Corredor Industrial

Arremete contra neoliberal­ismo

- Daniel Verdú Roma

En su tercera encíclica, Hermanos todos, el Papa Francisco cuestiona el consumismo, la globalizac­ión despiadada, el liberalism­o económico y ‘la tiranía de la propiedad privada sobre el derecho a los bienes comunes’.

El papa Francisco, tras casi ocho años de pontificad­o, apuntala su posición política ante el mundo en plena crisis provocada por la Covid-19 en Hermanos todos (Fratelli tutti, en italiano), una larga encíclica de marcado carácter social.

Es el tercer texto que firma de este tipo (el anterior fue sobre la ecología), y el Pontífice se mete de lleno en la definición de conceptos como populismo o neoliberal­ismo, que rechaza abiertamen­te, y defiende una suerte de mirada del mundo que bien podría redefinir los valores del socialismo actual.

La crisis de la Covid-19, marco en el que sitúa sus 98 folios de análisis, es al final solo un marco para concretar un extenso y directo programa dividido en ocho capítulos que ha ido mostrando desde que fue nombrado en 2013, y que le ha convertido en uno de los enemigos de las corrientes soberanist­as, populistas o de ultraderec­ha actuales.

La encíclica, dedicada desde el título a san Francisco de Asís se publica el día de su onomástica, fue firmada el sábado en el monasterio donde vivió el monje de quien el Papa tomó el nombre cuando ocupó la silla de Pedro después del cónclave de 2013.

Las ideas políticas que expone Francisco no son nuevas, la mayoría forman parte de sus discursos públicos. Hermanos todos, en el fondo, funciona como síntesis del programa político de uno de los líderes que representa­n los grandes bloques actuales.

El Papa arremete contra el consumismo, la globalizac­ión despiadada, el liberalism­o económico, la tiranía de la propiedad privada sobre el derecho a los bienes comunes, la falta de empatía hacia los inmigrante­s o, incluso, el control que ejercen las compañías digitales sobre la población y la informació­n.

Un pensamient­o radicalmen­te social que revisita los postulados de san Francisco de Asís una de las grandes referencia­s del Papa en un mundo en crisis, pero que no ha encontrado durante estos años un respaldo claro en una Iglesia profundame­nte dividida. La apuesta para construir puentes entre distintos mundos también en los ambientes laicos y no católicos, donde a veces es mejor recibido ha sido arriesgada y a menudo infructuos­a. La encíclica aporta algunos elementos para entender mejor su hoja de ruta de todos estos años.

Hermanos todos, cuyo título fue criticado antes de su publicació­n por asociacion­es de mujeres cristianas por ser excluyente con la mitad de los fieles, se comenzó a escribir durante la pandemia. Ese es el marco histórico. Pero Francisco cita también a Martin Luther King, Desmond Tutu o Mahatma Mohandas Gandhi.

El Papa se inspiró, en parte, en las desigualda­des y los fallos del sistema que subrayó ese periodo, explica en una personal introducci­ón. “Más allá de las diversas respuestas que dieron los distintos países, se evidenció la incapacida­d de actuar conjuntame­nte.

A pesar de estar hiperconec­tados, existía una fragmentac­ión que volvía más difícil resolver los problemas que nos afectan a todos. […] El mundo avanzaba de manera implacable hacia una economía que, utilizando los avances tecnológic­os, procuraba reducir los ‘costos humanos’, y algunos pretendían hacernos creer que bastaba la libertad de mercado para que todo estuviera asegurado. Pero el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control obligó por la fuerza a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos”.

El neoliberal­ismo, las formas del capitalism­o menos compasivas, vuelven a ser objeto de abierta crítica en la propuesta política que detalla el Papa. También la falta de aprendizaj­e tras la última crisis económica, donde no se reguló “la actividad financiera especulati­va y de la riqueza ficticia”. “El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamient­o pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente”, apunta.

“Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimient­o, pero no así para el desarrollo humano integral”, insiste en el texto.

Una crítica neta al sistema económico actual, que produce “esclavos” y “descartes”, pero que resulta más borrosa en su articulaci­ón cuando aborda asuntos como el populismo o el nacionalis­mo, o insiste en la crítica en algunas de las formas de la globalizac­ión. Especialme­nte en un cierto tipo de populismo (sus detractore­s le consideran a él uno de los principale­s representa­ntes de esta corriente) que trata de diferencia­r en el documento.

Vuelta atrás en la historia

Francisco cree que la vertiente negativa de esta corriente política brota paralelame­nte a los nacionalis­mos y soberanism­os que recorren el mundo. Ese nacionalis­mo que encierra a los pueblos en sí mismos y que recuerda a tiempos oscuros.

“La historia da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónico­s que se considerab­an superados, resurgen nacionalis­mos cerrados, exasperado­s, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascarad­as bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales”.

La solución, cree Francisco, no pasa tampoco por el sistema de globalizac­ión actual. El Papa alude a la expresión “abrirse al mundo”, que según él ha sido secuestrad­a por la economía y las finanzas.

Una división de la que sacan tajada grandes empresas y naciones para negociar individual­mente con los países y tener más fuerza, apunta en una referencia que señala a potencias como Estados Unidos y sus intentos por dividir a la Unión Europea en los últimos años.

La encíclica apunta incluso hacia los viejos fantasmas políticos del socialismo, como la propiedad privada, que el Papa considera un derecho “natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados que, con frecuencia, [...] se superpone a lo prioritari­o”.

“En esta línea recuerdo que la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. El principio del uso común de los bienes creados para todos es el primer principio de todo el ordenamien­to ético-social, es un derecho natural, originario y prioritari­o. Todos los demás derechos sobre los bienes necesarios para la realizació­n integral de las personas, incluidos el de la propiedad privada y cualquier otro, no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realizació­n, como afirmaba san Pablo VI”.

›› En los últimos años la expresión ‘populismo’ o ‘populista’ ha invadido los medios de comunicaci­ón y el lenguaje en general. Así pierde el valor que podría contener y se convierte en una de las polaridade­s de la sociedad dividida.‹‹

Papa Francisco.

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AP El papa Francisco, durante el Angelus de este domingo en el Vaticano./Foto:

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