El elemento clave: la fosfina
Los químicos compararon la fosfina con una pirámide: un átomo de fósforo encima de una base de tres átomos de hidrógeno. La nave espacial Cassini de la NASA la detectó en la atmósfera de Júpiter y Saturno. En ese escenario, según Sousa-Silva, la vida no es necesaria para formar la fosfina. La inmensidad del calor y las presiones pueden juntar a la fuerza los átomos de fósforo e hidrógeno para formar la molécula.
Sin embargo, según los investigadores, en planetas más pequeños y rocosos como la Tierra y Venus no hay suficiente energía para producir cantidades copiosas de fosfina de la misma manera. No obstante, hay algo que parece ser muy bueno para producirla: la vida anaeróbica, es decir, los organismos microbianos que no necesitan ni usan oxígeno.
En esos mundos, “hasta donde sabemos, sólo la vida puede producir fosfina”, señaló Sousa-Silva, quien ha estudiado el gas desde hace tiempo, siguiendo la teoría que apunta a que una posible prueba de la existencia de vida en otras partes de la Vía Láctea es la emisión de fosfina en planetas rocosos que orbitan estrellas distantes.
Aquí en la Tierra, la fosfina se encuentra en nuestros intestinos, en las heces de los tejones y los pingüinos, y en algunos gusanos marinos de aguas profundas, así como otros entornos biológicos asociados con organismos anaeróbicos. El gas también es extremadamente venenoso. Los militares lo han empleado para crear armas químicas, y se utiliza como pesticida en las granjas. En la serie de televisión Breaking Bad, el personaje principal, Walter White, lo usa para matar a dos rivales.
Sin embargo, los científicos todavía no explican cómo lo producen los microbios de la Tierra.
“No se sabe mucho de dónde proviene, cómo se forma, y ese tipo de cosas”, mencionó Matthew Pasek, geocientífico de la Universidad del Sur de Florida en Tampa. “Lo hemos visto asociado con el lugar donde están los microbios, pero no hemos visto que un microbio lo haga, lo cual es una diferencia sutil, pero importante”.
Sousa-Silva quedó sorprendida cuando Greaves dijo que había detectado fosfina.
“Pienso mucho en ese momento, porque me tomó unos minutos considerar qué estaba pasando”, mencionó.
Si de verdad hubiera fosfina en Venus, no podría haber otra explicación obvia más que la vida anaeróbica, según Sousa-Silva.
“Lo que encontremos de manera circunstancial también tiene una relación lógica con lo que sabemos de termodinámica”, señaló.
“Cuando se busca vida en otras partes, es difícil no ser geocéntrico”, comentó SousaSilva. “Porque solo tenemos ese punto de observación”.
Antes de echar a volar la imaginación, los investigadores quieren recabar más datos telescópicos, y poner a prueba y desafiar sus modelos. Las misiones espaciales robóticas a Venus también podrían ayudar al progreso de la investigación.
La agencia espacial de la India ha propuesto una misión, en los próximos años, al igual que Rocket Lab, una empresa privada de cohetes.
Y la NASA, que se ha negado a financiar varias misiones a Venus en las últimas décadas, anunció en febrero que consideraría un par de naves espaciales propuestas entre los cuatro finalistas que compiten por una ronda de financiación.
“Durante las últimas dos décadas, hemos hecho nuevos descubrimientos que colectivamente implican un aumento significativo de la probabilidad de encontrar vida en otro lugar”, dijo Thomas Zurbuchen, quien encabeza el directorio científico de la NASA y ayuda a seleccionar las misiones para explorar el sistema solar.
“Muchos científicos no se imaginaron que Venus sería una parte importante de esta discusión. Pero, al igual que sucede con un número cada vez mayor de cuerpos planetarios, Venus está demostrando que es un lugar emocionante de descubrimientos”.