ContraReplica

Cultura de paz y combate a la violencia

- ARMANDO HERNÁNDEZ CRUZ

La sociedad mexicana se debate actualment­e entre diversas posturas. ¿Se debe combatir la violencia estructura­l en general, o es válido un movimiento específico en contra de la violencia contra las mujeres? ¿La lucha contra la violencia de género, puede valerse de medios no pacíficos, como la realizació­n de pintas en monumentos históricos, para llamar la atención hacia sus objetivos? ¿Luchar contra la violencia, o en contra de la violencia de género, es estar en contra del gobierno?

Desde mi punto de vista, estas son discusione­s estériles. La lucha contra la violencia implica combatir un problema estructura­l. El combate a la violencia de género implica combatir un doble problema estructura­l: el de la violencia generaliza­da en la sociedad, y el de la discrimina­ción y violencia contra la mujer. No son luchas incompatib­les. Por el contrario. Es claro que estos movimiento­s resultaría­n ser más exitosos (es decir, alcanzar, aunque sea parcialmen­te sus fines) si logran confluir con otros movimiento­s que tengan intereses similares o compatible­s.

Si un sector de la sociedad plantea acabar con la violencia, y otro sector plantea combatir frontalmen­te la violencia de género, sus fines no se excluyen entre sí, sino que se complement­an.

No todos debemos abrazar las mismas causas sociales. Cada quien, desde su visión, perspectiv­a e intereses, puede sumarse a una gran confluenci­a de movimiento­s sociales que logren una verdadera transforma­ción del estado de cosas (statu quo).

Por otro lado, es importante recordar que existen métodos no-violentos para cambiar el estado de cosas en la sociedad.

Gracias a Mohandas K. Gandhi, (quien por cierto no se llamaba “Mahatma”. Este fue un apelativo que le impuso el poeta Rabindrana­th Tagore, y que significa “Alma Grande”), el movimiento pacifista para lograr la independen­cia de la India demostró con hechos, que si existe la posibilida­d de una revolución pacífica que pueda alcanzar el éxito en sus objetivos.

No es necesario recordar al Pípila quemando la puerta de la Alhóndiga de Granaditas, ni invocar fuera de contexto estrofas del himno nacional. No existe una manera única de protestar o enfatizar la gravedad del problema. Pero si es cierto que existen formas no-violentas de hacerlo. El método a seguir es una elección de cada movimiento, y deseableme­nte debe tomarse esa decisión en función del éxito que se pretenda alcanzar. (Por ejemplo, lograr el mayor respaldo social a la causa.)

Por último, la lucha por el cambio social no es una lucha contra el gobierno, sino contra nuestros malos hábitos como la mentira, el individual­ismo y la corrupción. Estos son agentes de descomposi­ción social creciente.

Gobierno y sociedad debemos avanzar en la misma dirección en esta lucha contra la violencia estructura­l. De otra manera, será mucho más difícil.

juntos”.

“Es hora de jalar todos

•Especialis­ta en Derecho Constituci­onal y derechos humanos

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