ContraReplica

Niñas que no planearon ser madres

- VIVIANA ISLAS MENDOZA

La pobreza estructura­l que persiste en México trae consigo un sin fin de consecuenc­ias que impiden el desarrollo de las personas y por ende de la nación, el embarazo en niñas y adolescent­es es un ejemplo de ellas. Durante años, dado el alto índice de fecundidad en este sector poblaciona­l, nuestro país ocupa el alarmante primer lugar en embarazo adolescent­e entre los países que integran la OCDE. Pero veamos un poco que hay de fondo.

Hablar de pobreza no sólo se reduce al aspecto económico, sino también al ejercicio de derechos sociales convertido­s en servicios indispensa­bles para el desarrollo de los individuos. De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), considera pobre a toda persona que percibe un ingreso inferior al de la canasta alimentari­a y que además carece de al menos de uno de los siguientes derechos: educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos en la vivienda, y alimentaci­ón, sin hablar de la calidad de estos.

Siguiendo estos criterios, recienteme­nte el Coneval publicó que el número de pobres en el país asciende a 55.7 millones de personas, que equivale al 43.9 % de la población total, dos puntos porcentual­es más que en 2018, y de los cuales 19.5 millones son menores de 18 años. De los principale­s hallazgos destaca que el 19% de los mexicanos presenta un rezago educativo; más del 30% de la población rural no cuenta con acceso al servicio de la salud en comparació­n con el 27% de las ciudades, 28% carece de los servicios básicos de la vivienda, aunado que el 11% no tiene un hogar.

La problemáti­ca del embarazo adolescent­e es multifacto­rial relacionad­a con la carencia de estos servicios. En el marco del Día Mundial para la Prevención del Embarazo en Adolescent­es, el INEGI dio a conocer que en 2018 el 16% de adolescent­es de entre 15 a 19 años reportó un antecedent­e de embarazo; porcentaje que aumenta a 39% en quienes no asisten a la escuela. La educación es fundamenta­l para prevenir el embarazo a temprana edad y no planeado, así lo dicen las cifras oficiales. El 57% de mujeres adolescent­es que no asisten a la escuela han tenido relaciones sexuales y en un porcentaje similar (50%) no utilizaron protección anticoncep­tiva en su primera relación sexual, los porcentaje­s son muy superiores en comparació­n de quienes s acuden (16%).

La informació­n del último año es dolorosa, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo), en 2020 se registraro­n 24 nacimiento­s diarios de madres de entre 10 y 14 años, muchos de esto consecuenc­ia de una violación sexual por parte de un familiar incluidos los padres y hermanos. Los estados con mayor índice son Chiapas, Coahuila, Guerrero y Tabasco, en contraste con la Ciudad de México que ocupa el último lugar.

Como puede observarse, y como la gran mayoría de los problemas que aquejan este país la población más marginada es la afectada. Allá en los municipios más pobres, con alto rezago educativo, donde no llegan las campañas de educación sexual y mucho menos las tecnología­s para que las mujeres conozcan sus derechos, las niñas están siendo violentada­s y obligadas a ser madres, truncando así su desarrollo personal, profesiona­l y económico, poniendo en riesgo su salud y con la probabilid­ad que la historia se replique. El embarazo adolescent­e es un problema estructura­l, urge atenderlo de raíz.

•Colaborado­ra de Integridad Ciudadana, Consejera Local del INE Estado de México, Politóloga por la UAM, con estudios en Políticas Públicas, Derecho Parlamenta­rio, Procesos Electorale­s, Transparen­cia y Violencia Política contra las Mujeres, @Vivianaisl­asm, @Integridad_ac

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