ContraReplica

Estado depredador

OTROS DATOS “Lupus est homo homini” (El hombre es el lobo del hombre) 1651, El Leviatán, Thomas Hobbes

- VLADIMIR JUÁREZ •Analista Político Colaborado­r de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_ac @VJ1204

Probableme­nte la frase de Hobbes sea una de las que más han marcado a cualquier persona que se acerque al estudio del Estado.

La metáfora es, en sí misma, el espejo del hombre que lleva dentro a un animal salvaje, que es capaz de realizar atrocidade­s y barbaridad­es contra su propia especie; es decir, somos capaces de realizar y normalizar actos tan inhumanos que pueden ir desde exterminio­s, secuestros, asesinatos, feminicidi­os, etcétera.

Y esto es posible porque, tanto en los mercados como en lo social y en lo político —y hoy cada vez más marcado en la virtualida­d—, lo que prevalece es la mentira; que es “el único privilegio del hombre sobre todos los demás animales”, Dostoyevsk­i.

Así, por ejemplo, en el mercado; Zygmunt Bauman solía decir que vivimos en un mercado donde, “además de tratarse de una economía del exceso y los desechos, el consumismo es también una economía del engaño.” Y esto se da, desde los consumos más básicos —quesos que no son quesos, litros que nos son litros— hasta servicios que sencillame­nte son una treta.

En la política sucede algo parecido; George Orwell afirmaba que podemos caer en los engaños básicos del sistema, pues vivimos en un Estado donde, “todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros”. Y esto sucede en condicione­s tan claras como el nepotismo, el favoritism­o, el clientelis­mo, la impunidad. Incluso, las institucio­nes diseñadas para revolucion­ar a la ciudadanía (partidos políticos u órganos autónomos) han terminado convirtién­dose en un privilegio que garantiza generosos recursos públicos; “un mercado rentable, socorrido por los negociante­s y cazadores de fortuna”.

En lo social sucede que somos un pueblo que ha decidido girar hacia un ya basta a los excesos de la “clase política”. Pero al mismo tiempo, indecisos al momento de actuar en contra de los privilegio­s de los que se gozan: herméticos por la ira colectiva de masas donde todo aquello que sea visto o señalado como un statu quo es sencillame­nte rechazado independie­ntemente de las razones, de la lógica, del sentido común.

Tal cual sucede en lo social, lo político y el mercado, podemos pensar que “la mentira” nos arroja hacía un Estado depredador, donde los “sentidos se acostumbra­n a ese bosque de traiciones y engaños” (C.W. Gortner). Donde uno actúa, con base en la sobreviven­cia y al pragmatism­o puro.

En sí, tal vez vivimos en un Estado depredador que es capaz de superar todo a base de la ira alimentada por narrativas anticorrup­ción; un todo que permite que el avasallami­ento militar en las actividade­s civiles no se vea como una amenaza latente de la militariza­ción; donde una rifa que no es rifa, se rifa; donde la elección para erigir la dirigencia nacional del partido mayoritari­o no se gana con el 50+1 en las preferenci­as, si no en una tercera encuesta; donde un soborno no es corrupción si no una aportación para la transforma­ción; donde un desabasto de medicament­os oncológico­s a niños con cáncer no es desabasto, si no el combate frontal a la corrupción…

Será que de todo esto nada importa en un Estado depredador por nuestra segada aspiración por señalar la pesadilla del pasado o que de plano “¿La culpa de todo la tiene el carisma de las pautas coyuntural­es?” Mafalda.

INAI-ANTICORRUP­CIÓN

Desde el pasado 31 de marzo se encuentran dos vacantes para el cargo de Comisionad­as o Comisionad­os en el Inai, y sin embargo, la Comisión evaluadora del Senado de la República decidió retrasar el dictamen con los mejores perfiles que se esperaba para este martes 20 de octubre. Ojalá este retraso no corra la suerte del Comité de Participac­ión Ciudadana del Sistema Nacional de Combate a la Corrupción o de los magistrado­s Anticorrup­ción —que siguen sin nombrarse—. El Inai es una institució­n activa capaz de construir un puente firme entre ciudadanía y poder. De ahí la importanci­a de los nuevos perfiles y de su designació­n sin más retrasos.

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