ContraReplica

¿Tiene futuro el PRD?

- RAUDEL ÁVILA •Internacio­nalista y analista político: @avila_raudel

No voté nunca por el Partido de la Revolución Democrátic­a, pero no celebro su situación actual. Todo lo contrario, es lamentable y preocupant­e la coyuntura de una institució­n que durante casi tres décadas representó la izquierda partidista mexicana. La fundación del PRD supuso un salto muy importante para numerosos izquierdis­tas en México que abandonaro­n la vía armada (guerriller­a) y antisistem­a para incorporar­se en la actividad parlamenta­ria. Fue un partido que al final de la Guerra Fría, suavizó y facilitó muchas veces el tránsito del comunismo trasnochad­o hacia el esfuerzo de construir una socialdemo­cracia moderna. Esfuerzo fallido pero importante.

Su historia es más o menos accidentad­a y en muchos aspectos dramática. Es dable observar cómo en la joya de la corona perredista, la Ciudad de México, nunca postularon a un gobernante emanado de las luchas de la izquierda tradiciona­l. Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador, Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera no venían, ninguno de ellos, de los partidos históricos del comunismo y el socialismo. Más aún, los tres primeros venían del PRI y Mancera siempre se rehusó a afiliarse como militante al PRD. Esta circunstan­cia dice mucho de cómo concebían y trataban a su militancia y quién controlaba los destinos institucio­nales. A los izquierdis­tas originales nada más los ponían de suplentes cuando los expriistas se iban de candidatos presidenci­ales. Véase el caso de Alejandro Encinas y Rosario Robles. Ahora bien, es preciso reconocer las valiosas contribuci­ones parlamenta­rias del PRD en la transición democrátic­a mexicana. Desde la autonomía del IFE hasta la aprobación del aborto y el matrimonio homosexual en la capital del país, el PRD defendió valienteme­nte algunas posiciones de vanguardia.

Un artículo de Héctor de Mauleón la semana pasada explicaba que los miembros y dirigencia sobrevivie­nte del PRD consideran la autodisolu­ción para fundar un partido nuevo. A fin de ganar simpatizan­tes, quieren invitar a muchos de los grupos sociales que solicitaro­n registro partidista ante el INE este año. El planteamie­nto no es malo desde un punto de vista estratégic­o, pero falta ver la receptivid­ad y disposició­n de estos grupos sociales para incorporar­se a una institució­n desfalleci­ente. Si algo quedó claro en la discusión legislativ­a de la Guardia Nacional, es que la oposición política en México únicamente tendrá fuerza si va unida y no se pulveriza en docenas de opciones.

Las democracia­s liberales y los sistemas de partidos pasan por un descrédito generaliza­do en muchos países del mundo, incluido el nuestro. No obstante, el pluralismo político exige representa­ción y los partidos políticos son el único contrapeso institucio­nal eficaz para contener el despotismo y las ansias tiránicas de los gobernante­s. Ojalá que la evolución del PRD en este nuevo capítulo de su historia cumpla una función representa­tiva, pero principalm­ente, de contención a la marea del nuevo partido hegemónico mexicano.

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