Es nuestro dinero
El Covid será la principal causa de muerte en México este año. La criminal negligencia de López-Gatell ha costado más de 200 mil vidas.
Estamos hartos de la pandemia. Pero, desafortunadamente, va para largo con o sin vacuna. Nuestras vidas tardarán en normalizarse, y tardará más la economía mundial en digerir la secuela de la parálisis general, inevitable para contener contagios. Dentro de esta crisis global, México es uno de los tres países que peor ha enfrentado la pandemia, y el que menos ha hecho para paliar el daño económico.
AMLO sigue sin entender la magnitud de lo que enfrenta o de lo que nos falta por encarar. Y, por eso, no ve la extrema gravedad de necear en tirar -en obras absurdas- dinero que con tanta urgencia necesitamos para atenuar la crisis. No ve que, si no cambia drásticamente, arriesga la gobernabilidad de México.
No entiende que su dilema no es entre adoptar una política sanitaria sensata o reabrir la economía. El dilema real es entre seguir haciendo lo que ya sabemos que no funciona, o hacer obligatorio portar cubrebocas, hacer pruebas masivas para detectar focos de contagio, y adoptar sistemas de rastreo, para poner en cuarentena sólo a quien está en riesgo, y así reabrir el resto de la economía.
Llegó el momento de exigir transparencia. A juzgar por la masiva manifestación del sábado en la Ciudad de México, podemos movilizarnos para presionar a este gobierno inepto. Como dije antes, mi crítica a Frena proviene de que lo que exige no tiene sentido. Pedir la renuncia de un Presidente que arrasó en 2018, y que en encuestas serias mantiene aprobación de más de 60%, atenta contra la democracia. Pero sí somos una minoría numerosa -y creciente- y, por serlo, tenemos derechos. Empecemos a exigir lo que es posible conseguir y que es nuestro derecho demandar. Pidamos que un auditor independiente publique los estudios -y el costo real- de Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía; el costo y destino exacto del rescate de Pemex. Que se publiquen los estudios que provocaron la multimillonaria cancelación del Nuevo Aeropuerto y se documenten los reclamos de corrupción que hasta ahora sólo existen en la imaginaria “Mañanera”. Que se nos aclare quién decidió que el criterio de éxito sanitario sería la disponibilidad de camas en hospitales públicos.
El Covid será la principal causa de muerte en México este año. La criminal negligencia de López-Gatell ha costado más de 200 mil vidas. Demandemos su renuncia; de paso, la de Irma Eréndira Sandoval, para que encabece la Secretaría de la Función Pública alguien no incondicional al Presidente.
Fortalezcamos una dependencia que debe fomentar la responsabilidad de los servidores públicos, y que sólo ha servido para solaparlos. Esas deben ser nuestras primeras demandas. Quizá hoy somos menos que ellos, pero somos tantos que es nuestro derecho ser escuchados. Exijamos que se transparenten los fideicomisos que serán saqueados por este gobierno.
Que se investigue y se levanten cargos contra casos de corrupción probada, pero defendamos otros cuyo único objetivo es que en México haya investigación científica, becas para estudiantes que las merecen, creatividad artística y todo aquello que nos permite considerarnos un país civilizado que es parte de la humanidad, cuando vienen cambios descomunales.
Muchos de los recursos que este gobierno robará no son nuestros, provienen de fondos internacionales que dotaron a nuestros mejores investigadores -que ganaron concursoscon recursos que se fideicomitieron precisamente para evitar que se usaran con otros fines. Después seguirán las Afores.
Si dejamos que este gobierno dilapide cientos de miles de millones de pesos que eran para invertir en nuestro capital humano y desarrollar un poquito de conocimiento cuando sólo eso nos permitiría competir, para mejor tirarlos repartiéndoselos a las clientelas de Morena y construyendo obras flagrantemente absurdas, garantizamos que después de este sexenio no habrá cómo sacar a México del subdesarrollo y de la pobreza. AMLO será el mayor villano en nuestra historia.
Reenfoquemos la protesta a demandas posibles, y protestemos como si nuestra vida dependiera de ello. Porque, de hecho, sí depende.