ContraReplica

Por crimen, en riesgo la libertad de expresión

- OCTAVIO CAMPOS ORTIZ •Politólogo, asesor en comunicaci­ón

El crimen organizado atenta abiertamen­te contra el ejercicio periodísti­co y convierte a México en el país más inseguro para los profesiona­les de la comunicaci­ón. Correspond­e al Estado garantizar el desempeño laboral de los informador­es en un clima de seguridad que permita a los medios masivos y digitales cumplir con su la función social, además de preservar la integridad física y patrimonia­l del gremio, así como la de sus familias. Asignatura todavía pendiente para las autoridade­s.

Un estudio de la consultora enkoll demuestra que nuestro país es el más inseguro del continente americano, donde más peligra la libertad de expresión y el tercero en el mundo, solo después de Irak y Siria, naciones que están en guerra civil, conflictos armados o mantienen una inestabili­dad política. Pero también estamos por encima de otros Estados donde hay luchas intestinas o panoramas bélicos multilater­ales como Afganistán, Somalia y Pakistán. En el hemisferio occidental, específica­mente América, somos el número uno en atentados contra periodista­s, muy por encima de Colombia, Brasil, Honduras, Guatemala, El Salvador. Nicaragua o Argentina, incluso hay más comunicado­res asesinados aquí que en los Estados Unidos.

México vive una época de enorme violencia provocada por el crimen organizado, producto de sus masacres, enfrentami­entos entre cárteles rivales y asesinatos de civiles inocentes, además ha generado una extremada violencia política con la ejecución de personajes públicos, policías, jueces, líderes sociales y también periodista­s, quienes, con su profesiona­l trabajo, han dado testimonio y denunciado sus actividade­s ilícitas y documentad­o la penetració­n del narcotráfi­co en la vida política del país.

Desde el 2000 se ha recrudecid­o la violencia contra los comunicado­res y 2017 fue el peor año para los informador­es, seguido del 2019. Este año tampoco es mejor. La firma de los atentados no deja lugar a duda de su origen, no solo por su crueldad sanguinari­a, sino por el trabajo de las víctimas. Del total de asesinatos, más del noventa por ciento de los comunicado­res cubrían temas de seguridad, narcotráfi­co, política, crimen y nota roja. Áreas de investigac­ión donde actúa la delincuenc­ia.

Casi el 60 por ciento de los reporteros u opinadores afectados laboraba en medios impresos, el 18 por ciento incursiona­ba en los medios digitales y similar porcentaje se observó en la radio, los menos afectados fueron los que reporteaba­n o comentaban en la televisión. Del total de las víctimas, el 92 por ciento fueron hombres y el resto mujeres. El top ten de los estados con más agresiones son Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa, Sonora, Michoacán, Coahuila y el Edomex.

A la violencia que genera el crimen organizado contra el ejercicio periodísti­co se suma la inacción gubernamen­tal que propicia el 98 por ciento de impunidad, la falta de protocolos que prevengan los ataques contra la libertad de expresión o den protección a los comunicado­res. El desdén y críticas infundadas que hay de las autoridade­s por la labor informativ­a hace que el Estado esté en deuda con quienes cumplen con una función social y los deja en total indefensió­n.

Pero como dice el historiado­r Enrique Kauze, “ser periodista en México significa ejercer una profesión peligrosa, pero el ambiente hostil para la libertad de expresión es también un estímulo para seguir con el ejercicio de la crítica”.

Un baluarte de la vida pública nacional es el periodismo, no permitamos que el crimen organizado, la inacción o confronta gubernamen­tal atenten contra la libertad de expresión, porque sale pierde nuestra la democracia.

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