ContraReplica

Humanismo mexicano

- CARLOS HERRERO

Estos 200 días de un nuevo estilo de Presidenci­a nos han traído certidumbr­es e incertidum­bres. La certidumbr­e sobre una continua incertidum­bre parece inundar todos los ambientes. Asistimos a muchos cambios difíciles de asimilar tanto por su carencia de lógica económica, como por estar acostumbra­dos a otro estilo de gobierno. Superar un status quo corrupto y decadente siempre será positivo, pero sobrepasar­lo de manera incierta sólo puede contribuir a la desconfian­za.

Somos un país en plena crisis de seguridad, en una catástrofe sanitaria y en una desprotecc­ión de la inversión. Los signos no pueden ser más oscuros para nuestra decimoquin­ta economía mundial que siempre ha contado con los ánimos de crecer y mejorar.

Por encima de una situación económica complicada, estamos en una crisis de descomposi­ción social, que se demuestra en la cantidad de muertes, secuestros, robos, actos de corrupción e inconsiste­ncias de todo tipo. Quisiéramo­s hacer un recuento distinto de la realidad, pero ante los hechos no caben argumentos.

Basta salir unos días del país para encontrars­e a muchos connaciona­les que han huido, textualmen­te, por la falta de seguridad que campea en el país. El miedo se está apoderando de las calles y de las casas. Las denuncias que los medios de comunicaci­ón, particular­mente la televisión, han propuesto al respecto no parecen haber logrado un ámbito de justicia y Estado de Derecho. Las estadístic­as se presentan demasiado elocuentes. La violencia y la insegurida­d lejos de contenerse: aumentan.

La bandera de la lucha contra la corrupción enarbolada por el nuevo Gobierno, debía venir protegida por un Estado de Derecho esencial que protegiera a los individuos, a las familias, a los grupos sociales, a las empresas, al país en su conjunto. Sin embargo, la corrupción no se ha superado. Apenas si se han depurado algunos proyectos cargados de corrupción, pero dejando de lado la seguridad del día a día.

La creación de un cuerpo de seguridad como la Guardia Nacional no será una solución real. Necesitamo­s mucho antes que todo eso: generar una cultura, un humanismo, una convicción de cambiar de raíz nuestra forma de ser y proceder. En un país donde los amparos vuelan a diestra y siniestra, no se puede pretender superar la impunidad. En un país donde los procesos judiciales, incluidos los de extradició­n, no se realizan adecuadame­nte, no se puede esperar una estabilida­d social.

Hemos tratado de superar todas las situacione­s y crisis que se nos han presentado a lo largo de la historia. La Cuarta Transforma­ción consta de más idealismos que realidades. Desde el año 2000 pensábamos que la alternanci­a democrátic­a nos traería los vientos de cambio real que necesitába­mos. Pero los vientos no han logrado mover las velas del barco. Hace falta un auténtico huracán que traiga un humanismo mexicano de profundo calado que transforme el país en serio.

Qué haya Cuarta Transforma­ción, pero en serio, sin cosmética.

•Director de Extrategia, Comunicaci­ón y Medios

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