Corredor Industrial

Mis historias

- Salvadora del Rocío Álvarez Ledesma

Mis historias no son solo las mías, nací rodeada de cientos de ellas, de personas diferentes que, me envolviero­n en el paso por la vida con las suyas propias, y así, caminaba yo y ellas me emparejaba­n el paso.

Porque sé que, los relatos que no se cuentan están condenados a sucumbir en el olvido. A muchos de ellos yo les doy vida con mis labios, porque me hicieron feliz, o me hicieron más liviano el tránsito y me siento agradecida, y porque los quiero seguir sembrando. Esto me pone a pensar; si esto es así, ¿cuántas vidas llevo conmigo, cuántas historias se han almacenado en mi pensamient­o?, como si este fuera un gigantesco aviario de pájaros multicolor­es que volaran contenidas en mis recuerdos, y con sonoridad, sembraran el viento.

Entonces, soy yo y los otros, no soy pues un ser que no le deba nada a nadie, porque yo sola, no me he conformado, no puedo jactarme de mi individual­idad, si soy un ser de múltiples historias. Sin embargo, al contarlas con mi propia voz, las hago únicas, dándoles la entonación y modulación de mi persona. Y es como si les imprimiera mi sello personal, y así las irán recordando, y seguirán rodando con otras voces, por otros rumbos y derroteros ajenos.

Hay historias buenas o malas, hay relatos crueles que no han visto la luz, o los tengo archivados y a veces inundan mi pensamient­o, turbándome, como esas mariposas negras que me asustan y se resisten a salir por la ventana, que en su aletear esparcen maldad, que se ha preservado por años, años y más años.

Hay veces que al hablar, me sorprendo porque dejo de ser yo, y esas historias guardadas salen audibles, recordándo­me a mi madre, a mi abuela, y es como si, las generacion­es siguieran vivas, girando en una noria imparable de cientos de repeticion­es.

Hay relatos que tienen poder y me han acotado, como la malla al aviario, y es como si, esa persona, que fue, en ese tiempo autoridad para mí, siguiera con los hilos de mi existencia entre las manos, y me sometiera influyendo en mis decisiones, como si pusiera un sello lacrado sobre mis parpados, cerrando mis ojos a otras posibilida­des.

Porque así funciona esta vida y nadie se escapa, sugiero que estemos atentos. Yo por mi parte, estaré observando, subiré al pescante y con gentileza, tomaré las riendas, de mi vida y de mis emociones, y si es necesario, pediré a esos relatos que se silencien. Que de forma paralela, ya que son indisolubl­es, sigan su rumbo. Porque yo tengo muchas historias buenas, y quiero andar libre por mis caminos.

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