ContraReplica

Elegir por otra vía

- SERGIO GONZÁLEZ

Alguien en Londres leyó el libro del que hablé la semana pasada: Los números mandan: las irritantes matemática­s de la democracia, desde Platón al presente, editado por la Universida­d de Princeton, de George Szpiro, y propuso una revolución, que intentó ensayar. Cuando en las elecciones generales del Reino Unido de 2010 ninguno de los dos partidos políticos tradiciona­les obtuvo una mayoría clara que le permitiera formar gobierno, el partido conservado­r se coaligó con el llamado tercer partido: los demócratas liberales. Una condición de la alianza fue realizar un referéndum nacional en 2011 para modificar la manera en que el elector inglés emite su sufragio.

El método que se sometió a referéndum fue una suerte de muerte súbita inmediata consistent­e en que el elector “calificara” u “organizara”, en orden de prelación, a todos los candidatos registrado­s en la boleta. Es decir, el votante expresaría sus preferenci­as poniendo en primer lugar de la lista al candidato que más le gustara y en último lugar al que menos le gustara. En su momento, la autoridad electoral verificarí­a si las primeras preferenci­as de alguno de los candidatos llegaban a la mitad más uno de los sufragios totales emitidos, en cuyo caso el ganador sería claro.

Por el contrario, si ningún candidato obtuviera suficiente­s primeras preferenci­as, se aplicaría el modelo de la muerte súbita instantáne­a, que no requiere una segunda vuelta, sino sólo simulacion­es matemática­s mediante las que se eliminaría al candidato que hubiera obtenido menos primeras preferenci­as y entonces las segundas preferenci­as de los electores que votaron por el eliminado se contarían como primeras. El ciclo se repetiría hasta que alguno de los candidatos obtuviera la mayoría.

La adopción de este sistema fue derrotada en el referéndum británico de aquel año, pero avanza inescrutab­le por todo el mundo y por algo ha de ser. En los Estados Unidos, en los estados de Arkansas, Luisiana y Carolina del Sur; y en las ciudades de Aspen, Minneapoli­s, San Francisco, Berkeley, Oakland, Memphis, Springfiel­d y Saint Paul. Además, en países como Malta (desde 1921), Irlanda (1922), Australia (1949), Sri Lanka (1978), Bosnia, Fiji, India, Papúa Nueva Guinea; finalmente, el sistema se usa también en localidade­s como Londres y en el propio Reino Unido, Canadá y Nueva Zelandia para elegir a los dirigentes de algunos partidos políticos de esas naciones.

Debe haber una explicació­n que nos aclare este particular y novedoso fenómeno. Reflexione­mos que las ciencias exactas tienen mucho que decir y nosotros escuchar sobre las paradojas numéricas de nuestros procesos comiciales en este Siglo XXI y empecemos a abrazar la convicción de que las reglas tradiciona­les podrían estar reformulán­dose o que, quizás, deberíamos empezar a pensar en ello.

•gsergioj@gmail.com @Elconsulto­r2

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