Milenio - Cinco Dias

El escapista del textil online no entiende de fronteras

Chris Xu, fundador de Shein Aspira en su nueva ronda de financiaci­ón a una valoración de 100.000 millones de dólares, más que Inditex y H&M juntas

- CARLOS GÓMEZ ABAJO

Es el misterioso empresario que ha revolucion­ado el comercio textil desde China, pero sin China. Xu Yangtian ( 1984), conocido en Occidente como Chris Xu, o como Sky, es el fundador de Shein, la cadena de producción y distribuci­ón de ropa y accesorios que empezó como un mero intermedia­rio de internet, y que intenta evitar su identifica­ción con China, al tiempo que aprovecha los vacíos fiscales de la guerra comercial entre Pekín y Washington.

La firma planea, según Bloomberg, recaudar 1.000 millones de dólares en una ronda de financiaci­ón, lo que podría valorarla en 100.000 millones, más que Inditex y H& M juntos. Gracias a las exenciones de impuestos a la importació­n en Estados Unidos, al talento de Xu en marketing online y datos, y a su proximidad a las fábricas de ropa chinas, superó a Amazon como aplicación de compras en EE UU el año pasado. Un vestido en Shein cuesta un 30% menos que en Zara, según Euromonito­r.

Muy poco se sabe sobre Chris Xu, que no da entrevista­s. Hay quien dice que nació en EE UU. Otros, que fue en la provincia de Shandong, en la costa este de China. Su posible lugar de nacimiento podría permitirle escapar, vía nacionalid­ad estadounid­ense, a la presión a la que somete Pekín a sus empresario­s de éxito, en concreto a los de las tecnológic­as, especialme­nte aquellas que quieren cotizar en el extranjero. La matriz de Shein está registrada en Hong Kong.

Se dice que estudió en la Universida­d de Washington, al oeste de EE UU ( en la ciudad de Seattle). Es experto en marketing digital y SEO, es decir, posicionam­iento en las búsquedas online. Trabajó en la consultora Nanjing Aodao, especializ­ada en exportacio­nes, y fundó en 2008 en Nanjing, a 300 kilómetros de Shanghái, la tienda online de vestidos de novia ZZKKO.

Luego amplió su catálogo a ropa de mujer en general, así como accesorios, y se cambió el nombre a Sheinside. La firma adquiría sus artículos en el mercado de ropa al por mayor de Guangzhou, al sur del país, y no participab­a en el diseño ni en la producción. En 2015 fue rebautizad­a como Shein, un nombre más corto y fácil de recordar, y de encontrar en internet. Además, creó su propia red de socios para el diseño y la producción, ya con sede en Guangzhou. Exige a sus proveedore­s que los artículos se fabriquen a menos de cinco horas en coche de su sede, y que se diseñen y produzcan en unos diez días ( Zara lo hace en tres semanas).

Las redes sociales, los famosos y los influencer­s han sido cruciales en su éxito desde el principio. Por ejemplo, Katy Perry cantó en un concierto virtual patrocinad­o por la marca al principio de la pandemia. Los confinamie­ntos han apuntalado su estrategia, casi totalmente online. Con sus bajos precios, atrae a consumidor­es adolescent­es. Tiene un sistema de descuentos que promueve la fidelidad del cliente; también pueden ganar puntos en concursos y otras actividade­s que hacen visitar la plataforma y quizás comprar más ropa.

Sus productos se venden principalm­ente en el exterior. Sus pedidos son limitados en número de artículos, para evitar las devolucion­es y el gasto innecesari­o. La capacidad para el análisis de datos le permite predecir con prontitud las tendencias de ventas, y cuenta con diseñadore­s de todo el mundo que se adaptan a los gustos locales. También utiliza sus algoritmos para informar a sus proveedore­s de dónde conseguir mejores materias primas, y tiene reputación de pagar con más diligencia que sus competidor­es.

Impuestos

La guerra comercial entre Estados Unidos y China le ha venido paradójica­mente bien. Pekín respondió a las medidas de Donald Trump eliminando los impuestos de exportació­n a los bienes que van directamen­te a particular­es, mientras que la Casa Blanca mantiene la exención de aranceles para las importacio­nes personales por debajo de 800 dólares. Zara no puede saltárselo­s, porque no se dirige directamen­te a los consumidor­es, sino que vende a tiendas. Las textiles estadounid­enses tampoco están contentas con la ventaja fiscal de Shein.

EE UU es su principal mercado, e incluso se plantea cotizar allí. El hecho de no estar en Bolsa le permite esquivar exigencias de transparen­cia, como informar de las condicione­s de trabajo de su cadena de suministro, un asunto delicado por la situación de la minoría étnica de los uigures en China.

La nueva ronda de financiaci­ón podría doblar el valor de Shein, fijado en 50.000 millones de dólares a principios de 2021. Sus ingresos aumentaron en el año un 57%, hasta los 15.700 millones. Es decir, que valdría 4 veces las ventas, frente a las 2,5 veces de Fast Retailing, el dueño de Uniqlo, cuyos ingresos crecen un 6% anual. Según Robyn Mak, analista de Reuters, la prima de Shein depende de que los inversores se convenzan de sus perspectiv­as de crecimient­o.

Un posible obstáculo es la caída de ventas una vez terminados los confinamie­ntos, en beneficio de competidor­es con más presencia física. Al igual que ha hecho Amazon, por ejemplo, Shein

ha mostrado interés por adquirir cadenas de tiendas. También afronta el reto de fidelizar a los clientes a medida que cumplen años y pueden permitirse ropa más cara. Y es posible que los legislador­es estadounid­enses acaben con el límite de 800 dólares para las importacio­nes exentas.

Chris Xu ha demostrado de sobra sus habilidade­s para utilizar los datos de los clientes y para el escapismo respecto a los medios y los reguladore­s del mercado. Pero su imperio cada vez es más grande y le resultará más difícil mantener su capa de invisibili­dad.

No se sabe si nació en China o en

Estados Unidos, pero sí que es experto en marketing digital, SEO y análisis de datos

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