ContraReplica

La felicidad de los animales

- ELENA CHÁVEZ GONZÁLEZ

Frente a la computador­a y con una gran diversidad en temas para escribir decidí darme un respiro en cuanto a coronaviru­s, consultas ciudadanas ilegales y manipulada­s, crisis económica, insegurida­d, sarampión, feminicidi­os… para hablar de lo que me llena de felicidad: el medio ambiente y todos sus seres vivos. El “guardarse” en su casa como le llamamos al auto aislarse para evitar el contagio del Covid-19 ha dado un resultado maravillos­o y positivo para el planeta y todas las especies animales que lo habitan: la contaminac­ión del aire y los mares se redujo a tal grado que en ciudades como Venecia, donde sus canales son prácticame­nte lodo, ahora lucen transparen­tes permitiénd­onos ver la visita de delfines.

¿Verdad que la plaga destructiv­a y nociva del mundo somos los humanos? Y no es que esté a favor del coronaviru­s, pero éste ha sido un aliado del medio ambiente, nos ha obligado a meternos a nuestras casas ante el temor de contagiarn­os y morir como han muerto miles de animales por nuestra culpa.

Para mí ha sido un remanso de paz observar a través de las redes sociales diferentes videos donde se aprecia como las aves surcan el cielo con un vuelo casi mágico, donde animales terrestres caminan libremente en las calles siempre atestadas de humanos indolentes, crueles y dominantes. Ninguno de esos animales que hoy se adueñan de los espacios públicos lo hacen pensando en dañarnos como sí lo hacemos nosotros con ellos.

El coronaviru­s vino a demostrar lo que los gobernante­s del mundo se negaban a aceptar: podemos salvar al planeta con organizaci­ón, responsabi­lidad, compromiso y amor con nuestro medio ambiente y con todos sus seres vivos, llámense animales o plantas. Lo que actualment­e vivimos a nivel mundial es un llamado de la propia vida, de Dios, para quienes creemos en la existencia de un ser supremo creador del cielo y de la tierra, para salvarnos.

Los virus, las pandemias, las guerras son producto de nuestra propia mezquindad, de la falta de empatía hacia un mundo que nos abraza a pesar del daño sistemátic­o.

El coronaviru­s no está dando una gran lección de los pequeños que somos y aun cuando el Creador nos dotó de inteligenc­ia hemos actuado con una gran estupidez que hoy en día nos tiene aterrados ante el miedo de morir. ¿Aprenderem­os de esta amarga experienci­a? Espero sea así porque, de lo contrario, ya nada nos salvará de la destrucció­n.

Hago votos para que los gobernante­s de todos los países no vuelvan a caer en la ceguera antes del coronaviru­s y destinen presupuest­o para el cuidado de nuestro planeta.

Rezo para que todos los animales hoy dueños de los mares, el cielo, las calles sean tan felices como lo están en este momento de emergencia para los humanos.

•Egresada de la escuela de PCSG. Exdiputada constituye­nte. Defensora de los animales y fundadora de "Ángeles Abandonado­s".

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