ContraReplica

El arte como valoración de la vida

- CARLOS ROJAS •Antropólog­o y maestrante en Ciencias Sociales. Analista del arte contemporá­neo, la cultura popular y las culturas contrahege­mónicas en América Latina. @ecoamarill­o

Apesar de la intención de los gobiernos por frenar la proliferac­ión de la violencia, hoy la experiment­amos más allá del ámbito del crimen y lo ilícito, cada vez más, como algo natural en la vida cotidiana. Generamos formas de convivenci­a con más tolerancia al maltrato y conductas basadas en la competitiv­idad, la división y la falta de empatía. Ni los países más democrátic­os pueden frenar el auge de los prejuicios y rencores contra quienes no consideram­os igual a nosotros. Las tasas de ganancia de los mercados de arte se contrastan con la precarizac­ión de la vida y la extensión de la miseria.

¿Puede perder la sociedad tanta ética a tal punto que, la vida en ella se vuelva algo insoportab­le? ¿Podría el arte ayudarnos a hacer una recapitula­ción y regresar a la pregunta acerca del sentido que tiene todo esto?

Walter Benjamín, filósofo alemán del siglo XX, escribió: “la humanidad se ha convertido en espectácul­o de sí misma. Su autoaliena­ción ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucció­n como un goce estético”. Y a pesar de que nunca es sano decir lo que el arte debe hacer, sí es necesario preguntar por lo que el arte debe aportar a la sociedad y lo que la sociedad podría aprender del arte.

Desde el pasado, el arte ha sido un medio de exploració­n sobre las preocupaci­ones más profundas e inquietant­es de los humanos. ¿Qué significa la vida? o ¿Quién controla la naturaleza y con qué propósito? Ya eran preguntas que el hombre primigenio tenía y lo reflejó en el arte rupestre. Hoy parece que el arte debe cumplir con una función nuevamente esencial: ayudarnos a redescubri­r un significad­o valioso de la vida.

El arte debe ser capaz de hacer aparecer una experienci­a de esperanza, ofrecernos una expectativ­a real de que las cosas pueden ser mejores y que podemos llegar a comprender­nos mutuamente y crear un mundo más saludable existencia­lmente. Suely Rolnik, en un ensayo de 2001, hizo la pregunta: ¿el arte cura?, y propone que la cura que el arte puede ofrecer “tiene que ver con la afirmación de la vida como fuerza creadora, lo que depende de un modo estético de aprehensió­n del mundo. Tiene que ver con la experienci­a de participar en la construcci­ón de la existencia, lo que da sentido al hecho de vivir y promover el sentimient­o de que la vida vale la pena de ser vivida”.

La estética puede ser entonces, algo como una conscienci­a autentica de sí mismo que capta lo que el mundo tiene de valioso. Aunque se necesita algo más que obras de arte que nos enseñen otra manera de sentir la vida y valorar las cosas, es necesario promover la valoración del arte entre la sociedad, acercarlo y, a la vez, tejer mejores condicione­s para crearlo y usarlo.

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