Corredor Industrial

Pacificar a México

- Jorge Carrasco Araizaga

Desde la primera mitad de los años noventa, México vive una crisis de seguridad. Al final de su sexenio, Carlos Salinas tuvo que crear una Comisión de Seguridad que dependía directamen­te de él. Sólo fue para administra­r su salida, mientras Ernesto Zedillo presentaba el Sistema Nacional de Seguridad Pública en su primer año de gobierno.

Desde entonces, quienes le han sucedido han improvisad­o en torno a esa propuesta y han creado, disuelto, modificado y cuanto han querido con las corporacio­nes policiales y las instancias encargadas de elaborar las políticas públicas en seguridad.

En ese cuarto de siglo, la delincuenc­ia siguió su propia dinámica. Creció y se desarrolló, por razones internas y del exterior, hasta convertirs­e en lo que ahora es: una fuerza beligerant­e que desafía cotidianam­ente al Estado.

Le ha arrebatado territorio, expolia y asesina a su población, gana batallas culturales y hasta recibe subsidio indirecto con la cooptación de policías y militares que se han capacitado con recursos del erario.

Hace rato que el Estado mexicano dejó de garantizar la integridad de las personas y la posesión de sus bienes, premisa a partir de la cual surgió el Estado como institució­n.

Por eso, a nadie sorprende los resultados del Inegi sobre la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), según la cual ocho de cada diez mexicanos se siente inseguro en la ciudad donde vive. http:// www.beta.inegi.org.mx/app/saladepren­sa/noticia.html?id=4134

Es el fracaso del Estado puesto en cifras. A decir de sus propios habitantes, México es un país con miedo.

Para nadie es un secreto el poder de fuerza de las organizaci­ones delictivas. El Ejército, la Marina y la Policía Federal lo han aceptado públicamen­te. Lo que nunca van a admitir, empezando por sus jefes políticos, es que México vive un conflicto armado interno de proporcion­es incluso superiores a la de una guerra civil por el número de muertos, desapareci­dos, desplazado­s y un abultado etcétera de violacione­s a la dignidad humana y a derechos esenciales en una democracia.

La recuperaci­ón de la paz es el principal tema de la elección presidenci­al de 2018. Sin paz no hay desarrollo. Ni económico, ni educativo, ni de ningún tipo. Las empresas han incrementa­do sus gastos para tener más seguridad y trasladan esos costos a los consumidor­es. En muchas partes del país, los maestros se están capacitand­o sobre cómo reaccionar para proteger a los niños en casos de balaceras afuera de las escuelas.

La disyuntiva es mantener o no el esquema de guerra de Felipe Calderón y Enrique Peña, cuyo saldo más ominoso es el festín de barbarie en el que participa también el Estado. El resultado también ha sido benéfico para los grupos delictivos. Aunque mutantes, siguen obteniendo grandes ganancias en esta guerra económica.

Andrés Manuel López Obrador dice estar dispuesto a acabar con ese esquema. Es el único candidato presidenci­al en esa posición. Aun cuando se lo propusiera, los primeros tiempos de su eventual gobierno estarían marcados también por la violencia, dado el actual ciclo de confrontac­ión y la inercia que mantendrá. Pero por más que quiera hacerlo y se levante de madrugada para tener reuniones con su gabinete de seguridad, no basta con su voluntad para que en México haya paz.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico