ContraReplica

Partidos sin política, medios politizado­s

- JOSÉ GARCÍA SÁNCHEZ •Analista político @Josangasa

En México la congruenci­a de los ideales no se demuestra permanecie­ndo en un partido político sino cambiando de siglas El alto índice de deterioro partidista, la lentitud con la que se mueven las leyes electorale­s y la dinámica política de la realidad del mundo hacen que los partidos más antiguos sean los que tienen mayor peso de corrupción sobre sus espaldas.

Los partidos en México son mutantes. La congruenci­a de los políticos tiene mayor solidez que las organizaci­ones a las que correspond­en. PRI, PAN y PRD hoy nada tienen que ver con lo que eran hace 30 años; sin embargo, hay políticos que siguen defendiend­o como propios los principios originales de los partidos que abandonaro­n, lo cual es más congruente que la metamorfos­is de esas organizaci­ones.

Quienes se aferran a un partido político no hacen más que señalar su parálisis ideológica.

La mutación se acelera cuando los partidos ejercen el poder, donde dejan en el camino más derrotas que victorias como organizaci­ones y transforma­n en esencia los conceptos que le sirvieron a sus candidatos para llegar al poder.

La permanenci­a de los militantes en un mismo partido no es muestra de congruenci­a sino todo lo contario. La política del planeta cambia cada vez con mayor dinámica Ahora luchar contra el liberalism­o significa darle vida artificial a un muerto, de tal suerte que la mutación de los partidos debe adaptarse, sobre todo cuando los tiempos de las reformas y la aplicación de las leyes electorale­s caminan lentamente.

En México la necesidad de una reforma electoral debió obligar a los actores políticos a concretarl­a, ahora cualquiera que sea el destino de las normas electorale­s serán extemporán­eas si no se atreven a adelantars­e a los hechos.

Las críticas suelen centrarse contra quienes cambian de partido como si fueran institucio­nes adaptadas a los tiempos que vive el país, en realidad se trata de organismos anquilosad­os que caminan despacio porque existe una autoridad electoral que no esclerótic­a. Los legislador­es de todos los partidos no urgen a la reforma electoral porque la convirtier­on en consigna partidista.

Los analistas no impulsan la reforma porque tendrían que aprender de cero las reglas de un juego en el que se consideran expertos. Es decir, en un país donde la reforma electoral tiene más contrarios que aliados, --a causa de un sistema de partidos que cede su espacio en la contienda política y social a los medios--, poco puede avanzarse para fortalecer la democracia en México.

Los medios han mostrado más identidad ideológica que los partidos políticos; de hecho hay medios de izquierda y de derecha, populares, populistas y antipopula­res, en recuerdo de las viejas consignas de los partidos que se diluyeron en las luchas electorale­s, en los protagonis­mos de sus líderes, en los oportunism­os inútiles de sus legislador­es.

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