por ciento era remunerado. Dedicamos 11.21 horas semanales al cuidado de los niños, los hombres 4.83 horas, según la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo de Inegi e Inmujeres; destinamos más a la limpieza de la vivienda que ellos (10.12 versus 4.72 horas) y al cuidado de la ropa (5.31 versus 2.07).
Al sumar el factor pandemia, la casa es el espacio para producir, aprender, educar, trabajar, descansar, refugiarse y sobrevivir. Los hogares se han “convertido en el espacio económico no remunerado ni reconocido más importante de todos los tiempos”, escribió Nadine Gasman, presidenta de Inmujeres. “El mundo de afuera paró, el de los hogares aumentó su carga, se hizo hiperactivo, y nos golpeó de nuevo fuertemente a las mujeres”. Había más de 22 millones de mexicanas trabajando (40 por ciento de la población ocupada). Muchas perdieron su empleo, otras lo retomaron en la nueva normalidad, y todas nos cuestionamos cómo trabajar mientras los hijos aprenden en casa. ¿Podremos?, ¿tenemos que renunciar?
En México no existe un sistema de cuidados que apoye a las familias, y más a las mujeres, para que la decisión de quién sale a trabajar, cómo y cuándo no se tome con base en estereotipos de género, sino a partir de acuerdos familiares igualitarios. Durante la crisis de salud y económica la falta de este sistema agrava las desigualdades de género y hace evidente lo lejos que estamos de poder decidir con libertad.
En una charla con Marta Ferreyra, directora general de autonomía y empoderamiento para la igualdad sustantiva de Inmujeres, me explicó que los países desarrollan su modelo de cuidados en función del ideal de democracia y de país que quieren construir. Si se quiere una sociedad igualitaria, el sistema se piensa con esa imagen, además, debe estar al centro de las políticas públicas.
Los cuidados construyen la humanidad porque todos necesitamos de ellos en uno o varios momentos de nuestra vida. Entonces, como me dijo Marta, “somos porque cuidamos y somos porque dependemos”.
Los niños no pueden regresar a clases en la situación actual, las familias lo resolveremos, pero impactará nuestra capacidad de generar, sobre todo la de las mujeres. El país se quedará sin much@s mexican@s que antes trabajaban y ahora cuidarán; la economía se recuperará más lento.
El daño no es solo económico. Estamos repitiendo patrones de cuidado que lentamente habíamos logrado superar y poniendo un ejemplo a las nuevas generaciones de quién debe quedarse en casa a cuidar cuando las cosas se ponen duras.