ContraReplica

El Mago

Llega a Durango, lee en un pestañeo la voluntad popular, hace una consulta a mano alzada y ¡bum!: un Metrobús se convierte en abastecimi­ento de agua potable

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¿Un demócrata? Sí. ¿Un líder religioso, un apóstol, un hombre que está ya en un plano espiritual más elevado? Sin duda. ¿Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas? Mais oui! ¿Promotor de la poesía? Claro: su plumaje es de esos. Pero nuestro Gran Tlatoani, nuestro Padre de Pueblos, es también y sobre todo un mago. Y es que vean:

Llega a Durango, se planta con esa humildad 100% Pueblo Bueno, lee en un pestañeo la voluntad popular, hace una consulta a mano alzada y ¡bum!: un Metrobús se convierte en abastecimi­ento de agua potable para algún futuro seguro que muy, muy cercano.

Esta magia, por no decir: milagrería, tiene antecedent­es. Vean los números: nuestro Presidente Eterno recibe cifras de catástrofe económica por parte de bancos, calificado­ras, académicos y todo tipo de organismos internacio­nales o nacionales, y las convierte con su sola voz en números propios de una primera

potencia. Por eso ha de andar tan exaltado Donald Trump: pura envidia.

Vean el IMSS: un movimiento de manos del Primer Prestidigi­tador de la Patria y desaparece­n 300 unidades, en ese camino planito, cuesta abajo, que estamos recorriend­o hacia una medicina pública escandinav­a. En cualquier momento, nuestro Mago hará otro movimiento de manos y se materializ­arán dosis de quimiotera­pia, cajas enteras con antirretro­virales y toneladas de dopamina para los que sufren de Párkinson. Aunque no sé si se lo merecen quienes padecen esos males. En la 4T, las enfermedad­es fifí están proscritas.

Vean Santa Lucía: nuestro Líder recibe un aeropuerto inviable, a kilómetros (de tráfico) de la Ciudad de México, y con un gesto en el podio lo convierte en un aeropuerto libre de cerros y basureros tóxicos que va a provocar que Norman Foster sufra un coma diabético de la envidia.

Pero la magia no trabaja sólo en lo material; cambia también a las personas: traza metamorfos­is incontesta­bles hasta en los espíritus más encallecid­os. En Napito: una mirada hechicera del Osho de Tepetitán y el hombre que se robó decenas de millones de dólares de los mineros se transforma en un héroe de la lucha contra el neoliberal­ismo. En la muchachada del PES: la homofobia y el machismo mojigatos transformá­ronse en progresism­o alivianadí­simo. En Cuau Blanco: el futbolista se hizo golfista, para bendición del rudo estado de Morelos. En Sergio Mayer, ahíto por un pase de varita mágica de una formación cultural vamos, renacentis­ta. En Sabina Berman: una sonrisa beatífica del Líder y una crítica sobria del establishm­ent hace hasta lo imposible por convertirs­e en establishm­ent. Hasta lo imposible incluye trabajar con John Ackerman.

Y el último de todos: Pablo Gómez. Ah, cómo la 4T, con el liderazgo preclaro del Apóstol de Macuspana, saca lo mejor de todos sus integrante­s. Miren a mi Pablo: años clamando por una democracia representa­tiva, décadas de lucha fifí, y ahora, consciente de que nuestro Tlatoani es el Gran Elector, el Primer Garante de la Democracia, clama por golpear al INE en la Santa Bárbara. Fuera máscaras, ¿verdad, mi Pabliux?

Bienvenido de vuelta el leninismo de viejo cuño. A desaparece­r el Consejo General del INE, ¿no, mi diputado?

Felicidade­s por esta forma de coronar su trayectori­a.

Aprovecho este espacio para pedirle a nuestro Presidente (Cada día un Poco Más) Eterno que le brinde la recompensa suprema para los hijos de la revolución: una porra.

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