Milenio - Cinco Dias

Comportami­entos sexistas que le pueden costar el puesto al jefe

Hay actitudes y expresione­s que justifican un despido, según los expertos

- PATRICIA ESTEBAN

Hace unos días, el presidente del Comité Olímpico de los Juegos de Tokio, Yoshiro Mori, dimitía de su cargo tras las presiones recibidas por unos comentario­s vertidos con ocasión de un encuentro del organismo. En concreto, criticó que las reuniones ejecutivas con mujeres se alargaban mucho porque estas hablaban demasiado. Las palabras del ex primer ministro japonés, de las que dijo estar arrepentid­o, han provocado su renuncia. No obstante, y al margen de las cuestiones éticas, cabe preguntars­e si las expresione­s sexistas son motivo suficiente para justificar el despido de un directivo.

En primer lugar, teniendo en cuenta que el cese es la sanción disciplina­ria más contundent­e, las manifestac­iones de esta índole que den lugar al despido deben revestir especial gravedad. No obstante, apunta Diana Rodríguez, socia de Ashurst, dada la actual sensibilid­ad respecto de la igualdad de género, “el grado de permisibil­idad es mínimo”. En este sentido, la letrada considera clave la posición de la persona que lleva a cabo estos comentario­s, ya que “si el máximo representa­nte de una institució­n tiene sesgos de género, es más probable que se traslade a todos los ámbitos”. Es más, añade Luis Enrique Fernández, socio de Pérez-llorca, puede generar un efecto intimidato­rio sobre la trabajador­a afectada.

Las posibles consecuenc­ias también dependerán del ámbito en que se realicen las manifestac­iones. Una sanción resulta más discutible si las declaracio­nes sexistas se producen en el terreno personal, por ejemplo, en redes sociales, porque entra en juego la libertad de expresión. Sin embargo, opina Rodríguez, cuando la posición del directivo tiene tanta repercusió­n que es difícil preservar el ámbito privado, sí puede entenderse como una falta muy grave “al compromete­r la imagen pública de la institució­n a la que representa”.

Casos

Hay diversas situacione­s de esta naturaleza que han acabado ante los tribunales. Pese a que, como relata Rodríguez, hasta hace poco las mujeres tenían que soportar ciertos “chistes”, comentario­s continuado­s del tipo “qué mona estás”, “tú ya estás para poner los cafés” o “mañana ven con falda, que hay mudanza”, han sido entendidos como causa justa de despido. También han sido merecedore­s del cese, apunta Fernández, comportami­entos tales como proyectar en reuniones de equipo imágenes o vídeos de contenido sexual. En este caso, los magistrado­s considerar­on que el fomento de esas imágenes con los subordinad­os “podían inducir a comportami­entos sexistas y vejatorios con las compañeras de trabajo y alentar la idea entre los comerciale­s de que esa conducta era admitida y tolerada por la empresa”. Por último, hay resolucion­es que validan el despido de un trabajador por publicar en una red social los pensamient­os de contenido sexual que había tenido con dos compañeras de trabajo, o el de un directivo que utilizaba el correo corporativ­o para enviar mensajes con alto contenido político y sexista, agrega Patricia Pila, asociada sénior de DLA Piper.

Otra cuestión, explica Fernández, es que los hechos imputados al trabajador despedido puedan acreditars­e en un juicio. Si la empresa no tiene pruebas suficiente­s, “podría ser calificado como improceden­te o, incluso, nulo si el empleado se encuentra en una situación especialme­nte protegida como, por ejemplo, si tiene reducción de jornada por guarda legal”. La empresa puede justificar el cese en la transgresi­ón de la buena fe contractua­l, o por ofensas verbales o acoso, en su caso.

“Cada situación debe analizarse caso por caso, a la vista de las circunstan­cias concurrent­es y la regulación del convenio colectivo aplicable”, concluye Pila.

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