Partidos sin política, medios politizados
En México la congruencia de los ideales no se demuestra permaneciendo en un partido político sino cambiando de siglas El alto índice de deterioro partidista, la lentitud con la que se mueven las leyes electorales y la dinámica política de la realidad del mundo hacen que los partidos más antiguos sean los que tienen mayor peso de corrupción sobre sus espaldas.
Los partidos en México son mutantes. La congruencia de los políticos tiene mayor solidez que las organizaciones a las que corresponden. PRI, PAN y PRD hoy nada tienen que ver con lo que eran hace 30 años; sin embargo, hay políticos que siguen defendiendo como propios los principios originales de los partidos que abandonaron, lo cual es más congruente que la metamorfosis de esas organizaciones.
Quienes se aferran a un partido político no hacen más que señalar su parálisis ideológica.
La mutación se acelera cuando los partidos ejercen el poder, donde dejan en el camino más derrotas que victorias como organizaciones y transforman en esencia los conceptos que le sirvieron a sus candidatos para llegar al poder.
La permanencia de los militantes en un mismo partido no es muestra de congruencia sino todo lo contario. La política del planeta cambia cada vez con mayor dinámica Ahora luchar contra el liberalismo significa darle vida artificial a un muerto, de tal suerte que la mutación de los partidos debe adaptarse, sobre todo cuando los tiempos de las reformas y la aplicación de las leyes electorales caminan lentamente.
En México la necesidad de una reforma electoral debió obligar a los actores políticos a concretarla, ahora cualquiera que sea el destino de las normas electorales serán extemporáneas si no se atreven a adelantarse a los hechos.
Las críticas suelen centrarse contra quienes cambian de partido como si fueran instituciones adaptadas a los tiempos que vive el país, en realidad se trata de organismos anquilosados que caminan despacio porque existe una autoridad electoral que no esclerótica. Los legisladores de todos los partidos no urgen a la reforma electoral porque la convirtieron en consigna partidista.
Los analistas no impulsan la reforma porque tendrían que aprender de cero las reglas de un juego en el que se consideran expertos. Es decir, en un país donde la reforma electoral tiene más contrarios que aliados, --a causa de un sistema de partidos que cede su espacio en la contienda política y social a los medios--, poco puede avanzarse para fortalecer la democracia en México.
Los medios han mostrado más identidad ideológica que los partidos políticos; de hecho hay medios de izquierda y de derecha, populares, populistas y antipopulares, en recuerdo de las viejas consignas de los partidos que se diluyeron en las luchas electorales, en los protagonismos de sus líderes, en los oportunismos inútiles de sus legisladores.