ContraReplica

LA VICTORIA DEL TRAIDOR AMERICANO

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¿Qué ocurrió la noche del 25 de febrero de 1964 en Miami Beach? La pelea del joven Cassius Clay con el campeón Sonny Liston significó la llegada del nuevo y polémico retador al mundo de los más grandes.

HUGO ALFREDO HINOJOSA

Hace 55 años, las personas de raza negra en Estados Unidos perdieron el miedo a la represión. Aquella fue una época de revolucion­es; fue el momento de la paz simbólica diluida entre música, protestas y alabanzas, ideologías que abrieron la puerta al surgimient­o de los ídolos.

El boxeo es matemática pura que disecciona el movimiento del cuerpo, la resistenci­a y el corazón, un sueño por la superviven­cia que pone en marcha a toda esa maquinaria para salir victorioso de la batalla. El boxeo es un arma política que despierta la pasión de las masas, unifica pensares y rechaza a quienes no descubren en la pelea el sentimient­o más puro del éxito a través del esfuerzo indiscutib­le. En esto coinciden casi todas las culturas: una batalla mano a mano es la consumació­n de la verdad a la vista de todos, donde la mentira no tiene pilares.

Cassius Clay, Cassius X y Mohamed Ali son los nombres del boxeador olímpico que conquistó el oro en Roma, en 1960, y a sus 18 años el joven de Louisville, Kentucky, se convirtió en portavoz de una generación de afroameric­anos dispuestos a reclamar sus derechos. A su regreso a Estados Unidos, sumó nombres a las victorias de sus puños.

Charles “Sonny” Liston, el primer campeón de la CMB, era un toro bragado, un hombre ni tan salvaje ni tan cruel como su careta, era el hombre negro típico, y no estúpido, de aquella época en la que ser campeón del mundo no trascendía, porque no era ídolo de los blancos sino del hombre negro, según escribió James Baldwin acerca del púgil. Sobre Liston caía una tarea primordial que debía cumplir al pie de la letra: silenciar al olímpico que, paradójica­mente, era un gran producto mediático porque les facilitaba el trabajo a los periodista­s de la época.

Liston estaba destinado a ser el ídolo de los blancos luego de derrotar por segunda ocasión a Floyd Patterson en 1963, la gloria inesperada. Un vuelco del destino para John F. Kennedy, quien sufrió con ese fracaso, ya que Patterson, campeón olímpico en 1952 en Helsinki, jugaba un mejor papel para controlar a la opinión pública con respecto a los afroameric­anos que el expresidia­rio Liston; no obstante, la historia tomó otro rumbo.

Cassius Clay era la encarnació­n del traidor contemporá­neo para los blancos protestant­es. Fue el negro exitoso, el alumno de Malcom X, el joven prodigio del líder musulmán Elijah Mohamed, un rebelde que negaba al cristianis­mo hipócrita que con su discurso contribuyó a esclavizar a la raza negra en Estados Unidos y el resto del mundo; él se convirtió al islam y renegaba y criticaba la política de guerra en Vietnam. Tanto la opinión pública, como los políticos y la clase conservado­ra estadounid­ense deseaban una sola cosa: cerrarle el hocico a Cassius Clay… para siempre.

LA PELEA DE LA REVOLUCIÓN

El 25 de febrero de 1964 por la mañana, se dio la batalla en la báscula: gritos, risas, el ruido de las cámaras acababan con la paz y la concentrac­ión que ambos peleadores debían tener, pero tal vez esa siempre fue la estrategia de Cassius: amedrentar a Liston frente a los periodista­s de más de 17 paí- ses. Liston estudiaba a su presa en silencio. Ganarle a Clay significab­a tener la gloria política a su lado, la comida asegurada para él y tal vez alguno de sus 24 hermanos de sangre.

La pelea estelar entre Clay y Liston fue narrada por Joe Louis para la cadena Theatre Network Television y Rocky Marciano fue el comentaris­ta para la radio. Desde el inicio, Clay acorraló a Liston y comenzó a vulnerarlo, aunque los puños del joven boxeador parecían no lastimar al veterano. Para el tercer asalto, Cassius logró abrir el pómulo de Liston y así comenzaba la caída del campeón del mundo, lo que aclaró la profunda duda de los periodista­s que decían: Liston tal vez jamás sangrará. Hasta el quinto asalto la pelea fue incierta, los rounds se repartían entre ambos púgiles que no cedían.

Aunque los especialis­tas difieren, la pelea la ganó el entrenador de Cassius Clay, Angelo Dundee, quien no cedió a las órdenes de Clay: quitarle los guantes después de que en el quinto asalto quedó ciego por algunos segundos. El entrenador lo animó y la pelea entró hacia el sexto round y, para el séptimo, Sonny Liston se negó a seguir, argumentan­do que se había lastimado un hombro, lo que provocó la furia del público y el repudio de los blancos en Estados Unidos.

Cassius Clay, aún sobre el ring, después de haber vencido, gritó: “Soy el más grande”, ni Marciano ni Louis podían negarlo… Al día siguiente de esa victoria cambió su nombre a Cassius X y después a Mohamed Ali. Años más tarde, en 1967, fue condenado a prisión por no querer participar en la guerra de Vietnam. Su postura política fue la bandera de muchos otros afroameric­anos para luchar contra la opresión, el boxeo fue en ese momento una herramient­a política y un camino para la redención. Sonny Liston fue uno de los grandes campeones de la historia, un hombre sin fecha de nacimiento que murió en 1970, como el hombre que le regaló la voz a Ali.

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