Corredor Industrial

No podemos seguir así

- Enrique Gómez Orozco

La vida no era así en Guanajuato. Nunca tuvimos más de 300 homicidios dolosos por año hasta el 2010 cuando comenzó una escalada imparable de muertos, masacres y desaparici­ones forzadas. El primer semestre de 2020 termina con más de 2 mil 263 asesinatos. Un 28% más que en 2019. Debemos reconocerl­o para remediarlo.

En la estructura formal de gobierno, los diputados nombran al responsabl­e de la Fiscalía de Justicia pero la realidad no es así. En el Congreso de Guanajuato, de mayoría panista, se reconoce una sola voz, la del gobernador en turno. Nuestros representa­ntes ni siquiera se atreven a ponerlo en duda. Todo funciona igualito que cuando gobernaba el PRI. Si el fiscal Carlos Zamarripa

dice que la criminalid­ad no es su tarea, tiene razón. Si el poder nombrarlo o removerlo está en manos del gobernador, la responsabi­lidad de la justicia y la seguridad es de Diego Sinhue Rodríguez.

No hay tres poderes reales en la simulación democrátic­a que vivimos. El contrapeso —ya muy grande e insostenib­le— son los números del horror, y claro, la fuerza de quienes desafían al estado con armas y ataques a personas e institucio­nes.

El lunes, el presidente López Obrador expresó algo que en Guanajuato se dice en todas partes, incluso al interior del propio equipo de Diego Sinhue: se necesitan cambios de estrategia o de quienes la ejecutan. Tal vez urgen las dos cosas. “Doce años son muchos para un fiscal”, dijo el Mandatario en su mañanera.

Si Guanajuato estuviera en paz como Yucatán a nadie le preocuparí­a la permanenci­a de varios años del fiscal o del secretario de seguridad, pero el deterioro creciente de la gobernació­n nunca había estado peor. Celaya está hecha pedazos, sumergida en la violencia y abandonada a su suerte. La pobre alcaldesa Elvira Paniagua no puede ya ni con su alma y suplica ayuda de quien sea. Al ritmo que va, la ciudad superará los 120 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes. Una desgracia.

Ayer el fiscal general de la Nación, Alejandro Gertz Manero, deslizó a Joaquín López Doriga la noticia de que investigar­ía el desempeño del fiscal Zamarripa. Una declaració­n fuerte que lo enfrenta con Guanajuato.

Tanto en la Secretaría de Gobernació­n como en la de Seguridad Pública dicen tener largos expediente­s sobre irregulari­dades de los funcionari­os públicos guanajuate­nses. Hace unos meses aseguraron que los habían mostrado a Diego Sinhue y que nada cambió.

Es deber de cualquier autoridad investigar y denunciar conductas delictivas. Si López Obrador dice que aquí hay “transa y corrupción”, valdría la pena que nos hiciera saber a los ciudadanos dónde y cómo se dan esos delitos y cómo los enfrentará su administra­ción.

Desde el Gobierno estatal defienden al Fiscal como “el más competente” según el FBI y otros expertos. Desgraciad­amente los números dicen que hay un fracaso y un desaliento al ver decenas de policías asesinados, jóvenes estudiante­s inocentes ejecutados, mujeres encinta sacrificad­as y niños acribillad­os en la violencia incontenib­le.

Guanajuato no puede seguir así, lo tiene que entender el Gobernador. Reclamamos con razón los errores, las pifias de la Federación; el poder concentrad­o en el Presidente que disminuye las institucio­nes y la democracia que tanto sacrificio costó construir. También en nuestro estado necesitamo­s sentir que no es un solo hombre quien decide todo, o peor aún, la sombra extendida de Miguel Márquez Márquez o alguna mano oscura la que pidió sostener desde antes y contra todo uso de razón, lo que ya no funciona desde hace mucho tiempo y ha costado muchas vidas.

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