Otra consulta marca patito
LA LIBERTAD COMO EXPERIENCIA
Un conocedor de la política mexicana me contaba una anécdota presenciada por él mismo. Ocurrió en la década de 1970. El presidente del PRI nacional estaba de visita en algún estado sureño para preparar la participación del partido oficial en unas elecciones para gobernador. Su interlocutor era el presidente del PRI estatal. “Licenciado, ¿con qué porcentaje cree que debemos ganar la elección?” preguntó el orgulloso dirigente estatal. “No sé, dadas las condiciones políticas de su estado, tal vez con 72 por ciento de los votos” respondió el presidente del CEN. “¡No nos insulte por favor! En mi estado somos leales al Presidente de la República. Ganaremos la elección con 95 por ciento de los votos. Garantizado. Déjemelo a mí.”
Así eran las elecciones en México antes de la creación del INE. Básicamente no importaba el procedimiento ni los resultados, el partido oficial podía arreglar su victoria con el porcentaje que se le antojara. Era imposible conocer el listado nominal (el padrón de electores), nadie sabía cómo se asignaba la ubicación de las casillas, quién contaba los votos, cuánto costaba el proceso electoral, a dónde se llevaban las urnas después del cierre de casillas ni quién las transportaba. No se fiscalizaba el gasto del partido gobernante ni había equidad en el acceso a medios de comunicación para los representantes de la oposición. Tampoco había garantías jurídicas para impugnar un resultado, pues todos los órganos del Estado mexicano estaban controlados por la Presidencia de la República. Es decir, exactamente igual que con las consultas del actual Gobierno.
Solamente podemos esperar el anuncio oficial del resultado en boca de un alto funcionario sin posibilidad de que nadie consulte los resultados electorales preliminares ni se cuiden las formas legales. Lo volvieron a hacer este fin de semana. A pesar de que se asesinó al principal opositor de la termoeléctrica, no se pospuso el ejercicio por respeto al finado ni por interés de esclarecer el delito antes del ejercicio. No obstante que hubo incidentes violentos en la jornada (incendio de boletas), tampoco se anularon casillas. No se garantizó la seguridad de los funcionarios de casilla, a quienes no sabemos cómo escogieron. En suma, una simulación de cabo a rabo.
Para sorpresa de nadie, ganó contundentemente la postura oficial. El Presidente de México anunció el resultado: 55 mil 715 ciudadanos participaron, con una oposición de 40.1 por ciento y 59.5 por ciento de los votantes a favor del proyecto. Ni usted ni yo podemos consultar otra información que la que se digna darnos el titular del ejecutivo. Uno de los contendientes al mismo tiempo árbitro de la contienda. Y nadie se ríe. La democracia no debería ridiculizarse de esta manera. Se trata de construir confianza institucional, no presumir buena fe en las buenas intenciones del gobernante. Lamentable retroceso.
•Internacionalista y analista político: @avila_raudel