¿La reforma electoral: una obsesión?
La Cámara de Diputados del Congreso mexicano organizó el foro para la Reforma del Estado y electoral, en un ejercicio de parlamento abierto. En el ámbito electoral, a la convocatoria han acudido autoridades del INE, órganos administrativos y tribunales electorales locales, partidos políticos, academia, organizaciones de la sociedad civil y magistradas y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. La sociedad mexicana, como otras en el mundo, se pregunta con razón si su voto cuenta, si las elecciones son limpias, si a los partidos se les vigila adecuadamente, en una palabra, si quienes gobiernan son las personas que más votos obtuvieron.
A los millennials y centennials de nuestra sociedad, debemos hacerlos conscientes de que hace 30 años, no se creía que en México se respetara la voluntad ciudadana expresada en las urnas, no teníamos una auténtica democracia.
Hoy, la democracia en México es una realidad, principalmente, por las instituciones electorales autónomas e independientes que construimos sucesivas generaciones de mexicanas y mexicanos, inclusive, mucho antes que los más jóvenes nacieran.
En cualquier caso, hay cuestiones que, con independencia de los acuerdos políticos que se alcancen, no pueden ser olvidadas por nuestros legisladores. La reforma no debe, por ningún motivo, producir una regresión que ponga en riesgo nuestra democracia.
A manera de catálogo abierto, enuncio cuáles son los elementos que, a mi juicio, no debemos dejar de lado:
•Que las autoridades administrativas y jurisdiccionales electorales deben ser fortalecidas, permaneciendo ciudadanas, profesionales, neutras, imparciales, autónomas e independientes.
•Diseñar un sistema lógico de impartición de justicia que permita el acceso a los tribunales electorales de manera sencilla, eficaz y eficiente, si finalmente se adopta el modelo centralista para la organización de las elecciones (Que el INE las organice todas).
•La renovación por completo del sistema de justicia electoral y su simplificación, mediante la emisión de una Ley Nacional de Procedimientos Electorales, que unifique el trámite y resolución de los juicios electorales en el país, facilitando su acceso a la ciudadanía.
•El principio de asignación de cargos por representación proporcional, pues ello construiría mayorías aplastantes, quitando por completo voz a las minorías,
•La definición de áreas de aplicación de la austeridad y racionalidad para la operatividad de nuestro sistema electoral y de partidos, pero sin poner en riesgo los principios, reglas y derechos constitucionales que protegen a nuestra democracia.
•Garantizar un modelo que permita el pluralismo político y la alternancia, de modo que quienes hoy son los vencidos de una elección, mañana puedan ser vencedores y viceversa.
Por estas razones, no es posible ver este ejercicio como una obsesión, mucho menos en la época social de la flexibilidad y búsqueda de nuevas soluciones para una realidad que cambia todo el tiempo.
•Especialista en Derecho Constitucional y Teoría Política