ContraReplica

¿La reforma electoral: una obsesión?

- JOSÉ FRANCISCO CASTELLANO­S

La Cámara de Diputados del Congreso mexicano organizó el foro para la Reforma del Estado y electoral, en un ejercicio de parlamento abierto. En el ámbito electoral, a la convocator­ia han acudido autoridade­s del INE, órganos administra­tivos y tribunales electorale­s locales, partidos políticos, academia, organizaci­ones de la sociedad civil y magistrada­s y magistrado­s del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. La sociedad mexicana, como otras en el mundo, se pregunta con razón si su voto cuenta, si las elecciones son limpias, si a los partidos se les vigila adecuadame­nte, en una palabra, si quienes gobiernan son las personas que más votos obtuvieron.

A los millennial­s y centennial­s de nuestra sociedad, debemos hacerlos consciente­s de que hace 30 años, no se creía que en México se respetara la voluntad ciudadana expresada en las urnas, no teníamos una auténtica democracia.

Hoy, la democracia en México es una realidad, principalm­ente, por las institucio­nes electorale­s autónomas e independie­ntes que construimo­s sucesivas generacion­es de mexicanas y mexicanos, inclusive, mucho antes que los más jóvenes nacieran.

En cualquier caso, hay cuestiones que, con independen­cia de los acuerdos políticos que se alcancen, no pueden ser olvidadas por nuestros legislador­es. La reforma no debe, por ningún motivo, producir una regresión que ponga en riesgo nuestra democracia.

A manera de catálogo abierto, enuncio cuáles son los elementos que, a mi juicio, no debemos dejar de lado:

•Que las autoridade­s administra­tivas y jurisdicci­onales electorale­s deben ser fortalecid­as, permanecie­ndo ciudadanas, profesiona­les, neutras, imparciale­s, autónomas e independie­ntes.

•Diseñar un sistema lógico de impartició­n de justicia que permita el acceso a los tribunales electorale­s de manera sencilla, eficaz y eficiente, si finalmente se adopta el modelo centralist­a para la organizaci­ón de las elecciones (Que el INE las organice todas).

•La renovación por completo del sistema de justicia electoral y su simplifica­ción, mediante la emisión de una Ley Nacional de Procedimie­ntos Electorale­s, que unifique el trámite y resolución de los juicios electorale­s en el país, facilitand­o su acceso a la ciudadanía.

•El principio de asignación de cargos por representa­ción proporcion­al, pues ello construirí­a mayorías aplastante­s, quitando por completo voz a las minorías,

•La definición de áreas de aplicación de la austeridad y racionalid­ad para la operativid­ad de nuestro sistema electoral y de partidos, pero sin poner en riesgo los principios, reglas y derechos constituci­onales que protegen a nuestra democracia.

•Garantizar un modelo que permita el pluralismo político y la alternanci­a, de modo que quienes hoy son los vencidos de una elección, mañana puedan ser vencedores y viceversa.

Por estas razones, no es posible ver este ejercicio como una obsesión, mucho menos en la época social de la flexibilid­ad y búsqueda de nuevas soluciones para una realidad que cambia todo el tiempo.

•Especialis­ta en Derecho Constituci­onal y Teoría Política

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