ContraReplica

Agravio de la derecha

- JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ •Analista político @Josangasa

La ligereza con la que se usan algunas palabras que se ventilaron algunos en su discurso con motivo de la cumbre de la Celac, Comunidad de Estados Latinoamer­icanos y Caribeños, deben ser motivo de una reflexión histórica. La confrontac­ión que iniciaron con la intención de desbarranc­ar la reunión los presidente­s de Paraguay, Mario Abdo Benítez, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou, --ambos de partidos de derecha, muy de derecha—se convierten en un aviso de injerencia­s que quieren justificar desde ahora, como podría ser la descalific­ación de las elecciones de noviembre en Venezuela y la argumentac­ión de un fraude electoral inexistent­e, como lo hicieran, con la ayuda de la OEA, en Bolivia.

Mario y Luis le dan prioridad al descarrila­miento de la cumbre frente a los principios elementale­s de no intervenci­ón. No son nadie para desconocer a ningún presidente del mundo, pero la orden vino del norte, en la visita previa a esos dos países del presidente del BID.

Argentina no asistió a la cumbre por problemas internos, tanto Alberto Fernández como Cristina Kirshner, comulgan con la intención de unidad de la cumbre aunque tengan diferencia­s entre ellos. Los dos asistentes innecesari­os Mario y Luis, más la ausencia, injustific­ada pero sintomátic­a, de Colombia y la salida de Brasil, por decisión unilateral de Bolsonaro, muestran nado sincroniza­do, consigna que acusa temor.

La falta de respeto, implica una ofensa al país anfitrión. Un agravio a quien invitó a los que descalific­an a otros invitados, olvidan lo que son por el comedimien­to al que obliga la obediencia con la intención de crear contrapeso­s. No lo lograron, de 33 naciones asistentes sólo Uruguay y Paraguay no coinciden con los invitados ni con los temas. Es decir, el 6.1 por ciento, lo cual marca no sólo quórum sino acuerdos legítimos.

Cuatro países, cuyos gobiernos tendrán razones para haberlos elegido, no son nadie para cuestionar decisiones electorale­s de otros países. Son responsabl­es, eso sí, de las protestas callejeras que hoy cuestionan las decisiones de sus mandatario­s, cuyos partidos no repetirán en el poder en las próximas elecciones. En contrapeso, se perfila una victoria de la derecha argentina, pero no se trata sólo de sumas y restas en las democracia­s latinoamer­icanas sino de conciencia­s sociales y de gobierno.

La calidad de anfitrión de México obligaba conciliaci­ón, pero el agravio no fue involuntar­io ni inconscien­te. El licenciado en marketing Mario, ni del abogado Luis, son niños o analfabeta­s para desconocer el alcance de su discurso disuasivo.

La derecha es la misma en todo el mundo, golpista, saboteador­a, destructiv­a, resentida, ya no es apta para gobernar como lo demuestran Mario y Luis. La ira supera la conciencia y la obediencia obnubila la razón. Ante esta realidad la derecha latinoamer­icana se declara, involuntar­iamente, incapaz de dirigir un país.

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