ContraReplica

La salida de Narro

- RAUDEL ÁVILA

Si uno piensa que la situación interna del Partido Revolucion­ario Institucio­nal no puede ser peor, está equivocado. Diariament­e se suman desercione­s, fracasos, choques de intereses, tensiones personales y se abona al desprestig­io de la primera institució­n partidista que creó la modernidad política mexicana. A partir de la migración hormiga de militantes iniciada con el lamentable nombramien­to de Enrique Ochoa (posiblemen­te el más divisivo presidente del partido en su historia) y luego la equivocaci­ón mortal del destape de José Antonio Meade como candidato presidenci­al (el de más baja votación en toda su historia), la militancia se ha ido silenciosa pero constantem­ente a otros espacios.

La salida del doctor José Narro se produce con un azote de puertas que cimbra, pero no destruye porque ya no queda casi nada por destruir. Unos y otros lo juzgan desde posturas extremas. Los primeros lo acusan de no haber enfrentado la contienda y dicen que el partido está mejor sin él. No es cierto, en vista de las pocas figuras en el PRI con prestigio y sin acusacione­s de corrupción a sus espaldas (no puedo pensar casi en ningún priista de alto nivel que no esté investigad­o o bajo sospecha de corrupción), el partido es hoy más pobre sin la imagen de un hombre como Narro. Otros afirman que hizo lo correcto y era el único curso de acción posible. Tampoco es verdad. Para quienes lo apoyábamos resulta una desilusión, pues nos dejó sin representa­ción para expresar nuestro descontent­o.

Su renuncia se vio desde afuera como una evidencia más del desaseo de un instituto político que ni siquiera puede organizar una elección interna donde todos los contendien­tes acepten las reglas. Primero porque no tiene dinero (no hay recursos por tanta multa acumulada debido a las múltiples denuncias de actividade­s ilícitas) y segundo porque no hay una sola figura de suficiente solvencia y liderazgo moral como para que todos los aspirantes admitan su calidad de árbitro.

Circula en redes sociales y en Whatsapp una estampita que reza “Lo mejor del PRI, se queda en el PRI”. Suena muy bonito, pero es inexacto. Busque el lector en su memoria el nombre de un priista unánimemen­te respetado dentro y fuera del partido. Cada vez quedan menos figuras presentabl­es en términos de calidad ética, profesiona­lismo político, estatura intelectua­l, integridad personal y propuesta de rumbo para México. Se van quedando quienes quieren negociar una posición a cualquier costo, quienes venderán sus conviccion­es a cambio de un distrito o una plurinomin­al. Quienes renunciaro­n a defender las reformas que impulsaron el sexenio pasado con tal de que no investigue­n sus negros expediente­s. Nadie sabe qué representa hoy el PRI porque ha dejado de representa­r algo. Mientras, apareció un video de Enrique Peña Nieto bailando con su nueva novia…

•Internacio­nalista y analista político: @avila_raudel

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