El diseñador de interiores, Javier González, busca ser disruptivo a través de su talento.
El diseñador de interiores busca romper paradigmas a través de sus proyectos y ha creado su exclusiva línea de muebles.
“No todo es perfecto, aceptar tu vulnerabilidad es importante”.
D iría el arquitecto Le Corbuseir: “La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de la felicidad” y eso es algo que Javier González ha sabido hacer, pues se ha convertido en un experto diseñando espacios que ofrecen experiencias sensoriales, Javier ha logrado desarrollar su talento a través de la felicidad: “A los 27 años de edad, en uno de los accidentes más disruptivos que puede sufrir un joven, descubrí una actividad en la que mi creatividad florecía exponencialmente y noté que mis habilidades eran natas. Siempre fui un diseñador de interiores, finalmente me sentía pleno”. Sin embargo, su pasión también se ha convertido en su mayor reto: “Cambiar la percepción en los demás sobre los espacios, romper paradigmas y abrir las posibilidades de los esquemas ya preestablecidos; como ese amor irracional al color gris que solo causa depresión. Descubrí que mi profesión podía influir de manera positiva en la vida de las personas”, agregó. Su trabajo no solo busca crear un ambiente totalmente diferente, sino también mejorar la salud, unión familiar, espiritualidad y prosperidad en los negocios, “en pocas palabras, cambiar la vida en la conexión. Un espacio no es la cantidad de piezas que coloques dentro de este, es la armonía que siente la persona con sus seres más queridos, solo eso importa”. Su pasión lo ha llevado tan lejos que ahora cuenta con su marca de muebles: Fornitta, una marca que recupera la fuerza del lifestyle: “Lo que quiero es dar una experiencia sensorial de cómo vivir un espacio con lujo y retomar el buen vivir en todas las actividades que
haces dentro de tu casa”. Sus piezas son únicas y creadas a partir de las necesidades del cliente. Por otro lado, para aquellos interesados en aprender más sobre esta área, Javier lleva dos años ofreciendo cursos y talleres que buscan romper los procesos clásicos, “Sus proyectos suelen ser mecánicos y repetitivos, así que les ofrezco herramientas que hoy uso y que tienen éxito. Además, lo que más me gusta de enseñar es la empatía hacia los demás, como fundamento del proceso creativo. Me enfoco en que las personas sacudan su miedo y se animen a perseguir sus proyectos”, finalizó.
“Aspiro a cambiar la mentalidad sobre el concepto que todos tienen de interiorismo. A que la gente comience a tratar al diseñador de interiores con el mismo nivel de respeto con el que se trata a un arquitecto”.