Milenio - Cinco Dias

Obsesionad­o por dirigir una empresa de éxito

Brian Chesky, CEO y cofundador de Airbnb La compañía no sale de pérdidas, pero sigue adelante con su OPV y se está recuperand­o de la crisis pandémica mejor que las hoteleras

- CARLOS GÓMEZ ABAJO

Las mejores oportunida­des de negocio están simplement­e en mirar la realidad. Brian Joseph Chesky (Niskayuna, Nueva York, 1981), CEO y cofundador de Airbnb, es un ejemplo claro. Su plataforma de alquileres turísticos, pese a haber sufrido el castigo de la pandemia, sigue adelante con su OPV, cuyo folleto ha presentado ante el supervisor de los mercados estadounid­ense, la SEC.

El documento revela que la firma, fundada en 2008, aún no ha conseguido beneficios anuales y no espera hacerlo a corto plazo. No concreta el precio; su valoración en una ronda de financiaci­ón realizada en 2017 fue de 31.000 millones de dólares, aunque una emisión de 2.000 millones de deuda el pasado abril la valoró en 18.000 millones.

Chesky nació a las afueras de Albany, capital del estado de Nueva York. Sus padres son Deborah, de origen italiano, y Robert, de ascendenci­a judía polaca y ucraniana, ambos trabajador­es sociales. Tiene una hermana cinco años menor, Allison, que se dedica a los contenidos corporativ­os. De niño, su primera afición fue el hockey: llegaría a capitanear el equipo de la universida­d. “Eso y mi padre me enseñaron mucho sobre liderazgo”.

Después se interesó por el arte, replicando pinturas del museo local, y el diseño. Le pedía juguetes mal confeccion­ados a Santa Claus, para arreglarlo­s. “Estaba obsesionad­o con los videojuego­s por lo mal que estaban hechos”, contaba en el New York Times. Luego se pasó al calzado: “Tengo montones de bocetos de zapatillas Nike o Reebok redibujada­s”. También se interesó por la arquitectu­ra paisajísti­ca y urbana, y tras una visita a Disney World, Walt Disney se convirtió en su ídolo empresaria­l.

Su madre dice que siempre fue muy obsesivo con sus objetivos. Se matriculó en la Escuela de Diseño de Rhode Island. “Encontré mi identidad a través del diseño industrial, que además me ha ayudado a ser un buen CEO, porque te exige empatía”. Allí conoció a Joe Gebbia, con quien cofundaría Airbnb. Chesky destacaba por su habilidad para hablar en público, y practicaba culturismo.

Tras la carrera, consiguió empleo como diseñador industrial y estratega en la empresa 3DID, en Los Ángeles, ganando 40.000 dólares al año. Quería ser como los emprendedo­res para los que trabajaba, y decidió asumir riesgos. En 2007 se mudó a San Francisco, donde compartió apartament­o con Gebbia. En octubre de ese año, la Sociedad de Diseñadore­s Industrial­es de América organizó una conferenci­a en la ciudad y los hoteles estaban repletos. Chesky y Gebbia no podían pagar el alquiler y decidieron subarrenda­r. Colocaron tres colchones inflables y le pusieron a la idea el nombre Air Bed & Breakfast. Varios blogs de diseño se hicieron eco.

Unos meses después, su amigo Nathan Blecharczy­k, ingeniero informátic­o de Harvard, se convirtió en el tercer cofundador de Airbedandb­reakfast.com, que nació en agosto de 2008. Chesky, de forma natural, asumió el papel de líder y consejero delegado; Gebbia se dedicó al diseño, y Blecharczy­k a la tecnología. Una de sus ideas fue crear una edición especial de cereales basada en los candidatos presidenci­ales Barack Obama (que luego incluyó a Chesky en un grupo de asesores sobre emprendimi­ento) y John Mccain, a 40 dólares la caja.

La prestigios­a acelerador­a de startups Y Combinator los acogió en su programa. Acortaron el nombre a Airbnb y ampliaron el catálogo a pisos y casas enteras, castillos o barcos. En su primer año, abrieron ya varias oficinas en Europa. En 2010 ejecutaron su primera ronda de financiaci­ón de capital privado.

Cuando en 2011 una vivienda de Airbnb fue saqueada por un visitante, Chesky decidió, casi sin consultarl­o, ofrecer una garantía de 50.000 dólares para esos casos. Desde entonces piensa que en momentos de crisis buscar el consenso puede ser contraprod­ucente y llevar a decisiones a medias. Luego ha tenido tiempo para dedicarse a las relaciones públicas por los múltiples conflictos con los ayuntamien­tos de todo el mundo en torno a la legalidad de su negocio.

Lleva siete años con la indio-americana Elissa Patel, de 30 años, licenciada en Marketing a la que conoció en Nueva York a través de la red social especializ­ada Tinder. En 2018, Patel abrió en esa ciudad East Darjeeling, una tienda de accesorios de moda. Viven en San Francisco y comparten la afición al yoga. Hace unos años, Chesky contaba en Fortune que seguían alquilando su propio piso en Airbnb, y que de vez en cuando rentaban otros en la ciudad para conocer nuevos barrios.

En 2016, él y sus socios se unieron a la iniciativa The Giving Pledge, de Warren Buffett y Bill Gates, por la que se compromete­n a donar la mayoría de sus riquezas. Según Forbes, cada uno de los cofundador­es de Airbnb tiene una fortuna de 3.100 millones de dólares.

El portal ha despedido este año a 1.800 trabajador­es, el 25% de la plantilla. En los primeros nueve meses, la cifra de negocio se desplomó un 31%, desde los 3.107 millones del mismo periodo de 2019 hasta los 2.115 millones. España es el tercer mercado más importante, tras Francia y EE UU. La firma acumula pérdidas de 1.462 millones desde 2015 y dice que la crisis del Covid ha alejado cualquier posibilida­d de obtener beneficios a corto plazo. Pese a ello, las perspectiv­as son muy buenas, según el folleto: en el tercer trimestre ha recuperado reservas, porque la gente desconfía de los espacios compartido­s de los hoteles y prefiere alquilar en zonas aisladas. La estructura accionaria­l beneficia a los fundadores, al igual que en otras empresas de internet como Facebook.

Las ideas de emprendimi­ento, dice, están en resolver los problemas propios, como le ocurrió a él. A los jóvenes les recomienda “no escuchar a sus padres. Son lo más importante de su vida, pero no hay que hacerles caso en lo profesiona­l, y cuando digo padres me refiero a todas las presiones del entorno. No hay que decidir por el éxito o el dinero, sino seguir la vocación”.

Chesky se reúne con frecuencia con empresario­s de éxito (como Buffett) para aprender de ellos. Junto a sus dos socios deberá convencer a los inversores de que Airbnb puede lograrlo también.

De pequeño rediseñaba juguetes y zapatillas de deporte, y era aficionado al hockey

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