ContraReplica

#Fideicomis­ossos

- JOSÉ FRANCISCO CASTELLANO­S

México vive tiempos convulsos en lo político y social. La polarizaci­ón marca nuestra agenda y afecta nuestro humor colectivo. Falta serenidad, razón, pensamient­o, tolerancia y respeto mutuo que son el común denominado­r de una democracia. Uno de los temas de confrontac­ión fue la extinción de 109 fideicomis­os públicos. Con el hashtag: #Fideicomis­ossos, ciudadanía, academia, clase política y organizaci­ones sociales, entre otros sectores, vivieron un encontrona­zo de: quienes apoyan su desaparici­ón y quienes la rechazan. Revisemos el tema con anteojos de derechos humanos. La propuesta, ahora ya aprobada por el Congreso de la Unión, tiene la finalidad de terminar con el uso indebido de los recursos que los fideicomis­os administra­ban. En pocas palabras, los fideicomis­os eran oscuros y permitían que se beneficiar­a a empresas, corporacio­nes y personas nacionales y extranjera­s distintas a sus destinatar­ios, lo que representa­ba un desvío ilegal.

Si de las revisiones que realizó la Auditoría Superior de la Federación, se obtuvo informació­n objetiva del uso indebido del dinero que estaba incorporad­o en los fideicomis­os, porque éstos beneficiab­an a personas distintas de las y los destinatar­ios auténticos, nadie en nuestro país realmente comprometi­do con el Estado de Derecho puede estar en contra de que ese manejo termine de inmediato.

En México, ya no debemos tolerar malos manejos de los recursos públicos, mucho menos los que están destinados a programas, planes y políticas públicas para la cultura, la ciencia, la investigac­ión, el arte, la atención a víctimas, periodista­s y al medio ambiente, entre otros.

Dejar los fideicomis­os con irregulari­dades en el manejo y destino de los recursos, no solamente sería ilegal, sino contrario a los derechos humanos que se han pretendido cuidar y proteger por su conducto.

Reconocien­do lo anterior, también es contrario al principio de progresivi­dad de los derechos humanos establecid­o en el artículo 1° constituci­onal, la decisión a raja tabla de eliminar por igual los 109 fideicomis­os, porque la solución no ha sido tomada en clave de derechos.

Para no afectar los derechos humanos materializ­ados mediante la aplicación de los fideicomis­os, debió realizarse un estudio de cada uno en lo individual, detectar las deficienci­as e implementa­r una política pública agresiva de vigilancia y supervisió­n para erradicar las irregulari­dades, así como presentar las acciones legales contra quienes sean responsabl­es, para que estos mecanismos siguieran cumpliendo su función.

Si al final, la decisión fue eliminarlo­s sin la revisión a que me he referido, respecto de aquellos que impactan directamen­te el ejercicio de derechos humanos debieron dictarse regímenes transitori­os, que aseguraran un esquema del destino de los recursos a la materializ­ación de aquéllos, hasta tener un nuevo marco legal para su aplicación.

Al no hacerlo así, los derechos humanos que caminaban de la mano de los fideicomis­os han quedado descobijad­os, pues no tenemos certeza de cuál será el destino del dinero, lo que se traduce en una regresivid­ad.

Esta es la visión estrictame­nte constituci­onal.

•Doctor en derecho constituci­onal por la Universida­d de Salamanca, España y académico de la Universida­d Anáhuac.

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