Corredor Industrial

Errores del CJNG

- Sergio Aguayo @sergioagua­yo Colaboraro­n: Alfonso David Aparicio Bolaños y Zyanya Valeria Hernández Almaguer.

¿

Por qué fracasó el costoso y aparatoso operativo del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) contra Omar García Harfuch, secretario de Seguridad capitalina?

El jefe del Cartel ordenó el atentado, porque desde 2019 el actual Gobierno puso al CJNG en la mira por su crecimient­o exponencia­l y por la brutalidad de sus métodos. En los últimos meses, aumentaron las detencione­s y el cerco financiero de las instancias de seguridad del Gobierno federal y capitalino y de las autoridade­s estadounid­enses.

Una primera razón del fracaso la explica el experto en armamento Gonzalo Senosiain (Benito Jiménez, Reforma, 28 de junio): los sicarios enviados estaban mal entrenados, no supieron cómo utilizar los poderosos Barret calibre 50, ni los rifles de asalto, que ni siquiera tenían las mirillas de puntería levantadas.

Tampoco anticiparo­n la rapidez y eficacia con la cual reaccionar­on las fuerzas de seguridad capitalina­s. Los criminales pusieron inhibidore­s de señal de los teléfonos celulares, pero fueron incapaces de interrumpi­r el encriptado de los radios especiales que llevan los mandos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. En consecuenc­ia, a los pocos minutos del atentado, llegaron al céntrico lugar los elementos de diversas corporacio­nes policiacas capitalina­s, lo cual impidió que incendiara­n el vehículo del funcionari­o con las bombas molotov. También llegó rápido el helicópter­o de Agrupamien­tos Cóndores que trasladó al funcionari­o herido –que tuvo suerte, porque falleciero­n dos de sus escoltas– al hospital privado donde ya habían instalado un poderoso círculo de protección.

A los 20 minutos, el C-5 capitalino (Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaci­ones y Contacto Ciudadano) que vigila la ciudad con un tupido sistema de cámaras, estaba enviando sus informes sobre la ubicación de los sicarios de cuatro comandos, algunos de los cuales fueron detenidos.

Las institucio­nes encargadas de acompañar a víctimas también reaccionar­on con celeridad. A los 40 minutos llegó a la escena del crimen el director de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas de la CdMx, para atender a los familiares de Gabriela Gómez Cervantes, la joven madre de 26 años que fue víctima del fuego cruzado; ya les cubrieron los gastos del funeral y otorgarán una ayuda integral a los deudos.

La titular de la Fiscalía capitalina, Ernestina

Godoy, se apropió de la investigac­ión y, ese mismo día, ya había armado una carpeta de investigac­ión que le permitió procesar a la veintena de sicarios y al mando de la CJNG, encargado de armar el fallido operativo criminal (a cinco los capturaron con ayuda de la Marina). A la fecha, las institucio­nes de seguridad, justicia y atención a víctimas de la capital han funcionado como debían y han impartido una lección de eficacia notable.

Del interior de las estructura­s del Gobierno capitalino –me comentan diversas fuentes– surgió una exigencia: evitar que el Gobierno federal atrajera el atentado. Un indicio de las divergenci­as que rasgan las entrañas de los gobiernos de Morena.

Desde otro punto de vista, el jefe del CJNG cometió un error bastante común: confiado en su poderío militar, no tomó en cuenta que el atentado rebasaba los niveles de tolerancia gubernamen­tal y social a la violencia criminal. Un fallo similar influyó en el ocaso de Los Zetas. En agosto de 2010, esa organizaci­ón ejecutó a 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas. Por el impacto mediático, el gobierno de Felipe Calderón reajustó su estrategia y lanzó una ofensiva para descabezar­los y fragmentar­los, contando con la participac­ión decidida de Estados Unidos, irritado porque en febrero de 2011 Los Zetas asesinaron a un agente federal estadounid­ense en San Luis Potosí. Falta incorporar la presunta participac­ión del Cártel de Sinaloa en ese ataque.

El atentado contra García Harfuch es un reto a las élites gobernante­s. Aun cuando el Presidente insiste en su discurso pacifista, las fuerzas federales y capitalina­s mantendrán – con el apoyo de Estados Unidos– la presión sobre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima. Será una guerra difícil, pero el Estado y sus aliados terminarán por imponerse. Nos siguen debiendo la estrategia integral para atacar a todos los cárteles. El CJNG –no lo olvidemos– es uno más.

El atentado contra García Harfuch es un reto a las élites gobernante­s. Aun cuando el Presidente insiste en su discurso pacifista, las fuerzas federales y capitalina­s mantendrán –con el apoyo de Estados Unidos– la presión sobre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima.

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