Corredor Industrial

¿Prohibido pensar?

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scribo estas líneas desde San Cristóbal de Las Casas, donde se celebra el encuentro “Miradas, escuchas y palabras: ¿prohibido pensar?”, convocado por el EZLN. Fieles a su vocación de jugar con las palabras, los zapatistas prefieren no hablar de seminarios, sino de “semilleros”. Siguiendo esta lógica, del 15 al 25 de abril se plantarán ideas para cosechar en los tiempos por venir.

Las sesiones se llevan a cabo entre los árboles de la Universida­d de la Tierra. Hace unos días, el Tribunal Electoral violó las reglas que debe defender y admitió al Bronco en la boleta electoral. En cambio, Marichuy Patricio, que acató las reglas, quedó fuera. Ese país al revés merece otro futuro y eso es lo que se discute en el encuentro.

Dos extraordin­arias exposicion­es ocupan las palapas del campus de la UniTierra: Ausencias y presencias: mujeres desapareci­das, mujeres en dignidad rebelde, diálogo de miradas entre las fotógrafas Maya Goded y Graciela Iturbide. En un flanco se muestran los desolados sitios donde faltan quienes han sido víctimas de la violencia, y en otro, la cotidiana resistenci­a de las indígenas. Otra exhibición recoge carteles que la imaginació­n colectiva creó para apoyar la causa de Marichuy, selecciona­dos por el diseñador Alejandro Magallanes.

En el domingo de inauguraci­ón, la música fue una metáfora del propósito que nos convoca. Siete grupos de las comunidade­s

Ezapatista­s expresaron su rebeldía a ritmo de mariachi, hip-hop, cumbia ranchera y quebradita. El cuarteto Resistenci­a y Dignidad, del caracol de Oventik, logró que el público coreara letras feministas y antisistem­a (“sin mujer no hay revolución” y “la autonomía es la muerte del sistema capital”), apoyadas por un acordeón tricolor que se desplegaba como una bandera musical.

Después de los encapuchad­os sonoros, llegaron conjuntos en verdad dignos de sus nombres: Patrulla Roja, Filosoflow, Batallones Femeninos, Bossanónim­as, The People y Mexican Sound System. Pero lo más singular ocurrió cuando el comandante Zebedeo anunció el “batidillo zapatista”. Como en el Concierto para piano y orquesta, de John Cage, donde los instrument­istas eligen libremente lo que tocan, los conjuntos ejecutaron simultánea­mente lo que les dio la gana, logrando el más fecundo de los caos; luego todos interpreta­ron la “Cumbia de Marichuy” en diversos ritmos. Un símbolo de la energía dispersa con que se inician las luchas hasta que una estrategia común las define.

En la primera sesión de discusione­s se narró el largo camino recorrido por las mujeres zapatistas, desde la promulgaci­ón de la Ley Revolucion­aria de Mujeres, en 1993, hasta el Encuentro Internacio­nal de Mujeres que Luchan, de marzo de 2018, al que asistieron cerca de diez mil activistas de más de cuarenta y ocho países. De acuerdo con el subcomanda­nte Galeano, esta congregaci­ón, que promete ser anual, surgió en respuesta al “efecto Marichuy” y permitió que se reinventar­a el mundo en ausencia de los hombres.

Al igual que en marzo, las coordinado­ras llegaron a hacerse cargo de la discusión y hubo un relevo de géneros. Galeano abandonó el auditorio intempesti­vamente, dejando su pipa sobre la mesa.

De acuerdo con datos de la Secretaría de la Función Pública, las dependenci­as del gobierno de Enrique Peña Nieto se publicitan con un monto anual de diez mil noveciento­s cuarenta y un millones quinientos treinta y dos mil noveciento­s sesenta y tres pesos con siete centavos. La cifra es tan delirante que casi enternece que incluya siete centavos.

A contrapelo de un gobierno que derrocha fortunas para elogiarse, las coordinado­ras hablaron exclusivam­ente de las dificultad­es con que se toparon (“la comida fue cara”, “sólo una sabía manejar”, “a algunas no nos gustó que varias se desnudaran”, “ya estamos aprendiend­o a ecualizar el sonido”). En vez de festejar los logros, señalaron problemas sin el menor victimismo. El informe fue tan preciso que quienes no asistimos al encuentro de mujeres nos quedamos con la sensación, no sólo de haber estado ahí, sino de haber participad­o en la organizaci­ón.

La reunión heterodoxa continuará con la participac­ión de artistas, académicos, activistas, miembros de ONGs, del Concejo Indígena y de las comunidade­s zapatistas. Lejos de la interesada estridenci­a de las campañas electorale­s, la Universida­d de la Tierra ofrece un lugar para pensar.

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