Salvar el mundo
Muy pocos libros de promoción de la lectura son tan agradables al momento de leerlos, normalmente se trata de manuales tediosos, llenos de recetas o, en el mejor de los casos, de “estrategias” para leer más rápido, deslizando la mirada en sentido vertical, a mayor velocidad y, desde luego, con el menor esfuerzo posible. Estas obras, más que formar lectores, quieren “leedores” o, como solía decir Alfonso Reyes, “inspectores del texto”.
Cosa contraria sucede con la pequeña obra maestra de Felipe Garrido Inteligencias, lenguaje y literatura, que fuera publicada por la UNAM y la Academia Mexicana de la Lengua en 2017, la cual centra el asunto de la lectura, después de años de reflexión y práctica, en su justa dimensión. Un país de lectores comienza en el seno familiar, de ahí se transfiere a la escuela y de la escuela se regresa a la sociedad, porque el acto de leer, como lo pregona Michael Ende en La historia interminable, es necesario para salvar al mundo.
En este periplo, los maestros deben ser aliados de la lectura, compañeros de viaje de los alumnos, facilitadores de los libros, de las tramas, del placer que concita la palabra comunitaria en voz alta; palabra capaz de despertar el interés adormilado, el miedo, la curiosidad por seguir las pistas de la obra que comienza, para después concluir la historia por sus propios medios y empezar otra, a la manera de Sherezade en Las mil y una noches, cuyo símil para nuestros alumnos podría
Para dar el gran salto y ganar el corazón de los centros educativos hacia la causa de los libros es necesario repensar el papel de la escuela, pues, como dice Felipe Garrido, “no está de más recordar que en el origen y en el fondo de todas nuestras crisis, de todos nuestros conflictos, subyace siempre una crisis de educación.”
representar mil y un días acompañados de la lectura matutina de fábulas, relatos, poemas y fragmentos de novelas.
Por consiguiente, es necesario apelar al compromiso de los docentes, recordándoles el importante papel que desempeñan, no sólo como líderes morales de sus comunidades, sino como artesanos que moldean el carácter y la actitud de los jóvenes que habrán de continuar con la tarea de preservar la memoria cultural, histórica y literaria de nuestros pueblos.
Felipe Garrido, a propósito de la inauguración de una biblioteca que lleva su nombre en el sistema educativo de la Universidad de Guadalajara, pidió a los maestros y alumnos salvar al mundo, a través del impulso a “un país de lectores letrados, lectores capaces de servirse de la escritura. Lectores de una amplia variedad de ideas y formas de conocimiento, y también, por fuerza, de literatura, pues en la literatura se encuentra la expresión más compleja, más alta, más diversamente estructurada del lenguaje.”
Sobra decir que el lenguaje, el verbo creador, es el principio y el fin de la existencia humana.