Pinchar la inflación sin que en el proceso exploten las economías
Los bancos centrales preparan alzas de tipos por la escalada de precios Lagarde está en una tesitura mucho más delicada que Powell
Se suceden las revisiones de crecimiento económico e inflación y los nuevos pronósticos no son nada buenos. El Banco de España, el servicio de análisis de BBVA o la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) hablan de menos crecimiento y más inflación para el cierre de este tortuoso 2022 en la economía española, europea y mundial.
El detonante de esta bomba de peores pronósticos es la inflación del pasado marzo que alcanzó el 9,8% en España, el 7,5% en la eurozona y el 8,5% (máximos de 1981) en Estados Unidos. El culpable de esta escalada de precios son las materias primas, sobre todo las energéticas (petróleo, gas natural…), en el contexto de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. “La guerra trae más inflación y menos crecimiento”, señalan los analistas de Bank of America, en un diagnóstico compartido de forma unánime. Y en la cuerda floja de unos precios desbocados y una menor actividad económica, los bancos centrales tendrán que hacer piruetas para controlar los primeros y no paralizar las economías.
Quien lo tiene más difícil es Europa, absolutamente dependiente del gas ruso (60%) y del petróleo ruso (30%), frente a unos Estados Unidos con soberanía energética y una economía con tasas de paro del 4%. Por tanto, el BCE debe ser aún más cauteloso a la hora de mover esos frágiles hilos de la política monetaria, al estar la zona euro más afectada al apoyar medidas de boicot comercial con Rusia, el principal exportador del mundo de materias primas. Víctor Alvargonzález, director de estrategia de Nextep Finance, afirma que “cortar las exportaciones rusas implica poner al mercado de materias primas patas arriba. Occidente se autosanciona indirectamente, en forma de shock inflacionista”, concluye.
En esta línea, el economista de Credit Suisse Zoltan Pozsar es demoledor en un reciente informe al afirmar que “lo que estamos viendo en el 50 aniversario de la crisis de oferta de la OPEP de 1973 es algo similar pero sustancialmente peor: el shock de oferta de Rusia de 2022 no está impulsado por el proveedor sino por el consumidor”. Y considera que esta fuerte crisis en las materias primas abre un nuevo terreno para los equilibrios mundiales donde China y su moneda serán los triunfadores frente al dólar, al ser la única potencia con las manos libres para reequilibrar los desajustes en las materias primas.
Las herramientas de los bancos centrales, principalmente el BCE y la Reserva Federal (Fed), son mover al alza los tipos de interés y dejar de apoyar los mercados de bonos públicos y privados. La Reserva Federal, que ya ha subido los tipos, planea empezar a reducir su balance en 95.000 millones de dólares mensuales a partir de mayo, mientras que el BCE finalizó en marzo su programa de compras antipandemia y acelerará la reducción de sus adquisiciones de su programa tradicional. En definitiva, se trata de adelgazar los abultados balances de los bancos centrales, que han ido engordando con la estrategia de tipos cero, acrecentada por la pandemia del coronavirus.
La venta de bonos por parte de los bancos centrales, o en principio la disminución de las compras, es al fin y al cabo otra forma indirecta de encarecer el dinero. EE UU vende, mientras Europa deja de comprar. De igual modo, la Fed subió los tipos de intervención al 0,25%-0,5% el pasado 16 de marzo (y apuntó a 6 alzas más a lo largo del año), mientras el BCE despedirá a finales de este año los tipos negativos, según dan por descontado ya los inversores. Es lo que indican analistas como Aránzazu Bueno, de Bankinter, o Roberto Ruiz-scholtes, director de estrategia del banco suizo UBS en España.
A finales de este año, el organismo presidido por Christine Lagarde habría colocado a cero los tipos de depósito que ahora están fijados en el -0,5%. Aunque habrá que esperar a 2023 para que la autoridad monetaria europea empiece a elevar sus tipos de intervención, actualmente en el 0%. Una visión en la que coinciden otros analistas como Gerhard Winzer, economista jefe de Erste Asset Management, o Dario Messi, analista de renta fija, de Julius Baer. Ruiz-scholtes, que se muestra muy optimista sobre la evolución de la inflación a partir del segundo semestre de este año, espera que el BCE suba sus tipos de intervención a entre el 0,5% y el 1% en 2023, mientras considera que los tipos en Estados Unidos terminarán el próximo año entre el 2,5% y el 3%. Los expertos de Bankinter sitúan los tipos en EE UU al cierre del año en el 1,50%-1,75%, y concluirán 2023 entre el 2% y el 2,25%.
También el banco estadounidense Goldman Sachs apunta a que Lagarde será más cautelosa que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. “Esperamos que el BCE retrase la normalización de la política un poco, por el efecto que tendría en el crecimiento económico. No obstante, una inflación subyacente más alta sugiere que las presiones restrictivas resurgirán rápidamente. Si estas dinámicas persistentes de la oferta dominan, es posible que el BCE deba aumentar las tasas más rápido”, señala el banco estadounidense. De hecho, el banco estadounidense ya prevé un tipo cero en la facilidad de depósito a final de año, tras alzas en septiembre y diciembre.
Los tipos cero y la pandemia engordaron los balances de la Fed y del BCE
Aunque ambos quieren encarecer el dinero, siguen caminos diferentes